La polémica tapa de Caras: “Esto es cuestión de género; no se habla de la pelada del príncipe Carlos”

Por ser mujer -destaca una experta en comunicación de la Unsam- lo que importó de la princesa fue su cuerpo, no cómo se prepara para su rol de líder. Especialistas en salud y obesidad también expresan sus críticas a la publicación.

MÁS QUE UN CUERPO. A los 16, la princesa estudia y trabaja. MÁS QUE UN CUERPO. A los 16, la princesa estudia y trabaja.

Suele de decirse que, sin demanda, la oferta (o el precio de lo que se ofrece) baja. Puede que funcione en las fórmulas de la economía, pero en la vida real son tantas las variables que los especialistas en marketing saben cómo hacer para vender lo que quieren y parecer correctos.

La tapa de la última edición de la revista Caras lo intentó, pero en estos tiempos en los que las mujeres se plantan a defender el derecho a decidir qué hacer con su cuerpo, estalló el escándalo. “La hija mayor de Máxima luce con orgullo su look ‘plus size’” fue el título de esa tapa, y nada allí es casual.

Analicemos, sujeto y predicado. Arranca con “la hija de Máxima”: Amalia de Holanda ni siquiera tiene derecho al nombre. Sigamos: escribir “está obesa” hubiera sido políticamente muy incorrecto. Entonces apela al inglés y a “criticar en positivo”: look ‘plus size’. Las palabras, a veces tan liberadoras, pueden ser también eficientísimas herramientas de control

Pasa por ser mujer

“Esto es claramente una cuestión de género; opinar sobre cómo debe verse; el control social sobre ese cuerpo. ¿Por qué es tema que esta chica sea plus size?”, se pregunta Ana María Vara, directora de las Licenciaturas en Comunicación Audiovisual y en Estudios de la Comunicación, de la Universidad de San Martín (Unsam), Buenos Aires, y miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico.

“En esta cultura dominada por la pantallas lo que importa es el cuerpo de las mujeres, no qué piensan ni qué hacen -agrega-. Ella es una chica sana, feliz...”.

“Nadie habla de la gordura de Ginés (García González) ni de la pelada del príncipe Carlos de Inglaterra. Ella también es una figura pública, llamada a ocupar un lugar importante en la política de su país. Pero como es mujer, en lugar de discutir qué estudia, cómo se está preparando, qué opiniones tiene respecto de temas públicos, están ‘discutiendo’ el sobrepeso”, agrega.

Hay una comprensión distorsionada de las figuras públicas en los medios dominantes (“y no me refiero a lo político-económico, sino a lo tecnológico; el poder de las redes multiplicando todo por mil”), destaca Vara, que también es profesora titular de Teoría y perspectivas sobre comunicación en la Unsam-, y afirma que en el caso de las mujeres lo que se pone en juego es el ideal de belleza.

“Los hombres conquistan desde su posición social: su prestigio, lo que saben... Mientras las mujeres sigamos teniendo una posición social subordinada, sólo importará nuestro cuerpo. Y es precisamente eso lo que pasa con esta chica”, resume y agrega: no les preocupa la salud

Ética profesional

Pero hasta pensándola como cuestión referida a la salud, la publicación hace agua, según otras especialistas. “El título: se está hablando de una persona en función de su talle. Tendríamos que acostumbrarnos, de una vez por todas, a no señalar a las personas por su cuerpo ni por ninguna condición”, advierte Ana María Cappelletti, directora del Posgrado en Obesidad, de la Universidad Favaloro, y resalta que en nuestro país, seis de cada 10 personas tienen algún grado de sobrepeso. “Por lo tanto, en este caso, una minoría con peso ‘normal’ discrimina a una mayoría que no lo tiene. Es una suerte de paradoja”, advierte.

La “mujer real”

Se advierte también una suerte de contradicción entre esa discriminación y el intento (en el esfuerzo de ser políticamente correctos) de “normalización” del sobrepeso: aparece en la frase “figura de ‘mujer real’”. “No está bien internalizar la idea de que el sobrepeso y la obesidad forman parte de la normalidad. Vivir con sobrepeso aumenta el riesgo de que se vean afectadas la calidad y la expectativa de vida”, remarca Cappelletti.

Pero lo que más preocupa es el peso del estigma. “Referirse a una persona por su imagen, desde lo esperable o no esperable por un parámetro social arbitrario, es minimizarla y generar bullying, en este caso sociabilizado a través de la tapa de una revista”, afirma Marcela Casabella, psicóloga y coordinadora de la comisión de Salud Mental de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO).

Según el Inadi, entre las personas que se perciben estigmatizadas la obesidad es el segundo motivo. Pero, entre las denuncias que llegan, se ubica en el puesto 14.

“Esto indica que las personas con obesidad internalizan el estigma y se autodiscriminan -advierte Cappelletti-. Y eso crea un círculo vicioso: participan menos en la actividad física, suelen incrementar la ingesta, aumenta el cortisol por estrés, y así hay mayor aumento de peso... Y los medios de comunicación contribuyen a reforzar conceptos erróneos en torno de la obesidad”.

Casabella es más contundente. “La tapa en sí misma es una nueva forma de discriminación”, afirma.

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