Llevaron 300 libros para la escuela que no tiene “alumnos cibernéticos”

El establecimiento, ubicado 22 km al este de Taco Ralo, tiene 75 alumnos primarios y secundarios, que asisten sólo en turno tarde, por las dificultades de acceso y por las inclemencias del clima

MATERIAL DIDÁCTICO Y DE ENTRETENIMIENTO. Una maestra hizo el pedido para que los 75 chicos de la zona tengan una biblioteca. MATERIAL DIDÁCTICO Y DE ENTRETENIMIENTO. Una maestra hizo el pedido para que los 75 chicos de la zona tengan una biblioteca. LA GACETA / FOTOS DE RODOLFO CASEN

Las ruedas de la camioneta se hundieron en un colchón de tierra de unos 30 cm. El avance, en medio de una atmósfera de polvo casi irrespirable, se hizo difícil por la senda que se abre entre arrayanes y tuscales. Y más aún por el peso de la carga constituida por unos 700 libros de cuentos infantiles, para adolescentes, otros pedagógicos (de matemáticas, geografía e historia), revistas, juegos didácticos y pelotas de básquetbol. Pero finalmente se llegó al destino: la Escuela 158 Profesor Rodolfo Alberto Cerviño, ubicada en el paraje Paloma, a 22 km al este de Taco Ralo (departamento Graneros).

Es un establecimiento educativo que está en medio de una espesa vegetación agreste y con casas desperdigadas en un radio extenso y que llega a los límites con Santiago del Estero. Ahí no hay comunicación telefónica ni por internet. “De acuerdo a la fuerza de la señal, a veces se puede enviar solo mensajes” contó un vecino.

Ramón Martínez, un perito de la Policía, tuvo la tarea de llegar hasta ahí llevando las donaciones hechas por cientos de familias y compañeros de trabajo que se hicieron eco del sueño de la maestra de cuarto, quinto y sexto grado, Lucrecia Coronel: que los chicos de la zona tengan su biblioteca en la escuela. Fue ella quien lanzó el pedido hace un tiempo. Martínez, sus compañeros de la división Criminalistica de la Regional Sur y otras familias de la provincia se pusieron a trabajar para hacerlo realidad. “Los niños son el futuro y promover la lectura en ellos y que se haga un hábito, es incorporarlo a un mundo maravilloso de emociones y conocimientos que les contribuirán a ser libres, pensantes y con criterio propio” reflexionó Martínez al entregar las donaciones.

La comunidad educativa, compuesta por maestros, profesores y unos 75 alumnos de los niveles primario y secundario, vivió con algarabía la llegada de las contribuciones. En ese paraje, algunos chicos para llegar a la escuela recorren a diario hasta 15 km, algunos a caballo, en bicicleta, moto y en carro tirado por un animal que se conoce ahí como “zorra”.

Este local educativo abre sus puertas solo en turno tarde. Y esto se debe, según sus docentes, a las muy bajas temperaturas de invierno o las altas de verano, pero principalmente a las grandes distancias que recorren los chicos para llegar a clases. Lucrecia y los otros docentes contaron que entre octubre y noviembre en esa zona se soportan temperaturas de hasta 45 grados centígrados. En medio de este infierno –dijeron- hay niños que sufren golpe de calor con descomposturas. “Aquí la vida es dura, pero la gente no conoce otra. Y la nueva generación solo tiene la posibilidad de experimentar un cambio accediendo a la educación, como la que se le ofrece aquí” observaron.

En La Paloma “no existe el alumno cibernético” apuntó Martínez. Aunque el establecimiento cuenta con computadoras que les entregaron desde el Ministerio de Educación, no pueden ser utilizadas por la falta de señal de internet. Por eso el libro sigue siendo una herramienta fundamental en la enseñanza.

La aspiración de la comunidad escolar y de vecinos es la de contar con ese servicio de comunicación. “La preocupación de maestras y profesores es que estos chicos que están ajenos a la informática, cuando salgan de aquí y vayan a estudiar en la ciudad no van a poder incorporarse a las nuevas metodología de aprendizaje. En esta pandemia fueron los que más acusaron la falta de internet” observó.

Verónica Romero, del nivel inicial, aseguró que, a pesar de todo, a los chicos se los estimula a ser aspirantes, soñadores y tenaces en la lucha por la conquista de lo que más quieren. Lucrecia fue la encargada de agradecer la llegada de las donaciones. El visitante finalmente fue agasajado con un mate cocido acompañado de una tortilla al rescoldo.

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