Por José Antonio Romero Feris
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
- Usted siempre se define como periodista.
- Es la profesión que nunca abandoné y la que más quiero. Cuando me dan esas fichas en las que hay que llenar el casillero de profesión pongo periodista. Cuando era presidente también lo hacía. Soy político y abogado pero fundamentalmente un periodista. Trato de ser un periodista de ideas, del debate, que intenta alumbrar horizontes. Sobre todo en momentos como los que estamos viviendo. Esta pandemia es una expresión máxima de la globalidad. Las pandemias siempre saltaron fronteras. Una pandemia se llevó puesto a Pericles, el más grande los políticos atenienses, y le puso punto final a uno de los períodos de gloria de Atenas. En el imperio romano ocurre lo mismo. Marco Aurelio muere durante una pandemia y se acaba con él un período central del imperio. Hoy tenemos una pandemia distinta. En primer lugar porque tenemos una pandemia realmente global que abarca todo el mundo y no solo “el mundo conocido”. Y a su vez, como la comunicación es instantánea, tiene una cercanía y una inmediatez que no tuvo ninguna anterior. Vivimos también la paradoja de contar con un avance científico que lo explica casi todo pero que no puede explicar esta pandemia. Esta combinación genera un fenómeno único con múltiples consecuencias. Retorna la centralidad del Estado, como en todo momento de crisis. Luego, la pandemia desnuda la debilidad de las instituciones multilaterales. Estados Unidos juega solo, China hace lo propio, Europa se fragmenta, América latina tampoco tiene una reacción solidaria. Tenemos que hacer un esfuerzo por recuperar la institucionalidad y el multilateralismo. También hay que evitar una escalada entre las dos grandes potencias. China no es la Unión Soviética, es una potencia distinta porque no pretende la difusión universal de su sistema a diferencia de la Unión Soviética que pretendía que fuéramos todos comunistas. China busca ser una especie de potencia universal comercial. Estados Unidos ha abandonado su viejo liderazgo
- Usted tuvo una gran amistad con Alfonsín y ambos hicieron un aporte fundamental a la integración latinoamericana, particularmente con el impulso del Mercosur.
- Me enojo con los economistas cuando hablan de los 80 como la década perdida. ¿Qué década perdida si fue la de la reconstrucción de la democracia? Dejamos atrás los 70 en los que se multiplicaron los golpes de estado. Hasta los uruguayos, que nos creíamos invulnerables, caíamos en una dictadura en el 73. Los 80 fueron los años del retorno de la democracia. Primero vino Perú, después la Argentina, en el 85 Brasil y Uruguay, en el 89 Chile y Paraguay. En ese clima de entusiasmo democrático, y de sintonía entre presidentes, como me pasó con Alfonsín, un entrañable amigo, y también con Sarney y Cardoso.
- En su vida se combinan muchas cosas. Periodista, político, doctor en Derecho, hombre de la cultura.
- Comencé escribiendo en un semanario de provincia, de Canelones. Luego pasé a Acción, un diario en el que estaban desde Juan Carlos Onetti a Menchi Sábat. Con la dictadura se cierra el diario y paso a El Día. Luego escribí en muchos diarios, como El País, de Madrid. Hoy lo hago asiduamente en El País, de Montevideo, y en La Nación, de Buenos Aires.
© LA GACETA
* Este es un fragmento transcripto del programa Corrientes de pensamiento.
Perfil
Julio María Sanguinetti nació en Montevideo, en 1936. Fue tres veces diputado, dos veces ministro y presidente del Uruguay entre 1985 y 1990, y entre 1995 y 2000. Hoy es senador nacional y secretario general del Partido Colorado. Es copresidente del Foro Iberoamérica y tiene ocho doctorados honoris causa. Entre sus 15 libros, se destacan El doctor Figari, La agonía de la democracia y La reconquista.