Bolsonaro se apoya en el voto evangélico de cara al balotaje

Lula tuvo que salir a desmentir que vaya a cerrar iglesias. Una “guerra religiosa”

CAMPAÑA. El presidente hizo un recorrido por Sao Joao de Meriti, cerca de Rio de Janeiro, su estado natal. CAMPAÑA. El presidente hizo un recorrido por Sao Joao de Meriti, cerca de Rio de Janeiro, su estado natal.
28 Octubre 2022

SAN PABLO, Brasil.- Visitas a templos, fotos con sacerdotes, cartas a fieles y una lluvia de desinformación: Jair Bolsonaro y Lula da Silva están luchando de todas las formas posibles para conquistar al decisivo electorado cristiano, de cara al balotaje del domingo en Brasil.

Los esfuerzos por conquistar ese voto, en lo que la prensa denominó una “guerra religiosa”, continuaron hasta la recta final de la campaña.

El mandatario brasileño, que va segundo por entre cuatro y seis puntos, llegará al balotaje presidencial del domingo con más apoyo entre los cristianos evangélicos, un grupo demográfico que su rival estuvo cortejando durante la campaña.

En Brasil, un país donde viven 215 millones de personas mayoritariamente católicas, pero con una influencia creciente de las iglesias evangélicas -un tercio del electorado-, el 59% considera a la religión como un factor importante a la hora de decidir el voto, según la consultora Datafolha.

Las encuestas muestran que Bolsonaro expande su respaldo en voto evangélico a medida que su campaña intensifica sus llamados y gestos religiosos, mientras ataca al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula por su defensa de los derechos del colectivo LGBT+ y de las tradiciones religiosas afrobrasileñas.

Lula intentó seducir a los evangélicos salpicando sus discursos con referencias bíblicas y negando reportes falsos de que planea cerrar iglesias e, incluso, tuvo que desmentir que tuviera un “pacto con el diablo”.

Pese a esos esfuerzos, cuatro destacados encuestadores mostraron un apoyo a Bolsonaro superior al 60% entre los evangélicos, lo que los convierte en el respaldo más fuerte para la reelección del derechista.

“Llevar el debate al campo de la religión y las costumbres facilita el trabajo para aumentar el rechazo del adversario, con temas que apelan a lo emocional”, dice Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper.

“La izquierda, el comunismo, no están comprometidos con la vida, no nos respetan”, dijo Bolsonaro frente al altar de una iglesia evangélica, en San Pablo.

El mandatario, un católico de 67 años, bautizado en 2018, en el río Jordán, por un famoso pastor evangélico, convoca a la defensa de la “familia tradicional” y la Biblia, o el nombramiento de un juez “terriblemente evangélico” para la Corte.

En su cruzada electoral, contó además con su esposa Michelle, una evangélica devota, que viajó por el país para apuntalar el apoyo religioso definiendo la contienda como una batalla entre el “bien y el mal” y aludiendo a Lula como el “diablo”.

En la recta final de la campaña, Lula se esforzó por acercarse a los evangélicos. “La familia para mí es una cosa sagrada”, aseguró en un acto con evangélicos, a quienes entregó una carta de compromisos para asegurarles que garantizará la libertad de culto y que se mantiene opuesto al aborto.

También se reunió con pastores progresistas y se prestó a una ceremonia con uno de ellos en San Pablo. Con los ojos cerrados, las manos juntas y la mirada al suelo, escuchó a un pastor negro elogiarlo por no usar “artificios religiosos para engañar a las personas”.

El uso político de la religión acabó exasperando a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil que reprobó la “explotación de la fe como camino para juntar votos”. (AFP-Reuters)

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