Tiene esperanza en lo que viene y hasta es capaz de ponerle una fecha: agosto. Según él, para ese mes Argentina habrá alcanzado la inmunidad de rebaño con más de 32 millones de personas vacunadas, lo que nos permitirá comenzar a vivir otra vez de una manera diferente. Para el cordobés Oscar Atienza, doctor en Medicina y Magister en Salud Pública, la pandemia debe enseñarnos a vivir de otra manera y separa la actitud de los ciudadanos y de los políticos desde marzo del año pasado: "la gente común cumplió con lo que se debía hacer, los políticos hicieron todo lo contrario". Desde su Córdoba natal este fue el diálogo que mantuvo con LA GACETA:
- ¿Qué considera usted inmunidad de rebaño?
- Cuando hablamos de inmunidad de rebaño significa generar en un porcentaje de alto de la población anticuerpos, y siempre se lo piensa como posible a través de las vacunas. Dejar circular el virus para que la gente se contagie como quisieron hacer en algunos países no es una opción, no es viable, genera muchas muertes. El virus va mutando y se va reinventando, la única forma de salir de esto es vacunar a las personas de manera masiva. Para lograr eso necesitamos entre un 75% y un 82% vacunados, es decir, en Argentina entre 32 y 35 millones de personas. La Argentina va a tener vacunadas a unas 20 millones con al menos la primera dosis en dos semanas. Necesitamos 12 millones de vacunas más para llegar a 32 millones de personas y ha hay compromisos de los laboratorios para entregar esa cantidad. Si logramos ese objetivo en agosto vamos a tener la inmunidad de rebaño y en septiembre debería bajar la tasa de letalidad. Mi gran duda es la variante Delta, que produjo un rebrote en Inglaterra, pero vamos a estar mucho mejor a fin de año. Ojo, el virus va a seguir presente, pero vamos a tener a la gente vacunada.
- ¿Cómo analiza la gestión de la pandemia en Argentina?
- La pandemia se autogestionó. Hubo una cuarentena muy dura, que nos permitió rearmar el sistema de salud, y a partir de allí no vi medidas importantes y las que se dictaron no fueron controladas. El plan de vacunación hay que rescatarlo, es prolijo, la gente sale feliz de la vacunación. De los seis laboratorios que empezaron a producir se llegó a un acuerdo con tres. Esto no es un supermercado que dice vamos a comprar vacunas. Los mismos laboratorios se comprometieron y prometieron más dosis de las que podían hacer. El único laboratorio que cumplió fue Gamaleya con las Sputnik. Ahora vamos a empezar a producir la materia prima. Es un gran avance.
- ¿Cómo vio la situación del interior con respecto al AMBA?
- La nación abandono al interior. Vinieron hospitales modulares, vacunas, y se agradece, pero las medidas fueron tendientes a cuidar al AMBA y dejaron liberados a los gobernadores a sus propias medidas. En Argentina tuvimos 2. 500 intendentes que tomaron decisiones sin conocer de epidemiología. El gran problema del control de la pandemia debería haberlo gestionado Nación. El Estado debería haber controlado a los gobernadores.
- Usted se opone a la vuelta a la presencialidad en las escuelas. ¿Por qué?
- Siempre doy el ejemplo de El Chacho, un pueblo de córdoba de pocas familias. Tiene una escuela y fue una maestra de Córdoba e infectó a todo el pueblo. La presencialidad actúa como un dispersor del virus. Creemos que la gente no se moviliza. La presencialidad escolar detonó la circulación. A partir de la presencialidad se pintó todo el país de rojo. Dicen que en los centros rurales no hay circulación pero es un error, hasta los sectores rurales hay que protegerlos, en epidemiología hay que tener en cuenta todo, no dejar ningún cabo libre. Siempre hay masas de personas circulando. Cuando se analiza cada uno de las actividades se dice que la mayor masa de gente la moviliza la industria, pero tiene una particularidad, la gente va del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Son microburbujas. La Argentina tiene 12,5 millones de matrícula, hay 4 millones de docentes, más el papá y la mamá, el librero, el portero, el transportista… La dinámica de la escolaridad moviliza un 40% de cualquier población. Dicen que un fin de semana largo me produce un aumento de casos, pero ¿12 millones de personas que se movilizaban todos los días por la educación no van a ser focos de infección? Los chicos en su mayoría son asintomáticos, pero contagian. No hay que perder de vista eso.
- Más allá de la cuestión de salud que padecimos, ¿cuáles fueron los principales problemas que afrontamos los argentinos?
- La desinformación y la mala información. El uso del barbijo no enseñó como se debía. Tenía que funcionar igual que como fueron las tres gotitas de lavandina para el brote de cólera. El barbijo, bien colocado, es el método más efectivo para controlar la pandemia. Uno ve la gente que usa tapabocas comunes, que no sirven. Hay que ir hacia barbijos profesionales, y con eso es suficiente para no enfermarse. Faltó una campaña de prevención. La gente no es epidemióloga. Tendría que haber una posta de entregas gratuitas. Es mas barato repartir barbijos de calidad que tener camas de terapia intensiva.
- Habla de separar la actitud de los ciudadanos de las de los políticos...
- El virus separó aún más a la sociedad de la política. La sociedad actuó bien, cumplió las medidas. Cada vez que le ponen una medida se mete en la casa, la gente no tiene problemas. Pero la política fue una de a crueles del mundo. La oposición organizó marchas, habló de la vacuna como veneno, tienen posiciones irracionales, no reconocen medidas sanitarias. No estuvieron a la altura de la circunstancia. Muchos confunden libertad individual con garantía de salud pública.
- ¿Cómo ve el sistema sanitario en general?
- Quedó en claro que hasta el año pasado no teníamos ministerio de salud, no teníamos respiradores suficientes, no había personal bien pago, los médicos para ganar 80.000 pesos tienen que tener cuatro trabajos, los enfermeros no son considerados personal de salud, son administrativos. A partir de ahí hay que salir, hay que cambiar. Hay que reforzar el sistema sanitario, sobre todo en el primer nivel, en más atención en el dispensario de la casa. El último eslabón debe ser el de la terapia intensiva. Cuando llegaron a la terapia es que ya pasaron por el dispensario, y ahí falla la prevención del sistema sanitario, y hay que pagarles bien, no podes tener un médico que tiene que ir a cuatro trabajos.
- ¿Qué es lo que más le consultan sobre la pandemia?
- Sobre las vacunas. Si fuera ministro de salud de la nación aplicaría a todos los argentinos, la primera dosis de la Sputnik que es igual que la única de Johnson, y esperaría para aplicar la segunda dosis que es la que reactiva sistema inmunitario. Igual vamos a tener que acostumbrarnos a vacunarnos todos los años. Esto va a ser como con la gripe. El virus no se va a ir, vamos a tener que tenerlo controlado.