El 17 de abril, Barcelona estará en la final de la Copa del Rey. Luego de perder 2-0 en la ida ante Sevilla, estaba obligado a recuperarse. Con un Lionel Messi sin goles, pero siempre en el rol de actor protagónico en cada ataque, lo logró con un 2-0 en el tiempo reglamentario, y un tanto más en la prórroga. Con el 3-0 quedó un partido cargado de emociones, polémicas y chances perdidas, sobre todo por parte del local.
El primer tiempo de Barcelona fue, quizás, el mejor que haya jugado en la presente temporada. Preciso con la pelota, con buenas sociedades, asfixiando la salida de Sevilla, merodeó de manera constante el área del local. Ousmane Dembelé marcó el 1 a 0 con un golazo. Luego pudieron llegar más tantos, si no hubiesen mediado salvadas in extremis, y hasta un poco de fortuna en los rebotes para el equipo de Julen Lopetegui. Messi encontró en Pedri un buen interlocutor en cada intento en el ataque.
En el segundo tiempo, Sevilla ajustó sus líneas y ya no concedió demasiado espacio. De a poco, el equipo de Ronald Koeman se fue perdiendo en las marcas. Le pasó a Messi, que buscó filtrarse a la zona de fuego, con tres o cuatro rivales encima suyo. Imposible. Sevilla pudo terminar todo a los 72’ con un penal. Pero Lucas Ocampos lo ejecutó mal, facilitando el trabajo del arquero Marc-Andre Ter Stegen. Barcelona pudo lograr el 2-0 salvador con un remate tremendo de Jordi Alba que dio en el travesaño. Con el reloj corriendo y los “Culés” yendo a por todo, el local se quedó con 10 hombres por expulsión de Fernando. A poco de ello, obró el milagro: un centro de Antoine Griezmann encontró la cabeza de Gerard Piqué. Gol y prórroga.
Apenas comenzado el período adicionado, el ingresado Martin Braithwaite se escapó a la marca de los sevillanos y, ante un centro, puso de cabeza el 3-0. Lo demás fue cuidar lo mejor posible el balón, y aguantar.
Hoy, Levante y Athletic de Bilbao definirán al otro finalista, cuando se midan desde las 17 (se verá por DirecTV, canal 1610).