Los padres piden ser informados sobre el regreso a las aulas

Por Laura Daniela Cabrera, Maia Aguiar Martea, Marta Florencia Delgado y Carina Mondino - Padres Organizados Tucumán.

12 Febrero 2021

Somos una red de madres, padres y familias conformada en 21 provincias de nuestro país para demandar a nuestros gobernantes que garanticen el derecho constitucional a la educación de todos los niños, niñas y adolescentes de Argentina. Nos encontramos transitando el último mes previo al inicio del ciclo lectivo 2021 y los ciudadanos de Tucumán no contamos con detalles sobre la planificación del retorno a las clases. 

En las declaraciones de las autoridades se expresa la voluntad del regreso en forma escalonada y cuidada pero no existe información para la comunidad educativa (de la que también formamos parte los padres y los alumnos) sobre protocolos y un plan Jurisdiccional que se implemente en la provincia para el cumplimiento cuidado de la presencialidad. Durante todo el 2020 vimos que la conectividad y el acceso a herramientas de trabajo y estudio tanto por parte de docentes, alumnos y familias no fueron homogéneos sobre todo para los sectores más vulnerables. 

En las instituciones encargadas de velar porque la educación llegue a cada niño, niña y adolescente de la provincia existen propuestas de superación de lo no alcanzado durante el 2020 pero no hay información de cómo será implementado; cómo volverán a incluir a cientos de niños y jóvenes que quedaron afuera del sistema educativo por falta de conectividad y otros motivos que hicieron difícil a muchos poder llevar adelante la educación. Dicho esto, tampoco existen datos oficiales y de acceso público en las páginas sobre la cantidad de niños y jóvenes que accedieron o no a la propuesta pedagógica durante el 2020. En la información publicada a través de documentos de Unicef, Unesco y la Sociedad Argentina de Pediatría la evidencia científica es contundente respecto al efecto nocivo del cierre de escuelas durante todo el año 2020.

Los estamentos gubernamentales insisten que hubo aprendizaje y que pudieron alcanzarse los objetivos educativos propuestos pero sabemos (sobre todo padres y docentes) que a pesar del incansable esfuerzo de las familias, docentes y no docentes, hubo pérdida de aprendizajes e incluso familias que por no tener un celular o computadora quedaron fuera de toda conectividad y perdieron todo contacto con la Escuela. 

La evidencia es abrumadora desde hace meses y entre algunos datos señala que los niños no son responsables de la propagación del virus (los menores de 10 años, particularmente, contagian en una proporción mucho menor que los adultos). Por otro lado, se sigue engrosando la lista de daños producidos por el cierre de las escuelas: incremento de la brecha educativa y social, déficit y retrocesos en los aprendizajes, agravamiento de la malnutrición, múltiples secuelas psicológicas, interrupción definitiva de la escolaridad para cientos de miles de chicos, entre otros. 

Tampoco pueden invocarse argumentos epidemiológicos que ya carecen de sustento: como lo han demostrado decenas de estudios y publicaciones científicas, además de la experiencia en países que aún con un rebrote no cerraron las escuelas y si lo hicieron fueron temporales y siempre permanecieron abiertas para los hijos de familias vulnerables y trabajadores esenciales. En ambos casos quedó demostrado que las escuelas abiertas no incrementan la circulación del virus (incluso funcionando con su capacidad a pleno) y los niños, niñas, adolescentes, así como la gran mayoría de los docentes, no son población de riesgo. 

La decisión que se tomó al inicio de la pandemia fue acertada en tanto no había información suficiente para preservar la salud de la población. Pero hoy contamos con información y evidencia que descarta la creencia inicial de que los niños son grandes contagiadores. Las conclusiones preliminares hasta la fecha sugieren que la educación presencial -especialmente cuando va acompañada de medidas preventivas y de control- presenta tasas de transmisión secundaria de covid-19 más bajas en comparación con otros entornos, y que no parece haber contribuido significativamente a los riesgos de transmisión a la comunidad en general. 

Por todo lo expuesto solicitamos un plan de retorno a las aulas que no siga acentuando las dificultades y diferencias en el acceso a la educación de los niños, niñas y adolescentes tucumanos. Una educación bimodal como la que se propone ya fue probada en otros países con resultados poco alentadores en tanto deja afuera a los más vulnerables.

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