El cambio climático exige acciones urgentes

24 Agosto 2021

Todos los pronósticos son desalentadores. Tanto especialistas en meteorología como organizaciones a nivel mundial advierten que se aproximan tiempos difíciles para la humanidad en cuanto al calentamiento global. Y Tucumán no está ajena a esa realidad.

Ya el año pasado el Laboratorio Climatológico Sudamericano vaticinaba para estas tierras largos períodos de sequía que se extenderían entre 50 y 70 años. Sequía que en la actualidad se padece: “no hay ninguna posibilidad de precipitaciones hasta que termine el mes. En la primera quincena de septiembre tampoco se observan lluvias significativas”, afirman los especialistas.

El vaticinio genera alarma, ya que la principal consecuencia es el riesgo de incendios, como sucedió un año atrás en la parte baja del cerro San Javier. Según el Instituto de Ecología Regional, que depende de la UNT y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), ya se incendiaron unas 300 hectáreas en el Carapunco, en Tafí del Valle y hubo otros focos menores en algunas áreas pedemontanas.

A principios de mes, el panel de expertos sobre cambio climático de Naciones Unidas (IPCC) anunció que la crisis climática llegó a un punto de no retorno. Agregó que el planeta se calentará 1,5° en 19 años y que solo queda por tratar que no empeore. También recordó que esta crisis está relacionada con la utilización masiva de combustibles fósiles como fuente de energía, como la quema de carbón y petróleo, que provocan acumulación de gases que atrapan el calor en la atmósfera y elevan la temperatura en el mundo.

Esa es otra característica que eleva el riesgo en Tucumán, ya que se trata de una provincia con altísimos niveles de contaminación ambiental producida por fábricas, permanentes quemas de pastizales y cultivos (sobre todo en esta época), y con un uso intensivo de vehículos a motor de combustión.

Los expertos adelantan que se vienen períodos con menos precipitaciones anuales y un aumento de las lluvias de gran intensidad; que puede haber peores sequías en invierno, lo que significa que habrá menos agua para el consumo humano y las actividades económicas, y mayores inundaciones en verano; que la falta de períodos húmedos puede hacer retroceder la frontera agropecuaria, lo que perjudicaría el rendimiento de las plantaciones de soja y de poroto; y que es probable que se repitan y extiendan los incendios forestales.

Pero no todas son advertencias, sino que además aconsejan mejorar la infraestructura y construir mecanismos para defendernos de las lluvias, como caminos y puentes, y optimizar el uso de energía para atenuar el impacto en las emisiones de gases provenientes de combustibles fósiles.

Los organismos internacionales ya se habían pronunciado en este tono 30 años atrás. Sin embargo, el escenario actual deja en evidencia que no es mucho lo que se hizo para evitar llegar a este desenlace. La pregunta es si se volverá a repetir la historia o, en cambio, ahora sí se actuará en consecuencia. Es importante que los ciudadanos tomen real conciencia de lo que sucede con el calentamiento global y lo apliquen en la vida diaria. Pero, sobre todo, el fenómeno representa una oportunidad para que la clase política comience a implementar medidas que contribuyan a disminuir el riesgo de que el futuro sea tan catastrófico.

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