Son extranjeros y cuentan por qué eligen Tucumán

Mientras muchos sueñan con irse de la provincia, una venezolana y un italiano enumeran aspectos positivos de la vida en estas tierras.

VENEZOLANA. Myriam Osteicoechea se instaló en Concepción. LA GACETA / FOTO DE Osvaldo Ripoll (ARCHIVO) VENEZOLANA. Myriam Osteicoechea se instaló en Concepción. LA GACETA / FOTO DE Osvaldo Ripoll (ARCHIVO)

Mientras se profundiza la brecha de opiniones entre quienes buscan “irse del país” y los que insisten en que la vida “perfecta” en el exterior es una fantasía, hay extranjeros que se identifican a sí mismos como tucumanos por adopción.

Hace ya 19 años que Myriam Osteicoechea dejó las playas de Punto Fijo (Estado Falcón) para transitar sus días en Concepción. La impulsó el amor y ahora -aunque está divorciada- enumera otras emociones que la hacen elegir y reelegir nuestra provincia.

“No es fácil. Te venís con una maleta de sueños y esperanzas, y después te das cuenta que las cosas son distintas. El migrante siempre es una persona ajena al entorno y es natural que el ser humano marque su territorio. No me fue fácil la inserción (sobretodo en el ámbito laboral) y me costó habituarme a la cultura y al dinamismo de la vida cotidiana en comparación con Caracas”, explica la docente de Física y Estadística.

Durante dos años, Myriam vivió de sus ahorros, hasta que por fin consiguió trabajo dentro del Sistema Provincial de Salud. Al comienzo, la nostalgia hizo que regrese a su tierra cada verano o para celebrar la Navidad. Hasta que el recrudecimiento de las disputas políticas y la crisis humanitaria en Venezuela le cerraron esa alternativa.

Hace seis años, las circunstancias hicieron que transformara su casa en un refugio para decenas de compatriotas que buscaban nuevas oportunidades en el extranjero. Y hoy goza de la compañía de la mayor parte de su familia (30 miembros), que también se mudaron a Tucumán.

Ella insiste en que hay muchos mitos sobre la concepción de los trotamundos y la emigración. “La gente piensa que migrar es conseguir, en otro lugar, lo que no pudiste en tu territorio de origen. Ahí tenemos que replantearnos si las dificultades son externas o internas. Si el cambio depende de mí, voy a llevar mis limitaciones a todas partes”, reflexiona la ingeniera civil.

“La gente compara la situación de Argentina con la de Venezuela y escuché algunos comentarios de ciudadanos que desean irse. Creo que a veces vale la pena luchar desde adentro. La pelea se gana en casa, e incluso quienes estamos en el exterior podemos hacer algo para que ocurra. Pese a la mala gestión, este país aún tiene muchos recursos y alternativas por ofrecer”, agrega.

Desde Italia

Nacido en Milán (Italia) y con una buena parte de su vida en Bergamo, hace siete años Luigi Pisoni se instaló en Tucumán.

El gran motivo de su definitivo cambio de aire fue -según sus propias palabras- “el amor y la familia”.

“Mi esposa es tucumana y hemos vivido los primeros 11 años de casados en Italia. Ahí fue donde nacieron nuestros tres hijos. Luego decidimos venir a Argentina para que ellos pudieran tener la experiencia de estar en este continente y para gozar juntos de la cercanía de la otra parte de los lazos”, explica este politólogo.

El desarraigo territorial no le supuso grandes inconvenientes y -en esta etapa- considera nuestro país como una segunda patria. “Tratamos de viajar a Italia cada dos años para que los chicos no pierdan el contacto con su país natal. No obstante, no pensamos volver a emigrar, porque privilegiamos la calidez humana y nos encontramos muy bien acá. Con respecto a la crisis económica, llegamos a Argentina por los afectos y por cuestiones emocionales, no debido a un cálculo. Por ese motivo, la situación actual que se vive no es una razón para regresar”, explica el docente, quien se desempeña en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta).

Rosas y espinas

Pisoni afirma que cuando uno piensa en instalarse en otro país no existe una receta única que todos deban seguir para alcanzar el éxito.

“Con respecto a la emigración a Europa puede haber rosas, pero con muchas espinas. Por ejemplo, mi pareja pudo ejercer su carrera de abogada tanto en Argentina como en España e Italia. En su experiencia logró tener un estudio propio y éxito laboral. Aunque tuvo que superar muchas barreras, porque hay gente que piensa que llegas a ‘robar’ los trabajos calificados. Al contrario, si te adaptás a un trabajo por debajo de tu nivel profesional, el contexto puede resultar menos hostil y más inclusivo”, comenta.

Comentarios