Por César Chelala
PARA LA GACETA - NUEVA YORK
Enfermo por mucho tiempo de tuberculosis, que él se negaba obstinadamente a aceptar, a pesar de ser médico, Chéjov murió seis años antes que Tolstoy. En 1901, cuando Tolstoy estaba seriamente enfermo, Chéjov escribió que si Tolstoy muriera, “dejaría un gran hueco en mi vida”. A su vez Tolstoy también sentía una gran admiración por Chéjov, particularmente por el humor con que éste aderezaba sus relatos, una característica que Tolstoy pensaba era uno de los grandes atributos que podía tener un escritor.
Sin embargo, recién se conocieron personalmente cuando Chéjov tenía 35 años y Tolstoy 67, cuando un amigo común orquestó el encuentro. Tolstoy estaba viviendo en su enorme casa de campo llamada Yasnaya Polyana, la misma donde había nacido. Chéjov vivía entonces en Melikhovo, un lugar ubicado a 40 millas al sur de Moscú. El 8 de Agosto de 1895, estimulado a hacer el viaje por Ivan Gorbunov-Posadov, un amigo en común, Chéjov tomó el tren y fue a visitar a Tolstoy.
Aunque no queda ninguna fotografía de ese encuentro -aunque sí de encuentros posteriores- queda un pequeño relato narrado por el escritor ruso Ivan Bunin en su libro Memories and Portraits. Bunin, quien fue Premio Nobel de Literatura en 1933 era un gran admirador del Chéjov, sobre quien escribió un relato cargado de admiración. Allí cuenta que en una oportunidad Chéjov le dijo que era muy difícil describir el mar y procedió a contarle: “¿Sabes cuál es la descripción que leí los otros días en el cuaderno de un niño? ‘El mar es grande’. Eso es todo lo que escribió. Y me pareció maravilloso”, concluyó Chéjov.
Cuando Chéjov llegó, después de un corto viaje, Tolstoy le pidió a V.A. Maklavov, quien también lo estaba visitando, que llevara a Chéjov a hacer conocer su Yasnaya Polyana mientras él los esperaba en su estudio. Durante el desayuno hablaron sobre Sakhalin, una isla-prisión que Chéjov había visitado para investigar las condiciones de vida de sus habitantes.
Más tarde, después del almuerzo, Tolstoy invitó a sus visitantes a recorrer el camino principal donde podían ver cómo los jóvenes con sus bicicletas iban a Tula, la ciudad más cercana. Cuando regresaron, mientras Tolstoy descansaba por su salud quebrantada, Chéjov y otros dos huéspedes leyeron Resurrección, la novela que Tolstoy estaba escribiendo en esos momentos.
Cuando Tolstoy regresó de su descanso les preguntó su opinión sobre la novela y Chéjov le dio el único tipo de crítica que Tolstoy apreciaba, la corrección de un hecho determinado. La heroína de la novela está condenada a prisión. Como Chéjov tenía algo de experiencia sobre la longitud probable de las condenas después de su visita a Sakhalin, le sugirió a Tolstoy un cambio en la longitud de la sentencia, actitud que Tolstoy agradeció de su joven colega.
También durante la visita, Tolstoy le pidió a Chéjov si pudiera conseguir algún tipo de alojamiento para un viejo soldado que se había quedado ciego. Chéjov accedió a ayudarlo y, al regreso a su casa de Melikhovo, le escribió a su hermano Alexander, quien conocía al director de un instituto para ciegos.
La opinión de Tolstoy sobre Chéjov se la daría poco antes que éste regresara a su casa. Según relata Ivan Bunin, Chéjov le dijo, “Acabo de regresar de Gaspra, donde fui a ver a Tolstoy. Todavía está en cama, pero habló de todo tipo de cosas, incluyéndome a mí. Cuando finalmente me levanté para despedirme mantuvo mi mano en la suya y me dijo: ‘Bésame’. Yo me agaché para besarlo y de repente se acercó a mi oído y me dijo en su enérgica voz de viejo: ‘Todavía no puedo aguantar tus obras de teatro. Shakespeare era un mal escritor, pero tu eres peor’”.
Podemos imaginarnos a Chéjov cabalgando hacia la estación de tren, azuzando a su caballo para no perder el tren de regreso a su casa y gritando exultante a los cuatro vientos: “¡Soy un escritor peor que Shakespeare! ¡Soy un escritor peor que Shakespeare!” mientras sus gritos alborozados se perdían en la enorme noche rusa.
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César Chelala – Periodista y escritor tucumano radicado en Nueva York.