Intento de magnicidio: en el país atravesado por el antagonismo, el odio se quedó con la centralidad política

Ni siquiera después de que la Argentina estuvo al borde del asesinato de su Vicepresidenta pudo darse una desescalada de “la grieta”

CONGRESISTAS. Los oficialistas se reunieron para repudiar el atentado. CONGRESISTAS. Los oficialistas se reunieron para repudiar el atentado.

Anoche, un hombre de nacionalidad brasileña que tiene residencia en la Argentina desde 1993 intentó asesinar a la Vicepresidenta de la Nación.

Ese hecho, destinado a convertirse en uno de los hitos más oscuros de la historia del país, congela por un instante el devenir del tiempo y cristaliza un momento específico. Lo que deja ver esa fotografía del presente nacional es que nada justifica el precio de construir una sociedad atravesada por el antagonismo.

El odio acaba de convertirse en el protagonista de la escena política argentina. Finalmente, suya (y no de una figura pública) es la mentada “centralidad”.

Lo revelador de las primeras horas, precisamente, es que el odio se ha convertido en una cultura política. Ni siquiera después de que el país estuvo al borde de un magnicidio pudo haber una desescalada de antagonismos.

El Presidente, “el jefe supremo de la Nación” según la Constitución Argentina, brindó una cadena nacional y sentenció: “Los discursos que promueven el odio no pueden tener lugar”. Un anhelo oportuno, del que la oposición debe tomar nota. Pero esas mismas palabras de Alberto Fernández estuvieron despojadas de una autocrítica hacia el propio oficialismo. Entonces devinieron verdad a medias. Que son, históricamente, combustible del odio.

Consecuencias

Las consecuencias del intento de asesinato contra la dos veces Presidenta de la Nación ya comenzaron a aflorar.

Seguirán horas en las que habrá un “control de asistencia” de quienes manifestaron su solidaridad con Cristina Kirchner; y una segunda lista para registrar a quienes no lo hicieron.

Ese “punteo” que separará “solidarios” de “odiadores” también será interno. Por caso, ayer nomás, la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, reclamó públicamente la renuncia del ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, a quien responsabilizó directamente de no haber garantizado el resguardo de la titular del Senado.

Tras los incidentes del fin de semana entre las fuerzas de seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los militantes que se congregaron en Recoleta para manifestar su apoyo a Cristina, en el contexto de su procesamiento en la causa “Vialidad”, el juez porteño Andrés Gallardo dictó un fallo que impide a la Policía de la Ciudad actuar en manifestaciones frente a la casa de la ex mandataria, y dispuso que el comando de las fuerzas para custodiarla sea federal.

Simultáneamente, la CGT había convocado a un paro nacional, sin fecha, para manifestarse en apoyo a la ex jefa de Estado y reclamar el esclarecimiento del fallido atentado. La decisión del Presidente de declarar feriado nacional para hoy fue interpretada como una medida que lo pone al frente de los avales a su compañera de fórmula, a la vez que cumple con la demanda sindical sin necesidad de que se declare una huelga.

Déficits

En la Argentina antagonista que ayer quedó expuesta en su máxima expresión, los liderazgos que faltan son los del consenso.

En paralelo, el “modelo” que el país aún no tiene es el de una democracia consagrada como un gobierno consentido. Esa es la base de las políticas públicas que se sostienen en el tiempo.

“La grieta”, que claramente está fuera de control, impide apreciar uno de los más inestimables valores de la democracia: las elecciones resuelven las diferencias de manera pacífica.

Anoche, esa democracia volvió a quedarnos en el futuro.

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