Amigos y admiradores cosechados por Menem en Tucumán

Sisto Terán estrechó vínculos cenando en la casa de Ramón “Palito” Ortega. Lito Ledesma lo hizo su compadre cuando visitó Simoca

AMISTAD. El ex jefe de Estado con Sisto Terán.  AMISTAD. El ex jefe de Estado con Sisto Terán.

Cerebral. Paciente. Conciliador. Nunca dudaba de sus decisiones. Así lo retrata Lito Ledesma, el más antiguo de sus amigos en Tucumán. Carlos Saúl Menem no vino sólo para los 9 de Julio. Visitó más de 10 veces la provincia, y especialmente Simoca, donde aún vive Lito, quien se encargó de las primeras reuniones para lanzar la candidatura presidencial de un entonces pintoresco caudillo riojano. Menem vino, conquistó a todos y bautizó el 27 de abril de 1987 a María Eva de Fátima, la hija de Lito, en Simoca.

“El deporte, a través del boxeo, nos encontró en veladas de Villa Luján. Luego siguieron las relaciones por la política”, dirá el simoqueño que para entonces fundaba con otros políticos el PRA, Peronismo Renovador Autoconvocado. Por aquel tiempo hacía poco que Menem había salido de la cárcel, después de cinco año como preso político.

La campaña comenzó el 26 de junio de 1.986. Gobernaba Fernando Riera. “A Simoca llevamos en mi auto, luego seguimos en el sulky, vuelta al pueblo en caballo de paso y finalmente al acto” recuerda su primer subsecretario de Prensa.

 CON SU AHIJADA. A la izquierda con María Eva. CON SU AHIJADA. A la izquierda con María Eva.

Sisto Terán conoció personalmente a Menem cuando era secretario de Turismo y Deportes de la gestión de Ramón “Palito” Ortega (1991-1995). “Cenábamos en la casa de los Ortega. Lo traté mucho. Era un hombre afectuoso que poseía un carisma personal extraordinario. Su importancia en la historia argentina es incuestionable. Presidente de los argentinos por poco más de diez años, le correspondió ser quien consolidara la recién renacida democracia argentina. Eliminó el servicio militar obligatorio y subordinó las fuerzas armadas al poder político. Más allá de las controversias que su figura despierta no puede discutirse que Alfonsin y Menem fueron los dos presidentes sobre cuyas espaldas recayó la responsabilidad de afianzar una Democracia que hoy se acerca a los cuarenta años”, dice.

Sin duda Menem despertaba una profunda admiración en quienes lo conocían personalmente. Entre los avisos fúnebres de hoy se encuentra el que dice: “Dr. Oscar López, su Delegado Electoral PJ y Consejero Cient.Tec.Cult. en Emb. Arg. (sic) en Alemania 1989/1996, lamenta partida del dos veces presidente de la República, la segunda gracias a Raúl Alfonsín por Pacto de Olivos sancionado por la UCR”. El abogado López valora el hecho de que Menem haya recibido un gobierno anticipadamente, “con una hiper estanflación del 5.000 % anual, y presupuesto para 14 días”. “Fue reelecto gracias a Raúl Alfonsín a través del Pacto de Olivos que sancionó la UCR. En su segunda presidencia, no salió a tiempo del 1 a 1, y se iniciaron los problemas. Fue un líder carismático que marcó la historia argentina durante la década de los 90”, resume.

LAS LLAVES DE LA CIUDAD. Rafael Bulacio, entonces intendente, entrega la distinción en julio de 1991. LAS LLAVES DE LA CIUDAD. Rafael Bulacio, entonces intendente, entrega la distinción en julio de 1991.

El busismo lo admiraba. Lo reconoce Rafael Bulacio senador por Fuerza Republicana e intendente del 91 al 95, que le dio a Menem las Llaves de la Ciudad el 9 de julio del 91. Como ex convencional constituyente en 1994 resalta que el Pacto de Olivos sirvió de base para la reforma que modificó sensiblemente el ordenamiento político. “Menem era un hombre de extraordinaria simpatía con un carisma poco frecuente. Representaba un extremo del movimiento peronista, el ala liberal. Tuvo una habilidad muy especial para conducir el país durante 10 años y medio”, opina. “Supo insertar a Argentina en el contexto global y se rodeó de gente capaz como Di Tella y Cavallo. Pero no supo contener el gasto público lo que generó un gran déficit. La convertibilidad, que en teoría fue un buen sistema concluyó en fracaso y derivó en una crisis”, reconoce.

También Alfredo Dato, ministro de Bienestar Social en la época de Ortega, lo conoció personalmente. “Fue un gran jefe del peronismo. Se hizo cargo del país en un momento muy complicado y condujo con mucha valentía y fuerza una variante política que en la Argentina todavía se discute, el liberalismo, que mucho tiempo después repitió Macri con el interregno de Duhalde y de los Kirchner. Es la receta para que el país se desarrolle”, sostiene.

Dato elogia la habilidad del riojano en el pacto de Olivos que alumbró la Constitución de 1994, aunque no coincide con el producto final: “muchas dificultades que hoy la estamos sufriendo desde la reelección, el tercer senador y el consejo de la magistratura” se deben a esa reforma.

Antonio Guerrero ex legislador y ex ministro de Gobierno de Julio Miranda (1999-2003), relativiza las amistades de Menem. “Contra lo que creen quienes se sienten sus amigos, él no mezcla los afectos con la razón de estado. De hecho, ha vivido el poder como muy pocos de sus antecesores en las encrucijadas donde debió optar entre su modelo de acumulación de poder -o lo que es lo mismo de su modelo de transformación- y sus afectos de toda la vida, supo hacerse un nudo en la garganta y optó por la razón del estado”. Sin embargo reconoce que “dentro de unos años, la naturaleza y las características del liderazgo de Carlos Menem serán estudiados por los cientistas políticos como un dato relevante de la resurrección argentina”.

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