9 de Julio: 10 historias de la máxima fiesta tucumana

Más de dos siglos de historia toman forma alumbrados por la Declaración de la Independencia. Entre tantos episodios, propios de la celebración patria, algunos perduraron en la memoria de los cronistas

1949. Las tropas marchan por la plaza Independencia, flanqueadas por estudiantes primarios y secundarios. Del otro lado de la calle, la mutltud se apiña para ver el desfile. 1949. Las tropas marchan por la plaza Independencia, flanqueadas por estudiantes primarios y secundarios. Del otro lado de la calle, la mutltud se apiña para ver el desfile.

1816

Un sueco en medio del congreso

Jean Adam Graaner era un militar sueco de notable participación en las guerras napoleónicas, de las que emergió condecorado. Lo habían enviado al Río de la Plata como “emisario secreto” y fue así que en julio de 1816 apareció en Tucumán. Fue testigo de la Declaración de la Independencia y resumió sus vivencias en un informe que el historiador José Luis Busaniche tradujo y publicó en 1949. Cuenta Graaner el impacto que le causó un encuentro con Manuel Belgrano. El prócer le expuso, con vehemencia, su idea de una monarquía incaica como futura forma de Gobierno.

1828

El toldo en la Casa Histórica

El festejo del 9 de julio fue de lo más particular ese año: le pusieron un toldo al primer patio de la Casa Histórica y al naranjo que estaba en el medio lo disimularon armando a su alrededor una pirámide hecha de bastidores. Sobre esa superficie los jóvenes y entusiastas organizadores del baile de gala pegaron los versos de un poema que el Obispo Molina había escrito para la ocasión, titulado “Al 9 de Julio de 1828”.

Los más chiquitos disfrazados (1966) Los más chiquitos disfrazados (1966)

Desde 1875

Las vigilias en el Club Social

Cada 8 de julio la convocatoria era un clásico en el viejo Club Social, emplazado en la esquina de 25 de Mayo y 24 de Septiembre. El baile de gala servía de vigilia para recibir la fecha patria, y a la medianoche la celebración llegaba a un clímax de vivas y de brindis. Los asistentes empezaban a llegar a las 20. Las “niñas” lo hacían acompañadas por sus padres y por algún miembro del servicio doméstico, cuya misión era portar las zapatillas de baile que ella se pondría en el toilette del Club.  

1880

Kermés en plaza Independencia

Durante varios años se mantuvo la tradición de montar en la plaza, cada 9 de julio, una galería de kioscos de venta y rifa de artesanías con fines benéficos: los bazares. Actuaba la Banda de Música, mientras los intrépidos jugaban al “palo enjabonado”. El cierre, al ponerse el sol, era con un show de fuegos artificiales.

La participación de la niñez. Un desfile (1960) La participación de la niñez. Un desfile (1960)

1893

Las peregrinaciones estudiantiles

En julio de ese año llegaron a Tucumán dos peregrinaciones de estudiantes universitarios, una de Buenos Aires y otra de Córdoba. Para agasajarlos, la Sociedad Sarmiento programó un gran festejo en la Casa Histórica, cuyo frente ya había sido demolido. Para cubrirlo se pintó un gran telón que reproducía la fachada original, y esa fue la escenografía del acto en el que Silvano Bores pronunció un discurso al que los cronistas calificaron de memorable.

1897

Una medalla para la historia

La intendencia capitalina acuñó ese año una medalla de cobre conmemorativa, con la leyenda “La Municipalidad al vecindario. 9 de julio de 1897”. En el anverso se ve el clásico dibujo de la Casa Histórica. Otras medallas acuñadas en Tucumán, en homenaje a la Declaración de la Independencia, datan de 1887 (la hizo la Sociedad Protectora de Huérfanos y Desvalidos) y 1894 (a cargo de la Sociedad Sarmiento).

1912

Roque Sáenz Peña, un precursor

“La declaración de Tucumán es el alumbramiento de nuestra nacionalidad... Los pueblos deben avanzar hacia el porvenir cultivando cuidadosamente los recuerdos del pasado, siempre rico en consejos y enseñanzas”. Esos conceptos formaron parte del discurso que Roque Sáenz Peña pronunció el 9 de julio en Tucumán. Fue el primer Presidente que abrió la tradición de celebrar la fiesta en nuestra provincia. Volvió al año siguiente, pero en 1914 ya estaba muy enfermo: murió poco después, el 9 de agosto.

La ofrenda floral (1971). La ofrenda floral (1971).

1916

Centenario y tren a Yerba Buena

Se sabe que los fastos del Centenario fueron austeros -y sin la presencia del presidente Victorino de la Plaza-, pero esto no amilanó al Gobierno de Ernesto Padilla. Las celebraciones habían empezado en marzo y prosiguieron hasta el 9 de julio con toda clase de encuentros artísticos y culturales. Y también con abundante obra pública. Uno de esos hitos fue la inauguración del “vapor” que unía San Miguel de Tucumán con el pie del cerro, cuyo primer viaje oficial se realizó el 29 de junio. Se lo denominó “tranvía rural”.

1966

Tras la fiesta, la mayor crisis

El 28 de junio, un golpe de Estado había derrocado al presidente Arturo Illia. Poco después, el dictador Juan Carlos Onganía vino a Tucumán para encabezar los actos por los 150 años de la Declaración de la Independencia. El desfile por la avenida Mate de Luna fue uno de los más imponentes que se recuerdan. Pero aquella multitud enfervorizada ignoraba lo que estaba preparándose en las entrañas del poder: días más tarde se disponía la intervención y cierre de los ingenios.

2008

Una tragedia en medio del festejo

Se calcula que unas 30.000 personas acudieron al hipódromo para celebrar el 9 de julio y escuchar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero antes del comienzo del acto una tribuna cedió y el derrumbe dejó un saldo de 24 heridos y un muerto: el taficeño Juan Valdez, de 54 años.

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