Lula derrotó a Bolsonaro, en un dramático final

El recuento parcial otorga 50,87% de los votos al líder del PT, que vuelve al poder, por tercera vez, en una resurrección política casi novelesca

DESAFÍO. El ex mandatario enfrentará ahora un escenario mucho más duro que el que había entre 2003 y 2010. DESAFÍO. El ex mandatario enfrentará ahora un escenario mucho más duro que el que había entre 2003 y 2010.
31 Octubre 2022

SAN PABLO, Brasil.- Con el 98,95% de los votos escrutados, Luiz Inácio Lula da Silva alcanzaba anoche el 50,83% de las preferencias, mientras el ultraderechista Jair Bolsonaro llegaba al 49,17%.    

El ex presidente brasileño tomó la delantera varias horas después de iniciado el recuento, sólo cuando se habían escrutado el 70% de los votos, y por un margen menor del que auguraban las encuestas, en una de las elecciones más disputadas de la historia de Brasil, y en uno de los procesos con el clima social más tenso.

Con esta victoria, Lula se convertirá en el presidente de Brasil por tercera vez, una hazaña que hace un par de años, cuando estba preso en una cárcel de Curitiba, acusado de corrupción, parecía imposible.

Minutos después de confirmarse la victoria, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) utilizó sus redes sociales para publicar la palabra “Democracia”, junto a una foto en la que se ve su mano y la bandera de Brasil.

Este autodefinido “joven” de 77 años, ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana, volverá así a tomar las riendas de este país de tamaño continental, después de una campaña tensa, repleta de amenazas y de violencia, de noticias falsas y de acusaciones sin fundamento.

Bolsonaro, con este resultado, se convierte en el primer presidente brasileño que no logra la reelección desde el regreso a la democracia.

La definición fue dramática; ambos candidatos se mantuvieron codo a codo durante todo el escrutinio. La diferencia en votos es de 1,9 millones a favor de Lula, sobre un total de 156 millones de electores.

“Es el día más importante de mi vida”, le dijo a los periodistas que lo esperaban, después de votar en una escuela de Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de San Pablo donde se forjó como líder sindical, en los años 1970.

Dos veces presidente entre 2003 y 2010, Lula dejó el poder con una popularidad de casi 90% tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza. Y se granjeó un enorme prestigio internacional como piloto del “milagro” económico brasileño, empujado por los altos precios de las materias primas.

En este tercer período no contará con la misma bonanza: si bien la economía da algunas señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los 2000.

Un origen muy pobre

Una cabaña de barro fue su primer hogar, en el empobrecido nordeste de Brasil. Séptimo hijo de un matrimonio analfabeto, Lula fue abandonado por su padre antes de que la familia emigrara, como millones de coterráneos, a la industrializada metrópoli de San Pablo.

Fue vendedor ambulante y lustrabotas. A los 14 años inició su formación como tornero, perdió un meñique al manipular una máquina y al final de la década de 1970, como líder del sindicato de los metalúrgicos, lideró una histórica huelga que desafió a la dictadura militar (1964-1985).

Disputó varias veces las presidenciales: en 1989, las primeras tras la restauración democrática, y luego en 1994, 1998. En 2002 resultó ganador y se convirtió en el primer jefe de Estado brasileño salido de la clase obrera y consiguió la reelección en 2006.

Coronó su doble mandato consiguiendo la sede del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos de Rio 2016.

Pero su trayectoria política se vio empañada por escándalos de corrupción, como el “Mensalao”, una millonaria contabilidad ilegal que involucraba al Partido de los Trabajadores (PT), que Lula cofundó en 1980, para comprar el apoyo de congresistas. Terminó envuelto en el “Lava Jato”, la mayor operación anticorrupción de la historia del país, enfocada en una gigantesca red de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras.

Condenado en 2017 por la obtención de un departamento de una constructora a cambio de contratos públicos, siempre proclamó su inocencia. Finalmente la Justicia le dio la razón: lo liberó y anuló las condenas.

Estuvo 19 meses en prisión, en los que perdió a un hermano y a un nieto de 7 años. En marzo de 2021 recuperó sus derechos políticos con la anulación de su sentencia. “Me quedé tranquilo, preparándome como Mandela se preparó durante 27 años, como Ghandi se preparó toda su vida, para salir de prisión sin rabia”, dijo entonces, definiéndose como un “Lulinha paz y amor”.

“No nos faltará amor. Vamos a cuidar con mucho cariño de Brasil y del pueblo brasileño. Viviremos un nuevo tiempo. De paz, de amor y de esperanza. Un tiempo en el que el pueblo brasileño tenga de nuevo el derecho a soñar y las oportunidades para realizar lo que sueña”, escribió en Twitter, cuando ya había confirmado su victoria. (Reuters-AFP-Especial)

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