La flamante inauguración del Museo Mercedes Sosa por parte de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán se suma a una serie de hechos de trascendencia en el plano cultural en lo referido a espacios de expresión del sentir y del saber de quienes habitaron y habitan la provincia. La recuperación de la casa familiar que había sufrido el embate del tiempo y su reconceptualización como un sitio dedicado a la obra y al pensamiento de la cantora más importante de la Argentina será, al mismo tiempo, un símbolo artístico y un atractivo turístico.
La Negra trasciende fronteras y pensamientos. Basta con registrar la gran cantidad de viajeros (y algunos locales) que se sacan fotos con su estatua realista frente a la plaza Independencia para entender que este nuevo museo biográfico puede ser aprovechado al máximo en términos de difusión. Plasmar la potencialidad de este lugar dependerá de acciones conjuntas y coordinadas de las autoridades municipales y provinciales, especialmente a través del Ente Tucumán Turismo, en una sinergia beneficiosa para todos.
Además, la posibilidad de que en el lugar se realicen eventualmente espectáculos callejeros (aún no confirmados ya que depende de acuerdos con el hotel vecino, cuyas cocheras salen por el pasaje Del Corro donde está ubicado el museo), permitiría revitalizar la zona con una identidad propia. Y como se sabe, cada una de esas iniciativas puede generar un efecto contagio que podría multiplicar la oferta en bares o restaurantes cercanos.
Esta novedad refuerza, además, la significativa tendencia de que los nombres de destacados artistas locales (nacidos o por adopción a esta tierra) sean inmortalizados en distintos espacios de acceso público como muestra de su legado, como lo evidencian las salas Orestes Caviglia, Juan Antonio Tríbulo y Rosita Ávila.
Hace un mes se abrió el teatro Juan Carlos Torres Garavat, en homenaje al teatrista que recorriera escenarios con el Estable y con elencos independientes y ganador en 1997 del premio Pablo Podestá, que otorga la Asociación Argentina de Actores. Más allá del tributo familiar que le rindió su hijo, Manuel Garavat, que una sala se llame así es un merecido reconocimiento y la continuidad de una historia familiar, ya que el padre fundó en 1981 el primigenio Teatro de la Paz. Además, que se la haya levantado en Lomas de Tafí viene a sumar al desarrollo del lugar desde el aporte artístico y cultural. En el barrio se atendieron casi todas las contingencias para su crecimiento, como lugares verdes, áreas de comercio y establecimientos educativos, pero había no un teatro. Ahora se saldó esa ausencia desde el plano privado (cierto es que con ayuda estatal de diversas instituciones y organismos). Asimismo, El Cadillal tiene también su propia sala Armando Díaz. De esta forma, el interior (por más cercano a la capital que sea) aumenta su oferta de butacas.
Otro recordado y entrañable actor tucumano, compañero tanto de Torres Garavat como de Díaz sobre los escenarios, Nelson González, también está perpetuado: con su nombre se bautizó la biblioteca de El Atelier, el espacio cultural creado por Ignacio Hael en avenida Mate de Luna al 3.400. Su acervo ha sido fortalecido recientemente con una generosa donación de Beatriz Lábatte de materiales de investigación, programas de obras, libros y revistas. Reconocer a los grandes artistas es una obligación moral de las generaciones que los disfrutaron sobre el escenario.