Instituciones de Brasil apuntalan el sistema electoral

Se disponen a enfrentar a Bolsonaro

20 Septiembre 2022

BRASILIA, Brasil.- Mientras el presidente Jair Bolsonaro sienta las bases para impugnar una posible derrota en las elecciones de octubre, los tribunales, los líderes del Congreso, los grupos empresariales y la sociedad de Brasil están cerrando filas para apuntalar la confianza en la integridad de los comicios.

Incluso los líderes de las Fuerzas Armadas, ahora más involucrados en el Gobierno que en cualquier otro momento desde la dictadura militar de 1964-1985, han ofrecido garantías privadas a sus antiguos compañeros de que no quieren participar en la alteración del orden democrático, según media decena de antiguos oficiales con estrechos vínculos con el liderazgo militar.

Así, al populista de extrema derecha, que va a la zaga en las encuestas, le quedan pocos resortes institucionales para hacer descarrilar el proceso electoral, aunque tiene suficientes partidarios como para llenar las calles de manifestaciones airadas.

“Una cosa es segura en estas elecciones: Bolsonaro sólo aceptará un resultado: la victoria. Cualquier otro resultado será impugnado”, dijo Camilo Caldas, profesor de derecho constitucional en la Universidad de San Judas en San Pablo.

Bolsonaro dice que respetará el resultado de las elecciones siempre que la votación sea “limpia y transparente”, sin definir ningún criterio. Muchos creen que eso deja espacio para conflictos después de la votación. Los funcionarios electorales han advertido del riesgo de un levantamiento si Bolsonaro pierde ante el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva.

Durante más de un año, Bolsonaro ha insistido, sin pruebas, que las encuestas mienten, que el sistema de votación electrónica de Brasil está abierto a la manipulación y que los jueces electorales podrían amañar el voto a favor de Lula.

Uno de los asesores de campaña de Bolsonaro dijo que no descarta manifestaciones violentas tras las elecciones: “Bolsonaro es absolutamente imprevisible. Podría haber problemas”.

El mandatario ha demostrado que puede movilizar a decenas de miles de simpatizantes, como hizo en los actos del Día de la Independencia este mes. “Si Lula gana, puedes estar seguro de que hubo un gran fraude y la gente estará realmente molesta”, dijo el capitán de navío retirado Wilson Lima, un organizador del acto de Bolsonaro en Brasilia. “Una población enfadada se desbocará. Dios sabe lo que puede pasar”, amenazó.

Decididas a evitarlo, las principales instituciones brasileñas han pasado el último año tratando de adelantarse a Bolsonaro.

El Congreso rechazó del intento de volver a los votos de papel. Las autoridades electorales crearon una “comisión de transparencia” con expertos en tecnología, grupos cívicos y órganos de Gobierno para revisar las medidas de seguridad y respaldar las mejores prácticas electorales. Un número récord de observadores extranjeros está acudiendo a supervisar la votación.

Los líderes empresariales también han hecho declaraciones de su fe en el sistema electoral. El juez del Tribunal Supremo José Antonio Dias Toffoli dijo que la comunidad empresarial entendía que una ruptura con la democracia sería un “suicidio económico”, dado el riesgo de sanciones por parte de Europa y otras potencias occidentales.

Aliados como Estados Unidos también han señalado, en público y en privado, lo que esperan de la segunda mayor democracia del hemisferio occidental. El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, Bill Burns, dijo el año pasado a los principales asesores de Bolsonaro que debería dejar de poner en duda el sistema de votación electrónica.

El asunto inquieta a muchos en Washington, que ven que Bolsonaro sigue los pasos del ex presidente Donald Trump, de cuyas acusaciones infundadas de fraude en las elecciones estadounidenses de 2020 se ha hecho eco el líder brasileño. (Reuters)

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