Cuando pensamos en Irlanda dos referencias nos vienen a la mente: la banda musical U2 y la fiesta de San Patricio. Pero hay muchísimo más por descubrir y se trata de un destino que atrae cada vez más a los tucumanos. “Esta ciudad es una belleza, es todo muy verde. Además tiene mucha cultura de pubs y fiestas todos los días de la semana”, explica Mariano Medina, que vive en Dublín con su esposa desde hace tres años. Llegaron con la idea de mejorar el inglés y aprovechar la aventura de vivir en el extranjero. Unos años atrás habían tenido un primer acercamiento a Europa con una visa Work and Holiday a Dinamarca. Mariano trabaja en el área del desarrollo de software y cuenta que las posibilidades del rubro son muchas.
“La tecnología tiene un microclima propio totalmente distinto, porque hay mucha demanda en todos lados”, comenta Alejandro Cáceres, quien también es programador y emigró a la isla con su pareja hace cuatro años. Como Mariano, Alejandro se fue con la idea de conocer otras culturas, aunque su proceso fue calculado y organizado. Su sueño era trabajar en Riot Games, una de las más grandes empresas de desarrollo de videojuegos, y aunque tuvo que intentarlo más de cuatro veces por fin lo consiguió.
La demanda en el rubro del software hace que muchos decidan cambiar su profesión para volcarse al sector. Sin embargo, aunque los salarios sí están por encima del promedio respecto a otros trabajos, requiere de mucha dedicación.
“Si querés ascender después dentro de la compañía ya necesitás una formación más sólida”, explica Agustín García, otro tucumano instalado en Irlanda. “Lo que sucede es que los primeros niveles se ocupan y se desocupan rápido, pero los sectores que son de senior, de management, director y arriba son sectores en los que sí necesitas experiencia”, agrega.
Los salarios son altos, es verdad, pero también el costo de vida. Los tucumanos coinciden en que el mayor desafío para vivir en Irlanda es la crisis inmobiliaria. Alquilar una habitación puede llegar a costar entre 500 y 800 euros al mes. Sin embargo, cuentan que la calidad de vida es excelente. Se trata de una ciudad cosmopolita que recibe mucha inmigración de países de la comunidad europea, de la India y de Brasil, y que muchos eligen para aprender inglés.
“Que vengan más tucumanos, es un clima muy welcoming. Te dan muchas facilidades en el sentido humano para quedarte acá a trabajar porque están acostumbrados”, explica Agustín. “Los irlandeses son muy extrovertidos comparados con el danés, que es el otro europeo que más o menos conozco”, agrega Mariano. “Tienen un sentido del humor mucho más cercano al nuestro y son más relajados, mientras que en Dinamarca es mucho más estricto. Me animaría a decir que un poco más latino”, resume.
En detalle
El otro reto para vivir en Irlanda es el clima. En Dublín llueve con frecuencia y las temperaturas no varían mucho entre invierno y verano. Además, la cantidad de horas de luz cambia mucho, y son muy pocas en invierno. “El hecho de que se haga de noche a las 4 de la tarde en invierno fue bastante duro para mí”, confiesa Mariano. Sin embargo, aunque geográficamente Irlanda se ubica mucho más al norte que Nueva York, no tiene temperaturas tan bajas debido a la influencia de la corriente cálida de Brasil.
Sin dudas lo más desafiante de vivir en el exterior es alejarse de los afectos. Sin embargo, también hay otras cosas que uno no esperaría extrañar y que se descubren con las diferencias culturales. “Extraño, por ejemplo, cenar a la noche, merendar a la tarde, almorzar al mediodía y desayunar a la mañana”, cuenta Agustín. Estaba acostumbrado a “cafetear” después del trabajo pero en Irlanda las cafeterías cierran temprano porque la cena usualmente es a eso de las seis de la tarde.
En la tierra de los duendes y el leprechaun tampoco hay sánguches de milanesa o pasta frola. Mucho menos humita, locro y empanadas. Ni hablar de la Mirinda Manzana. Cosas que los tucumanos echan de menos. Igual relatan que intentan cocinar de vez en cuando esas comidas y hasta consiguen carne de corte argentino. “Hicimos una reunión para el 9 de julio con la gente de Tucumán, nos juntamos a comer un asadito”, cuenta Alejandro, que si bien extraña mucho a su familia no tiene planes de volver en el corto plazo. “El plan es por lo menos quedarnos acá hasta conseguir la ciudadanía, cosa de tener esa puerta abierta el día de mañana”, cuenta.
Mariano tampoco piensa volver pronto, aunque no lo descarta. Para Agustín, el horizonte sí está puesto en su tierra natal. “Me gustaría volver y aportar de alguna forma al futuro de Argentina”, explica. Y agrega que se siente agradecido también con nuestro país: “conozco gente que no quiere estudiar y está bien, es su decisión, pero que sepan que acá es muy caro estudiar y hay que valorar muchas cosas que nos da la Argentina. Estoy haciendo esta experiencia gracias a que soy un profesional de la Universidad Nacional de Tucumán”.
Proceso del visado
Irlanda pertenece a la Comunidad Europea, por lo que se rige con las mismas condiciones que el resto del continente. Si ya se tiene una ciudadanía de cualquier país de Europa se puede trabajar ahí sin problemas. Caso contrario, se necesita que una empresa oficie de patrocinadora y dé inicio a los trámites de la visa. Normalmente se trata de una visa que se conoce como critical skills, que es para profesionales altamente calificados, donde justamente se encuentra el rubro de los programadores.
Durante los primeros dos años se obtiene la visa Stamp 1, con la que la persona queda vinculada a la empresa y su permiso de residencia caduca si termina esa relación laboral. Pasado ese tiempo es posible solicitar una visa Stamp 4 para residir y trabajar legalmente en el país, independientemente de la empresa que te contrata. Luego de tres años con esta visa ya es posible solicitar la ciudadanía irlandesa.
El proceso es un poco más sencillo y amigable que en Estados Unidos, por ejemplo, y sí habilita a trabajar a las parejas. Algunas empresas, además, pagan los gastos de pasajes y el primer mes de estadía para ayudar a los empleados a instalarse.