Jornada sobre tecnología de aplicación en cítricos

Especialistas de la Eeaoc disertaron sobre diversos aspectos que hacen a la utilización de productos fitosanitarios sobre plantas de limón.

ALERTA. En Tucumán, la calidad del limón es afectada por algunas plagas; las enfermedades, en tanto, son las responsables del mayor descarte de fruta.  ALERTA. En Tucumán, la calidad del limón es afectada por algunas plagas; las enfermedades, en tanto, son las responsables del mayor descarte de fruta.
07 Agosto 2021

La Argentina es uno de los principales países productores de limón a nivel mundial; y Tucumán es responsable de casi el 90% de esta producción, con un volumen aproximado de 1,5 millón de toneladas anuales.

El 80% de esta cifra se destina a la industria, para la obtención de derivados, como el aceite esencial, jugo concentrado y cáscara deshidratada. El 20% restante se comercializa como fruta fresca en el mercado interno y se exporta; principalmente a la Unión Europea, a Estados Unidos y a Rusia. Debido a este motivo, la obtención de fruta de calidad para la exportación es siempre un objetivo clave para el sector productivo.

En el marco de su programa de capacitación para técnicos y productores, mediante actividades virtuales, la Estación Experimental Agrícola Obispo Colombres (Eeaoc) organizó el último miércoles de julio una jornada sobre Tecnología de Aplicación en Cítricos.

En la introducción, Hernán Salas, coordinador del programa Citrus y director Asistente de la institución, indicó que los problemas típicos que pueden afectar la calidad de la fruta bajo nuestras condiciones lo constituyen plagas -cochinilla roja australiana, los ácaros y el trips de las orquídeas-, mientras que las responsables del mayor descarte de fruta son las enfermedades -cancrosis, mancha negra, botrytis, sarna y melanosis-. “Otro factor que incide sobre la calidad es el ‘ramaleo’ o daño producido por el roce de la fruta con otros órganos de la planta, cuyos síntomas se profundizan con el uso de fungicidas cúpricos”, contó.

Añadió que la principal herramienta utilizada por los productores son las aplicaciones de fitosanitarios durante el ciclo productivo. Precisó que, normalmente, los productores recurren al uso de aceite mineral y abamectin, como insecticidas y acaricidas; a los fungicidas cúpricos (oxicloruro, hidróxido, óxido) y a las estrobilurinas. “La acción principal de todos estos productos, en general, es por contacto; razón por la cual, el tipo y la calidad de las pulverizaciones juega un rol fundamental en los resultados, siendo el nivel de cobertura y la oportunidad de las aplicaciones factores clave al momento de analizar los problemas sanitarios”, señaló Salas.

Según dijo, la adopción de un esquema determinado depende, entre otros factores, de parámetros como el objetivo a controlar, el tipo de maquinaria disponible, el tamaño de las plantas, el tipo de formulaciones, la zona de producción y el momento de aplicación, resultando esto también en una variación de los costos en general.

“En Tucumán, el esquema de manejo de las fincas cítricas tradicionalmente consistió en pulverizaciones foliares terrestres con volúmenes elevados, llegándose a emplear hace algunos años hasta 50 litros de caldo formulado por planta -unos 15.000 litros por hectárea (l/ha), aproximadamente-, con muy buenos resultados. No obstante, la dinámica de la actividad, influenciada por diferentes factores -la variabilidad de la rentabilidad en las diferentes campañas, el incremento de los costos operativos y de insumos (combustible, fitosanitarios, fertilizantes, mano de obra, etcétera) y los cuidados ambientales- llevaron al productor a buscar alternativas para lograr un uso más eficiente de los recursos”, indicó.

En este sentido, contó que los sistemas de pulverización empleados, así como también las dosis de los plaguicidas, fueron algunas de las variables que más se modificaron. “A partir de mediados de la década pasada, los productores implementaron variantes en el uso de las ‘turbinas’ hidroneumáticas tradicionales, reduciendo la cantidad de líquido aplicado por hectárea -entre 3.000 l/ha y 6.000 l/ha- para plantaciones adultas y usando diferentes dosis de plaguicidas”, señaló.

Agregó que hoy resulta posible observar muy buenos resultados de estos tratamientos con volúmenes menores a los que se usaban en otras épocas. “Pero este concepto no puede ser aplicado en forma generalizada, sin considerar todos los parámetros antes enunciados”, precisó Salas.

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