El Papa Francisco participó ayer de su octava misa de Gallo. El máximo referente de la iglesia católica pidió alejarse de los “pesebres de la vanidad”. Convocó, además, a liberarse de los “círculos viciosos de la insatisfacción, de la ira y de la lamentación”.
La ceremonia comenzó a las 15.30 (hora de Argentina) con un público compuesto por 170 fieles y 30 cardenales. Fue iniciado dos horas antes del horario estipulado debido a las restricciones con el coronavirus impuestas por el gobierno italiano.
Los allí presentes debieron asistir, también, con el uso de barbijo como condición inexcusable. El Papa Francisco besando las rodillas del niño Jesús durante la misa de Gallo. Dicha misa marca el inicio de las celebraciones vaticanas para las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Bergoglio empezó lamentando las veces en que “hambrientos de entretenimiento, éxito y mundanidad, alimentamos nuestras vidas con comidas que no sacian y dejan un vacío dentro".
Acto seguido, reconoció: "Insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad, olvidando el pesebre de Belén". En la misma línea, y días atrás, el sumo pontífice había advertido sobre el peligro de que "el consumismo" se adueñara de las celebraciones festivas "Sólo el amor de Jesús transforma la vida, sana las heridas más profundas y nos libera de los círculos viciosos de la insatisfacción, de la ira y de la lamentación", sentenció .