Julio Burdman: “la política se reordenará en sus cánones polarizados”

La agresión contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner encontró a gran parte de la política encolumnada en la moderación.

04 Septiembre 2022

Desarmar un sistema denominado “grieta estructural” será difícil, aunque no imposible. La agresión contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner encontró a gran parte de la política encolumnada en la moderación, para acompañarla en un proceso inédito como repudiable, afirma Julio Burdman, director de Observatorio Electoral Consultores. En una entrevista con LA GACETA, el doctor en Ciencia Política (especialización en Sociología Política Comparada) del Instituto de Estudios Políticos de París señala que ni el intento de magnicidio contra Cristina, ni el avance de las causas judiciales en su contra podrán imponerse frente a un problema que será el eje central de cara a las elecciones de 2023: la economía.

-¿Por qué sostiene que el intento de asesinato de la vicepresidenta traerá como consecuencia una moderación en la división política?

-Parece una contradicción, pero después de un intento de un hecho de violencia política altísima, la dirigencia necesariamente tiene que moderarse por un tiempo, pero que será breve. La violencia política marca un límite a la retórica y, desde hace 14 años, cuando se desató la crisis con el campo, hasta nuestros días, la política argentina se ha movido en andariveles de polarización muy elevados, como en otros países de América latina. Todo esto está relacionado con estructuras profundas de la política que se vieron exacerbadas por culpa de las redes sociales  y de la fragmentación de la comunicación. Creo que la forma de salir de esta grieta retórica es, por ejemplo, recuperando el rol tradicional de los medios de comunicación. Parte de la fragmentación tiene que ver con la pérdida de estos medios del pasado, en la que la gran cantidad de los públicos se reunía y se informaba a través de esos medios masivos que buscaban ser ecuánimes, porque tenían que contener un público amplio y no podían darse el lujo de ser muy partidista. Todo se perdió; todo se fragmentó. Internet, primero, y las redes sociales, después, crearon una nueva balcanización de los públicos, en una lógica más cerrada, de grupos más pequeños y fidelizados por las contradicciones. Todo eso es un fenómeno profundo y estructural que tiene que ver con cómo es la política contemporánea, y eso no va a cambiar. Pero la violencia política es el limite, en donde queda claro qué esta dentro y qué está afuera y donde la gran mayoría del sistema político iba a elegir estar adentro. Por eso lo vimos a Mauricio Macri, a Horacio Rodríguez Larreta, a los radicales, a la gran mayoría de la oposición, como también al gran conjunto oficialista y heterogéneo, con gobernadores, sindicalistas y el resto de los dirigentes detrás de la consigna antiviolencia, solidarizándose con Cristina. Allí se producen las moderaciones. Se demarca quien está adentro y quién está afuera. Amalia Granata se sale de esto y se marginaliza al mandarse con un discurso distinto. Insisto en que esa moderación es momentánea, porque la política se reordenará en sus cánones polarizados.

-¿El intento de magnicidio, marcará un punto de inflexión de cara a las elecciones de 2023?

-No es tan claro. Para 2023 tenemos un tema demasiado profundo que es la economía argentina en nuestra calidad de vida, como ciudadanos de este país. La Argentina fue formada por nuestros antepasados que vinieron a esta parte de América del Sur para vivir bien. Eso es parte del sentido de la argentinidad. Y de allí la ola inmigrante porque se veía que aquí se vivía bien, había trabajo y buenos sueldos. Una Argentina que no cumple con todo eso es una conmoción. Por lo tanto, la cuestión económica es central. Con niveles de vida por debajo de nuestras aspiraciones, con ingresos muy bajos en un marco de inflación, de desempleo y de pobreza elevada a toda la sociedad le preocupa. El gran tema es economía. No creo que en 2023 estemos hablando de la seguridad de Cristina y de las causas judiciales. El año que viene volveremos a hablar de economía, porque es el tema que más le preocupa a la gente. Los otros pueden resultar pasajeros.

-¿Observa a Cristina Fernández como candidata a presidenta de la Nación? ¿Qué puede hacer el Frente de Todos en 2023?

-No sé si ella será candidata, pero desde hace un tiempo, después de los comicios de 2021, ella ha recuperado su rol en el Gobierno, por lo menos en el pedido de cambio de gabinete y su incidencia en esas modificaciones. Creo que ella recupera un poco la centralidad en la coalición. El Frente de Todos es “Cristinadependiente” y, si no es ella la candidata,  una vez más tendrá más influencia en las candidaturas. No obstante, al Frente de Todos le va a costar la continuidad, si tomamos en cuenta que la mayoría de la población desaprueba la gestión que viene desarrollando el presidente Alberto Fernández. Si hoy fueran las elecciones, seguramente ganaría alguno de los candidatos de la oposición. Pero eso es arriesgado. Falta un año para las próximas elecciones.

-Como observador en temas de seguridad, ¿cuáles fueron los errores de la custodia vicepresidencial? ¿Qué pensó al ver la escena de CFK y una pistola muy cerca de su rostro?

-En primer lugar una cosa que sabemos desde hace siglos es que, en política, cualquiera puede matar a cualquiera. De hecho, Thomas Hobbes, uno de los impulsores de la filosofía política moderna occidental,  decía que la igualdad de los  hombres está demostrada por aquel axioma. Esto quiere decir que ni los mejores sistemas de seguridad pueden impedir que haya un loco o una persona políticamente motivada hacia al extremismo, que pueda franquear barreras e intente matar un presidente. Lo hemos visto, por caso, en los Estados Unidos,  que tiene un Servicio Secreto, cuyo objetivo es proteger a un presidente e investigar las amenazas contra su investidura. Aún así, mataron a John F. Kennedy e intentaron hacerlo contra Ronald Reagan. No hay custodia que alcance contra una persona que esté dispuesta a matar a un presidente o a un vicepresidente como en el caso argentino. De hecho, está claro que esta persona que intentó atacar a Cristina sabía que se estaba exponiendo a cualquier coas. Sabía que iba a ser atrapado o debió saberlo dispare o no, y terminó preso. Todo eso no se podía evitar. Uno podría agregar la discusión acerca de quién debía custodiar a la Vicepresidenta, si la Policía de la Ciudad de Buenos Aires o la Federal, que es la que depende de Presidencia. En mi opinión es que debió actuar la Policía Federal porque es, en última instancia, la que debe dar cuenta de la seguridad vicepresidencial, y eso está en manos del Ministerio de Seguridad de la Nación. Allí creo que el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta no debió haberse metido. Creo que consideró que allí había un caos o cierto vacío legal y que la policía de la Ciudad debía intervenir por eso. Creo que todo el perímetro de la zona cercana al domicilio de la Vicepresidente debía haber estado, de entrada, en manos de la Federal.

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