La foto de Máximo que sí y la foto de Jaldo-Alfaro que tal vez

Máximo Kirchner y Mabel Carrizo. Máximo Kirchner y Mabel Carrizo.

El valor de las fotografías en política equivale al de los gestos. Las imágenes de los protagonistas políticos comunican alianzas; evidencian quiebres o envían advertencias. También pueden confundir. Incluso la ausencia de una instantánea puede ser un mensaje.

Una foto ya tomada y otra que podría tomarse hablan de la actualidad política del país y, sobre todo, de Tucumán. La primera tiene que ver con el paso del acuerdo entre el Ejecutivo nacional y el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el Congreso. Es el tema de discusión central por estos días y lo seguirá siendo tras la media sanción. La confirmación del quiebre en la coalición peronista abrió una serie de especulaciones sobre cómo seguirá el Gobierno y qué repercusiones tendrá esto en las provincias. Por otro lado, la foto que está latente tiene que ver con el tablero político local: cómo se están configurando los dos principales frentes, del oficialismo y de la oposición, con la mirada en 2023.

La previa k y el detonante

La primera foto se tomó en el despacho de Máximo Kirchner cerca de la medianoche del jueves. En el retrato aparecen con los dedos en “v” el ex presidente de la bancada oficialista y la diputada famaillense Mabel Carrizo, que ocupa una de las cinco bancas del oficialismo provincial. Por esas horas, mientras se debatía el entendimiento, los dimes y diretes bullían en el Congreso. Varios diputados tucumanos comentaron que la tensión y las presiones fueron las protagonistas.

Horas después, el kirchnerismo cristinista, cuya representante local es Carrizo, bajó al recinto y selló lo que parece ser la ruptura del oficialismo nacional. Hasta ese momento, desde La Cámpora se había deslizado que se habían definido por la abstención para no perjudicar demasiado a la gestión de Alberto Fernández. Inclusive, cuentan que esa versión tenía el gobernador Jaldo. Desde la agrupación habían mencionado puertas adentro que expresarse en contra sería “una declaración de guerra”.  

¿Qué cambió? En el seno kirchnerista subrayan tres motivos clave durante la última semana. En primer lugar, la vicepresidenta Cristina Fernández y Máximo habrían considerado cuanto menos un desaire que el albertismo pusiera más énfasis en negociar con la oposición que con ellos. Les habría molestado que, en vez de buscar los votos camporistas, se lanzaran hacia los de Juntos por el Cambio (JxC). Habrían considerado que habían dado gestos públicos de que la distancia no era irreversible: anotaron al alejamiento de la presidencia del bloque; la remoción de cuatro diputados k de las comisiones de Finanzas y Presupuesto para que el proyecto pudiera obtener dictamen y al haber dado quórum en la lista. En segundo lugar, habría pesado que el ministro de Economía, Martín Guzmán, no pudiera cumplir con lo que les había prometido, es decir, mejores términos para que la aplicación del acuerdo tenga el menor impacto social posible. El tercer y último factor habría sido el detonante, según relatan en el kirchnerismo: el ataque al despacho de Cristina durante la marcha en los alrededores del Congreso. Paradójicamente, dicen, tuvo como blanco a alguien que también está en contra del entendimiento. El propio Kirchner comentó detalles a sus compañeros: la primera piedra pegó en una pared y los desorientó; las 13 restantes los obligaron a escapar y fue el propio Máximo el que tuvo que sacar abrazada a su madre de la oficina. Les contó que ella quedó estupefacta, inmóvil. En los despachos k están convencidos de que fue dirigido.

¿Cómo sigue? Desde distintas vertientes de la coalición insisten en que se está poniendo en juego el armado y también la distribución del poder. Un sector del albertismo, de acuerdo con medios nacionales, quiere que el Presidente se muestre más autónomo y que rompa con su vice. Otro prefiere que trate de conciliar antes de que sea tarde y de que se aproxime más el 2023. El justicialismo de los gobernadores, que encabeza Juan Manzur, mira con atención todos los movimientos porque fue fundamental para asegurar los votos de las provincias. En el kirchnerismo, en tanto, dicen que esperan un gesto de Alberto. Reconocen, sin embargo, que no tendrían demasiados inconvenientes en crear una propia fuerza y quedarse con el 30% de los votos que dicen mantener. En ese escenario, analizarían afianzarse en la provincia de Buenos Aires y salir a recorrer el país para buscar a sus candidatos a gobernador. Advierten, además, que ya no se trata sólo de Máximo. En esa posibilidad, aunque parezca una obviedad, son Máximo y Cristina.  

Mañana el proyecto entrará en el Senado y una vez más comenzará a girar el poroteo. El paso de las horas determinará el futuro de la coalición nacional.

¿Qué repercusiones habrá en la provincia? Los entendidos afirman que si las habrá, serán a largo plazo. Refieren así a la conformación de las listas el año próximo. En la Casa de Gobierno ya mencionan que, si la división nacional se profundiza, no habrá chances de que el kirchnerismo reclame espacios como sucedió hasta el momento. Consideran que a ningún gobierno oficialista le conviene una ruptura.

Jaldo-Alfaro

El pedido para la foto fue público y formal. El primer día de este mes, Germán Alfaro, el intendente capitalino y uno de los líderes de JxC, se paró frente a los concejales y en su discurso anual dio a conocer que pediría una audiencia al gobernador interino para tratar diversos asuntos como la aplicación de la tarjeta Sube o el destino de la ex Terminal. La nota con el pedido de audiencia entró al día siguiente en la sede del Ejecutivo provincial. A más de 10 días, aún no hubo una respuesta.    

¿Qué pasó? En el entorno de Jaldo ven intenciones más allá de lo institucional porque saben que las fotos hablan. Afirmaron, empero, que la cita podría concretarse durante la semana próxima, dependiendo de la agenda gubernamental. Expresaron que el mandatario viene trabajando bien con los intendentes de la oposición en general y que no pondría reparos. Aunque sí reconocen que si había alguna chance de que se fijara antes, esta se esfumó cuando las lluvias azotaron distintas áreas de Tucumán. En el Ejecutivo cayeron mal las críticas de funcionarios municipales al estado de los canales que dependen de la Provincia.

Sobre las otras “intenciones”, los dirigentes cercanos a Jaldo interpretan que Alfaro pretendería una foto que podría ser un mensaje fuerte para JxC y un dolor de cabeza para el oficialismo. Consideran que podría ser una muestra de fuerza y una especie de advertencia dentro del frente opositor que viene resbalando sobre su pretensión de unidad. Recuerdan que el líder del Partido por la Justicia Social (PJS) y aliado de Horacio Rodríguez Larreta es uno de los nombres que se mencionan como posible candidato a la gobernación (junto a los de Roberto Sánchez y Sebastián Murga). No es novedad que en la oposición cada tanto sobrevuela la idea de que Alfaro es peronista y desconfían de que permanezca en la oposición hasta 2023.

Para adentro del Gobierno, dicen, la imagen puede resultar irritante para la dirigencia de la capital. No sólo porque hay referentes que mantienen una puja desde hace años con el jefe municipal sino porque además es una figura que les genera cierta inquietud. Hay otro factor para nada menor ¿Cómo tomaría Manzur una cita entre ambos? Jaldo y Manzur vienen manteniendo un vínculo de acuerdo y relativa paz y una imagen como esta podría generar algún ruido.    

Del otro lado, en el Municipio, sostienen que los asuntos que necesitan tratar con Jaldo son trascendentales para la administración y que requieren de definiciones tarde o temprano. Remarcan que, sobre todo, es muy importante resolver la situación del transporte público de pasajeros.

Confiesan que sabían desde un principio que sería una imagen muy difícil de lograr, pero  que de todas maneras se arriesgaron. Nadie podrá decir luego que el intendente no tiene voluntad de trabajar en conjunto.

En el alfarismo analizan que el clima político en el oficialismo es de desconfianza entre el manzurismo y el jaldismo. Sostienen que Jaldo no se arriesgará a mostrarse con Alfaro sin contar con autorización de Manzur y subrayan una falta de independencia del interino. Recuerdan, de hecho, todas las especulaciones que hubo cuando, durante la interna, Manzur y Alfaro compartieron una serie de actividades oficiales. Creen que en esa oportunidad, el entonces gobernador se acercó al jefe municipal porque presumía que podría estar en conversaciones con su entonces rival Jaldo.

¿El pedido de audiencia es parte de una estrategia de Alfaro? ¿El objetivo es desconcertar? Todos lo sospechan, pero la certeza acerca del objetivo de la foto sólo la tienen en 9 de Julio y Lavalle.  

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