Hoy, aquel caserón señorial conforma el museo Casa Padilla (25 de Mayo 36), pero décadas atrás significaba (como cualquier otro) el domicilio de una familia. Con risas de niños filtrándose por el patio, murmullos de conversaciones en cada habitación y el ruidaje de ollas de barro, cuchillos y cucharones provenientes de la cocina.
En un espacio similar, era donde doña Elvira Salvatierra Frías (esposa del ex gobernador Ernesto Padilla) preparaba a diario un festín de platos que -tiempo después- pasarían a formar parte de la historia tucumana. Ella fue (sin saberlo) la autora de “La mesa del hogar. Recetas de Elvira”: un recetario con 555 comidas saladas, salsas y manjares dulces para elaborar desde cero.
Lo peculiar es la anécdota de cariño que se esconde detrás. Después de fallecer su esposa, Padilla encontró entre sus pertenencias un montón de recetas que ambos degustaron a lo largo de los años. Con un fuerte sentimiento de nostalgia, el político decidió reunir las anotaciones -escritas a puño y letra- y editar en 1950 un libro recopilatorio como homenaje.
Tal fue su popularidad que incluso volvió a publicarse años después con una pequeña tirada.
Lectura y mise en place
Al husmear entre sus 500 páginas, la obra incluye alternativas bastante fáciles y otras que requieren de varias horas de extrema atención (nada de celular) para no arruinar merengues ni atentar contra los budines.
“Hay recetas tanto de cocina tradicional como de platos cuaresmales o postres clásicos con algunos toques personales. Por ejemplo, Elvira preparaba encima de la mazamorra una compota de durazno y ciruela. En otras, los pasos para servir un pollo al horno arrancan primero por matar al animal, desplumarlo y deshuesarlo”, explica Sabrina Fuensalida, del museo Casa Padilla.
La institución posee en su colección una copia de “La mesa del hogar. Las recetas de Elvira” (sin la portada original), la cual fue donada por Juan Bautista García Posse. “Antes los visitantes podían llevarse impresas algunas de las recetas, a ellos les encantaba y durante la Noche de los museos y la Navidad de los museos hicimos alfajorcitos de maicena siguiendo las instrucciones de Elvira”, acota.
No hay nada irrealizable, pero al chequearlas en el presente las proporciones de los ingredientes pueden parecer exageradas y debemos adaptarlas a menos comensales o porciones.
Las buenas formas
En su papel vincular con una de las figuras de la generación del bicentenario, los escritos de Elvira también se centraron en pautas detalladas para transmitir elegancia y buenos modales en la mesa. En esta materia, el libro incluye pautas generales para presentar la vajilla, aprender qué copas utilizar según la bebida y maridar con vinos.
El sentido de precisión es tal que se incluye un diccionario con el significado de los distintos cortes de verduras y medidas (hasta la cucharita tiene su lugar). Con la misma delicia y extrañeza, también aparecen pautas sobre comer bananas y naranjas con tenedor, ganarle la batalla a los granos voladores de los choclos o valernos de una rodaja de pan para evitar que el coliflor largue feo olor.
Leerlo nos sirve para contextualizar el rol de la mujer en la época, las tradiciones que se mantenían y los modelos de vinculación en el ámbito privado. “Cuando empezamos a investigar sobre Lastenia (esposa de Ángel Padilla y quien fue el dueño de este lugar) la información sobre su vida y las cosas que hizo era escasa. Ese interés nos condujo por igual a Elvira Salvatierra y los resultados fueron parecidos. Por eso, este libro es importante para rescatar la figura de las mujeres a lo largo de las décadas y visibilizar su existencia en el recorrido histórico”, reflexiona Fuensalida.
¿Sentís curiosidad?
Para acceder a más recetas gastronómicas y ver que otros objetos de arte decorativo, mobiliario, pinturas o grabados integran la colección del museo Casa Padilla, podés seguirlos por lnstagram y Facebook (@museocasapadilla).
En la recepción y comedor de visitas
Junto al recetario, las salas del museo atesoran otros objetos relacionados con Elvira Salvatierra de Padilla. En la primera habitación de este escanstre estilo “chorizo” aparece un juego de comedor con nueve sillas de caoba tapizadas. “Los bordados petit point fueron hechos por ella de manera artesanal y se inspiraron en las fábulas del escritor griego Esopo”, se detalla en la descripción del mobiliario. Siguiendo el recorrido, en la pieza contigua se exhibe un óleo sobre tela de su imagen: cargada, en 1928, de rizos oscuros bien peinados y un vestido aterciopelado.
Sala de tertulias
La quinta sala familiar recrea un ambiente de tertulias. Al lado del euphonicon (instrumento musical que a primera vista parece el híbrido entre un piano y arpa) otro ejemplo de la habilidad decorativa de Elvira. Esta vez se trata de un juego de sillones renacentistas que estuvieron en el despacho de Ernesto Padilla durante su gestión. El conjunto (con un sillón grande y dos butacones) fue bordado con imágenes de “La dama y el unicornio”: una serie de tapices europeos que retratan los cinco sentidos a través de escenas con damas nobles, leones y flores.