Antes de la gran batalla: carta de Belgrano a Rivadavia desde Tucumán

Presentamos una selección de textos escritos por Carlos Páez de la Torre (h) en homenaje al año belgraniano.

17 Junio 2020

Diez días antes de la victoria de Tucumán sobre los realistas (24 de septiembre de 1812), el general Manuel Belgrano escribía a Buenos Aires a Bernardino Rivadavia, secretario del Triunvirato, y le informaba sus preparativos para enfrentar al enemigo. Los párrafos que entresacamos testimonian vívidamente las inquietudes del jefe del Ejército del Norte en esos angustiosos momentos.

Desoyendo las órdenes de retirarse con sus tropas hasta Córdoba, Belgrano había resuelto dar batalla en Tucumán y se mantenía en esa resolución. “Sé que los enemigos se me acercan, pero me dan tiempo para reponerme algún tanto y, mediante Dios, lograr alguna ventaja sobre ellos”, expresaba. “Retirarme más, e ir a perecer es lo mismo, y poner a la patria en el mayor apuro”. Además, “perdemos para siempre esta provincia, aumentamos la fuerza del enemigo con buenos soldados, y seremos el objeto eterno de la execración”.

Entonces, “el único medio que me queda es hacer el último esfuerzo, presentando batalla fuera del pueblo, y en caso desgraciado encerrarme en la plaza para concluir con honor. Esta es mi resolución, que espero tenga buena ventura, cuando veo que la tropa está llena de entusiasmo con la victoria del 3 (se refería a la breve acción de Las Piedras) y que mi caballería se ha aumentado con hijos de este suelo que están llenos de ánimos para defenderlo”.

No se hacía demasiadas ilusiones sobre el éxito. “Cuando menos espero lograr que se salve todo lo perteneciente al Estado, dando lugar a que avancen las carretas, mientras contengo al enemigo fijándome en este punto que, preparándolo como lo estoy haciendo, tal vez viene a escollarse en él; y sufrir, sino una total derrota, al menos en mucha parte”.

Había que sentirse felices, pensaba, “si podemos conseguir nuestro justo fin, y dar a la patria un día de satisfacción, después de los muchos amargos que estamos pasando”.

La carta fue enviada con una posdata del 19, escrita en tercera persona. “Belgrano no puede hacer milagros; trabaja por el honor de su patria y del de las armas cuanto le es dable; y se pone en disposición de defenderse para no perderlo todo, pero tiene la desgracia de que siempre se le abandone, o que sean tales las circunstancias que no se le pueda atender. Dios quiera mirarnos con ojos de piedad, y proteger los nobles esfuerzos de mis compañeros de armas, que están llenos del fuego sagrado del patriotismo, y dispuestos a vencer o morir”.

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