La mochila se sintió más pesada que nunca

El contexto socioeconómico es explosivo, al cabo de un año pandémico que se cierra con indicadores angustiantes. Empresarios e industriales esperan planes integrales. La apuesta: la obra pública.

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De la austeridad a la emergencia; de la crisis al rojo fiscal. Así transitaron las finanzas públicas tucumanas. El año arrancó con un decreto firmado por el gobernador Juan Manzur, incluyendo medidas que implicaron un ahorro forzoso en el Estado, pero que en marzo tuvo que revisarse por la declaración de la pandemia. En varios tramos de 2020 la gestión debió tramitar préstamos en la Casa Rosada y, con los ingresos en baja, el déficit se apoderó de las cuentas, con un resultado negativo por encima de los $ 8.000 millones (el equivalente a una planilla y media salarial neta mensual del sector público).

La actividad económica sintió el impacto del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio. Centenares de negocios tuvieron que cerrar su puerta, mientras el desempleo se mantuvo en los dos dígitos (11%). La pobreza afecta al 41,5% de la población urbana en un distrito en el que la familia rica (cuenta con $ 150.487 de ingresos mensuales) gana 15 veces más, en promedio, que la familia más pobre ($10.278 al mes).

Las principales industrias locales cerraron el año con un sabor a empate, cubriendo los costos de producción, con algunos contratiempos propios de la pandemia, pero con la esperanza de que los mercados internacionales sigan abiertos, como el caso del limón, la molienda azucarera -que sigue pensando en una reconversión que se demora por la falta de una legislación firme para producir biocombustibles- y los arándanos y la frutilla sintiendo el impacto de la falta de comercialización externa. Las exportaciones tucumanas dejaron de pertenecer al círculo de los distritos que venden al mundo más de U$S 1.000 millones.

El desafío para 2021 es salir de este cuadro de situación socioeconómica en un año que cierra con una caída superior al 12% en el Producto Bruto Interno (PBI). La recuperación será lenta. El Estado seguirá necesitando de la ayuda de la Casa Rosada; los empresarios y los industriales, a su vez, requerirán de planes integrales para recuperar el terreno perdido durante 2020.

¿Qué ganó Tucumán en medio de una pandemia que dejará secuelas por varios años? Promesas. El terreno para el año que se avecina es propicio para el plan de trabajos públicos, si se toma en cuenta la cantidad de convenios y de acuerdos que firmó la Provincia con el Gobierno nacional y con los organismos internacionales de crédito. De entrada, el proyecto de Presupuesto de Tucumán estima una inversión en obras cercana a los $ 24.000 millones que redundará en más cloacas, soluciones habitacionales, mejora en la infraestructura básica de municipios y comunas y también plantas de tratamiento en el área metropolitana. Paralelamente, habrá financiamiento por si acaso el Poder Ejecutivo vuelve a sufrir los sofocones fiscales que ha experimentado a lo largo de estos últimos 12 meses.

La sociedad en general, en tanto, tendrá que esperar cómo se dará el esquema de actualización de las tarifas de los servicios públicos privatizados en medio de una inflación que sigue siendo alta (promedio de 3% mensual) y con la incertidumbre acerca de cómo evolucionarán las paritarias. Esta situación también constituye un dilema para los gobernantes. Cualquier incremento tarifario les resulta peligroso en medio de un proceso electoral. De allí la necesidad de la política de avanzar en el esquema de subsidios para los sectores socioeconómicos más vulnerables.

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