La responsabilidad es una cualidad y un valor del ser humano. Está en la conciencia de cada persona. Es algo que nos inculcan desde niños y que debe regirnos a lo largo de nuestras vidas. En efecto, responsabilidad es el cumplimiento de las obligaciones. Es compromiso y actuar de forma correcta. También el cuidado al tomar decisiones o a realizar algo. Todavía más, en muchos casos, la responsabilidad obedece a cuestiones éticas y morales.
Los días que se viven son para asumir una alta responsabilidad, individual y colectiva, en el cuidado de nosotros mismos y de nuestros semejantes. Pero no todos en Tucumán parecen estar imbuidos de ello. Por más que las autoridades manifiestan de manera permanente la necesidad de comportarnos con responsabilidad ante el avance de la pandemia, amplios sectores de la población se despreocupan de ello. Y lo que es peor, hacen oídos sordos a las recomendaciones. Surge entonces una segunda carencia en nuestro comportamiento social: hay falta de conciencia.
En las distintas plataformas de LA GACETA, de manera permanente, se hace foco en la necesidad de comprometernos como sociedad, usando barbijos cuando haya necesidad de salir de casa; evitando las aglomeraciones; descartando el contacto con otras personas; respetando la distancia social. Por el contrario, apenas basta echar una mirada a lo que ocurre en zonas como peatonales, áreas bancarias y comerciales, paseos públicos o zonas de bares, en cualquier lugar de la provincia y en distintos horarios, para encontrarnos con imágenes muy alejadas a lo que se pregona. Más todavía, las denuncias sobre reuniones privadas con exceso de participantes, los actos de esparcimiento sobre todo en la periferia con partidos de fútbol y festejos varios, crecen día a día. La policía acude, hace valer las disposiciones del Comité Operativo de Emergencia, insta a cancelar lo que se está haciendo, pero no da abasto por la cantidad de esos encuentros.
Pero, ¿por qué se da todo esto? ¿Tiene que ver con el tristemente conocido rótulo de sociedad transgresora que porta hace tiempo la tucumana? ¿Creemos que lo que está sucediendo con los contagios jamás podría alcanzarnos? ¿Nos sentimos indestructibles? ¿Estamos tomando todo esto a la ligera?
El mundo ha cambiado. Lo que antes era normal, hoy ya no lo es. Los paradigmas de la vida, hasta tanto se encuentre una vacuna, deben cambiar, necesariamente. Los sistemas de salud están trabajando al límite, Hay mucha gente que busca auxiliar ante la emergencia y mucha también la que busca salidas. Por respeto a ello, quienes transgreden normas deberían reconsiderar sus posturas. ¿Es tan difícil entender eso?
Salta a la luz que está faltando responsabilidad ante una situación que, por más que lleva más de cuatro meses, no termina de ser entendida. No hay que olvidar que ser responsable es también una referencia a la obligación de responder ante un hecho. La gente que no lo está haciendo demuestra una apatía que preocupa; sobre ella habrá que seguir ocupándose todos los días.
En una sociedad se espera que las personas actúen de forma responsable, ejerciendo sus derechos y desempeñando sus obligaciones como ciudadanos. Que hay tucumanos que demuestran irresponsabilidad ante la pandemia es una realidad. Instar, sugerir, ayudar a que entren en razón, debe ser una acción permanente, para la cual todos debemos poner lo mejor de nosotros mismos. Y hacerlo todos los días, en todo lugar, con respeto y compromiso por el bien común.