La izquierda quiere convertirse en la tercera fuerza electoral

Arreguez afirma que ni PJ ni el macrismo dieron respuestas a la sociedad.

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"Ellos tienen los recursos; nosotros tenemos las ideas". Convencidos de que la lucha es desigual contra los principales aparatos políticos, el Frente de Izquierda quiere dar batalla en las próximas elecciones para consolidarse dentro del mapa político tucumano.

La expresión de una de sus referentes, Alejandra Arreguez, describe el peso de la estructura partidaria en la contienda. Ese espacio se encuentra en un proceso de consolidación que no implica dejar de lado de las internas. Según Arreguez, se intenta aprovechar el desencanto de la sociedad frente aquellos que han tenido posibilidades de gestión y que no estuvieron a la altura de las circunstancias para solucionar los problemas cotidianos de todos los sectores. Lo dijo en la siguiente entrevista con LAGACETA.COM.

-¿Cómo llegan a estas elecciones?

-En Tucumán, tenemos el desafío de que la izquierda emerja como fuerza política alternativa. Sabemos que hay una situación complicada para los trabajadores y sus familias frente a un ajuste brutal y las consecuencias que esas medidas tienen en toda a economía. Desgradan los salarios, hay más despidos y más precarización laboral. Esto ha causado el desencanto y la decepción de familias enteras que votaron, por ejemplo, por Alberto Fernández y sus promesas de campaña de llenar la heladera y comer asado. No sólo no revirtieron el desastre que dejó el macrismo, sino que lo profundizaron.

-Sin embargo hay franjas de la juventud que están inclinándose por la derecha, por los libertarios...

-Muchas veces se trata de referentes sobrepresentados mediáticamente, pero no expresan ni se identifican con un amplio sector de la juventud. Intentan capitalizar el descontento. Aquí el bussismo es una expresión de eso y todos sabemos que Ricardo Bussi es un político que vive de la política desde hace décadas. No es algo nuevo que pretenda convertirse en una alternativa. Ha sido históricamente funcional al peronismo, votándole todas las leyes que pidieron en la Legislatura. Por eso es que la izquierda quiere emerger como una tercera fuerza a nivel nacional y provincial, con la voluntad más que con el desencanto de los miles de trabajadores y de jóvenes que se muestran en la calle contra el ajuste que está vaciando al sistema de salud, a la educación y proponiendo tarifazos.

-¿Cómo harán para captar la atención de los jóvenes, cuando históricamente su bastión ha sido la universidad?

-Las conclusiones ideológicas son el subproducto de lo que se vive con el bolsillo. Hay sectores que han votado al macrismo y apostaron a modelo neoliberal sobre la base de los déficits estructurales de la década del kirchnerato. Cada vez es mayor el reclamo contra esas medidas. Y no sólo en Tucumán. Vemos en la región, por ejemplo, que los jóvenes le dijeron basta a estas medidas en Chile o en Colombia. Hay un nuevo nivel de discusión ideológica y a eso le abrimos las puertas. Estamos peleando por un nuevo orden global todos los días para que los obreros, los trabajadores de la salud y los jóvenes tengan futuro.

-En la política parece que vale todo por ganar...

-Los acoples han expresado la crisis de poder y de los partidos políticos. A nivel provincial, ese esquema está agotado. Y de allí el descontento y la bronca contra el peronismo que ha gobernado durante décadas y no resolvió los problemas estructurales. No le pueden achacar la culpa a la pandemia o al macrismo. Son décadas de pobreza y de desempleo enorme.

-¿Aprovecharán la puja entre Manzur y Jaldo?

-Ni Juan Manzur ni Osvaldo Jaldo expresan soluciones. Miremos el caso de Gladys Medina, la diputada jaldista, que ha votado el recorte a los jubilados, o el propio Pablo Yedlin. Son lo mismo y representan lo mismo, el agotamiento de la sociedad hacia ellos y la bronca. Se chicanean políticamente mientras se denuncian 100.000 muertos por covid en la Argentina. Están alejados de la agenda de intereses y de las necesidades de los tucumanos. Tanto en el oficialismo como en la oposición se reciclan caras para conservar privilegios.

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