Mascotas pandémicas: entre el amor y el abandono

Veterinarios y rescatistas coinciden en que durante el aislamiento se adoptaron más perros y gatos. Sin embargo, luego de los confinamientos muchos animales quedaron a la deriva.

Mascotas pandémicas: entre el amor y el abandono

La llegada de Osa a la casa de los Rodríguez fue pura casualidad. Los bomberos de Yerba Buena habían rescatado a la vieja perrita del fondo del canal sur. Se necesitaba una familia que la adopte urgente o no iba a sobrevivir. “Me contaron esta historia y acepté. Estábamos en medio del aislamiento obligatorio y la verdad que ella llegó para ayudarnos un montón, en especial a mi hijo Juan Cruz”, cuenta Mónica, que es mamá de un adolescente con Condición del Espectro Autista (CEA). Durante los dos años de pandemia, el encierro los afectó muchísimo. “La perrita es muy especial y Juan se encariñó con ella; la cuida, se hacen compañía. Me da pena y al mismo tiempo ternura. Se nota que Osa sufrió demasiado. Poder hacer algo por ella y el amor que nos devuelve creo que es grandioso”, reflexiona.

Las mascotas nos regalan compañía, cariño y una excusa para salir a la calle. Algo que, en los momentos de distanciamiento social por la covid-19 fue fundamental para muchas personas. Distintos estudios han demostrado cómo los perros y gatos nos han mejorado el ánimo en los dos años de pandemia.  Quizás esta fue la razón por la que en las redes sociales y en la calle vemos cada vez más personas con sus animales domésticos. Sin embargo, la otra cara de la moneda es que, después de las cuarentenas, aumentaron los abandonos de mascotas. Además, en las veterinarias se vieron muchos canes afectados por el híperapego y con problemas de conducta.

Más tiempo en casa, menos posibilidad de viajar, el teletrabajo y una epidemia de soledad son factores que favorecieron la compra o adopción de animales. De acuerdo a distintas ONGs del país, durante el aislamiento social aumentaron los pedidos de adopción hasta el 200%, porque la gente estuvo mucho más tiempo en sus casas y quería estar acompañada. Eso también quedó demostrado en una encuesta realizada por la consultora Voices! durante la cuarentena. Seis de cada 10 dueños de mascotas declararon que la presencia de un animal en el hogar les ayudó a mantener el tiempo ocupado, a relajarse y a bajar la ansiedad.

“Los perros y gatos son un apoyo emocional muy importante para quienes están solos, especialmente en la tercera edad”, explica la psicóloga Neby Romero, quien realizó un trabajo que expone la relación entre el apego humano-mascota y el sentimiento de soledad. La profesional no tiene dudas de que esto se acentuó durante los confinamientos.

También los veterinarios vieron cómo los animales se convirtieron en grandes aliados en esta pandemia. “Las mascotas siempre ayudan a estar mejor anímicamente. Las personas se sienten valoradas y amadas, y poder cuidarlas nos hace sentir importantes”, sostiene la veterinaria Patricia El Kadi. “El porcentaje de adopciones creció en forma abismal y en ese sentido los gatos se llevaron se llevaron el papel principal. En los 12 primeros meses de pandemia entregamos 200 gatitos en adopción”, explica.

“Muchos me contaban que querían una mascota durante el tiempo de encierro, pero que les preocupaba qué iba a ocurrir con ese animal cuando tuvieran que volver a trabajar. Por eso, como los gatos son más independientes y requieren menos atención que los perros, la gente optó más por los felinos. También está la cuestión económica: es más costoso mantener un can”, remarca.

“Pienso que a raíz de los confinamientos mucha gente aprendió lo que es el amor incondicional de un gato y todo lo bueno que se genera en ese vínculo. La compañía, el cariño que brindan, sentir su ronroneo y mirar a los ojos a un felino tranquiliza a cualquier persona sola o en proceso de depresión”, apunta.

La adopción de canes también fue muy marcada. Los perros son de mucha utilidad contra la depresión, el sedentarismo y la soledad en las personas mayores, a quienes si tienen un perro no les queda más remedio que levantarse, vestirse, atenderlos y salir de casa.

Aunque la adopción de mascotas siempre es una buena noticia, El Kadi señala que en el contexto de pandemia el lado B de tener un animal para sentirse menos solos fue el siguiente: “hemos visto problemas de conducta, de híperapego, de ansiedad por la separación, sobre todo en el caso de perros”.

“La soledad nos puede llevar a veces a tomar decisiones equivocadas. Hay que ser consciente cuando adopta una mascota: para ese ser uno pasa a ser lo más importante que le pasó, su vida depende de nosotros. Hubo personas que adoptaron animales como compañía y después no le podían dar la atención necesaria. Entonces, las mascotas se sintieron abandonadas”, se queja.

La contracara

“Es cierto que hubo más adopciones en la primera parte de la pandemia. Pero la contracara de ese fenómeno es la gran cantidad de animales que fueron abandonados”, sostiene Carolina Sal, de la ONG De Patitas en la Calle. Por eso se han vuelvo más exigentes antes de entregar un animal porque muchas personas no están en condiciones de adoptar. Les hacen llenar un formulario y en algunos casos, si dudan, visitan el domicilio de la persona para ver que reúnan los requisitos básicos. “Antes de adoptar hay que ser conscientes de lo que eso implica: tiempo, dinero y responsabilidad. Tuvimos más mensajes (hasta 15 por día) pidiendo ayuda para animales propios y mascotas que adoptaron o que compraron y ya no pueden mantener o cuidar. Cuando el aislamiento se terminó, no todos tenían tiempo disponible ni querían resignar sus espacios para encargarse de la mascota”, describe. Sal critica también a aquellos familiares de personas que fallecieron y dejaron en la calle a las mascotas que les pertenecían.

Fernanda Ramos, de la ONG Amigos de los Animales Abandonados, cuenta su experiencia: “mucha gente que recibió cachorros en pandemia, luego los dejó a la deriva. A eso se sumó que durante un año no hubo castraciones gratuitas. Hoy la situación de los perros callejeros es preocupante. La crisis económica potenció el abandono. Los más perjudicados son los peros adultos; nadie los quiere”.

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