Por Alicia Liliana Fernández
24 Octubre 2021
UN REY. Jorge García es un actor que ensaya Shakespeare en un pequeño teatrito en su casa.
Un veterano actor ensaya un espectáculo unipersonal que se basa en varios fragmentos de obras de William Shakespeare, en un mínimo teatrito montado en su casa. Esta es la sinopsis de “Hasta el fin de los días”, que se estrena hoy, a las 21, en Sala Ross (Laprida 135), con las actuaciones de Jorge García, Beatriz Morán y Araceli García. La asistencia técnica y de dirección están a cargo de Leona Suárez.
Rafael Nofal, autor de la obra y director de la puesta, le responde a LA GACETA.
- ¿Cómo estás viviendo el paulatino regreso al reencuentro presencial con el público?
- En realidad en agosto y con las restricciones por la pandemia (50% de aforo) ya había estrenado “La gracia y el toro” en La Gloriosa. Esta vez podemos trabajar sin restricciones y con toda la capacidad de la sala, lo que es muy bueno porque la capacidad de las salas independientes es reducida. En sala Ross el aforo total es de cincuenta localidades. Va a ser buenísimo ver la sala llena nuevamente y recuperar el pleno contacto con el público.
- ¿Cuándo escribiste “Hasta el fin de los días”?
- La obra es producto del primer año de pandemia. Encerrado en mi departamento, sin demasiado contacto con el mundo exterior, releí algunos textos de Shakespeare mientras recordaba algunos montajes de los mismos. Ese fue el germen.
- ¿En qué te inspiraste?
- En realidad es una especie de homenaje a la pasión que la gente de teatro pone en su trabajo. Ensaya en lugares inhóspitos, monta salas en sitios insólitos: garajes, galpones, viejas casas de barrio; y toda su actividad está signada por la prepotencia del trabajo.
- ¿La temática tiene que ver en algún punto con la situación de pandemia? ¿Cuál es eje y el mensaje de la obra?
- No tiene que ver con la situación de pandemia sino con lo que señalaba antes, el apasionamiento de aquella gente de teatro que no persigue el éxito comercial, sólo quiere hacer su trabajo. Esto quedó demostrado con los estrenos durante las restricciones por la cuarentena, lógicas y necesarias, pero que no dejaban margen de ganancia y se trabajaba a pérdida, pero lo importante era sostener la actividad. Lo importante era, como es para el protagonista de esta obra, juntarse a ensayar, sin saber cuándo se estrenaría. Lo importante era el camino, no el punto de llegada.
- ¿Cómo te sentís en tu condición de autor dirigiendo su obra?
- Suelo tratar de no dirigir mis propios textos porque pienso que a una obra le hace falta la mirada distanciada de un director no comprometido con el producto literario. Pero en este caso me decidí porque lo charlamos con Jorge García, y él me animó a hacerlo, e incluso aportó su mirada y su experiencia. Trabajamos muchas veces juntos en diversos proyectos y es un actor que permanentemente hace aportes muy creativos.
- ¿Cómo fue el trabajo con el elenco?
- El proceso de ensayos fue muy gratificante y apasionado pero tranquilo. Jorge y Beatriz volvieron a trabajar juntos después de muchos años; y Araceli, que fue mi alumna en la Facultad de Artes, le aportó frescura y desenfado al trabajo.
- ¿Qué significa para vos haber ganado un premio por la dramaturgia, y que la obra se haya estrenado en 2020 en La Carpintería, en Buenos Aires?
- Ese inesperado reconocimiento fue muy alentador, y ver el montaje con dirección de Eleonora Valdez, de La Carpintería, vía streaming, de alguna manera me impulsó a hacerlo aquí.
- ¿Cuáles son tus expectativas en este estreno?
- Las expectativas con un estreno son siempre las mismas: la buena y emotiva recepción por parte del público. Un texto teatral es letra muerta hasta que no está sobre el escenario. Es el espectador el que completa la obra.
Por último, Nofal anuncia: “este año haremos cuatro domingos de funciones, para reponer el año próximo en temporada”.
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