Ciclo lectivo: desafíos y enredos de los padres para no “pinchar” las burbujas

Las instituciones hicieron coincidir los horarios de clases de alumnos de una misma familia para facilitar los traslados.

PROTOCOLO. Educación capacitó a más de 2.000 vigías sanitarios en toda la provincia para la vuelta a clases. LA GACETA/FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO PROTOCOLO. Educación capacitó a más de 2.000 vigías sanitarios en toda la provincia para la vuelta a clases. LA GACETA/FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO
15 Marzo 2021

La división de los grados en burbujas que determina el protocolo sanitario impuesto por el Gobierno, llevó a las instituciones educativas a trazar un sistema que prevea que los alumnos miembros de una misma familia pertenezcan a un grupo con idénticos horarios de clases. Así, el riesgo de contagio de covid-19 es menor y los padres pueden organizarse de una manera más efectiva a la hora de llevar a sus hijos al colegio. La mayoría de ellos se turnan con sus parejas y coinciden en que el plan es dentro de todo práctico.

‘’Hacer que los hermanos vayan a la misma burbuja es organizado’’, comentó Carolina Imbert, madre de cuatro alumnos del colegio San Ignacio de Loyola.

Incremento de viajes

Según Imbert, quien tiene tres hijos en primaria y uno en nivel inicial, la situación de este año la llevó a hacer más viajes al colegio de lo que estaba acostumbrada. ‘’Los chicos van a la misma burbuja, pero algunos entran a diferentes horas por lo que debemos turnarnos con mi marido; a la mañana temprano yo llevo a un par, y en el turno más tarde lleva él a los otros dos, y lo mismo con la buscada’’, explicó. Sin embargo, para Imbert la complicación y los malabares que debe hacer los días de presencialidad es un precio que está dispuesta a pagar. “Creo que ser trabajadores independientes y manejar nuestras agendas hace que nos podamos organizar mejor. Por más que todo esto sea nuevo queremos hacerlo porque es importante que los chicos hayan vuelto al colegio, y ellos están contentos’’, expresó.

En el caso de Silvana Chacana, este año su horario laboral coincide con el de salida de sus hijos, por lo que en su trabajo resolvieron otorgarle permiso para ir a buscarlos y llevarlos a su casa. “Antes hacía pool con otros papás, cosa que me convenía mucho. Igualmente creo que no se me complica tanto porque lo resolví con el tema del trabajo. Que estén en la misma burbuja es bueno’’, explicó.

Extrañando el pool

Ante la inevitable desaparición de los “pooles” establecidos años atrás entre familias conocidas, y la necesidad que desencadena, la nueva forma de conseguir otros padres para dividir los viajes es publicar en el grupo de WhatsApp el color y horario de la burbuja a la que van los chicos y la zona en la que viven.

“Nosotros tenemos la colaboración de mis hijos más grandes cuando hay que llevar a los más pequeños a clases, pero en el colegio antes existía un sistema de transporte muy bueno: un ómnibus privado en el que uno dejaba a los chicos en la parada y así iban y volvían. Ahora dejó de funcionar. Con la vuelta a clases sé que por los grupos de WhatsApp es muy común que las mamás ofrezcan hacer pool con los que les toque la misma burbuja que a sus hijos y vivan más o menos por la misma zona’’, señaló Mariana Manzur, mamá de tres alumnos del Colegio Los Cerros.

Mientras tanto, la planificación de un protocolo riguroso y la desconfianza de los padres hacen que la actividad de los transportes escolares apenas comience a moverse.

Marcelo es docente de un colegio privado de Yerba Buena y además brinda el servicio de transporte en el establecimiento donde trabaja. Para poder reanudar su prestación, acudió a la Municipalidad donde le dictaron las normativas y le pidieron que presente un plan de bioseguridad. “Me dijeron que ellos tenían la voluntad de dejar trabajar a los transportistas, por lo que me pidieron que les presente un protocolo, y eso hice: modifiqué los asientos con cortinas plásticas, para separar asientos; reduje la capacidad de 17 chicos a solo 10; y desinfecto cada vez que suben y bajan”, precisó.

A pesar de los esfuerzos, Marcelo resaltó que la actividad aún no se recupera de lo que fue un año perdido. “No es muy rentable trabajar así, y los papás todavía tienen desconfianza de mandarlos. Por otro lado, ahora son muy pocos los transportistas que me cruzo en la calle’’, remarcó.

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