LA GACETA en Qatar: Una ciudad sin perros ni desagües pluviales… pero con “bidets de mano”

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Los amantes de las mascotas, en especial de los perros, quedarán decepcionados durante una visita a Doha. Es imposible ver alguno en las calles y son poquísimas las familias que los crían. Al contrario de lo que sucede en otras ciudades del mundo árabe, sobre todo en el norte de África, en Qatar los perros son una rareza. “A nadie se le ocurre tener un perro en un departamento o en una vivienda pequeña, eso está mal visto hasta por cuestiones de higiene. Y también porque sienten que los animales sufren cuando están encerrados”, explica Yusem, uno de los tantos marroquíes que trabajan aquí. Agrega Yusem que los pocos perros qataríes pertenecen a la clase adinerada, que dispone de parques o amplios jardines en su casa.

En cambio, lo que abundan en Doha son los gatos y, en cierta forma, se comportan como perros. Hay numerosos callejeros, a los que les dejan agua y comida en puntos estratégicos. No se mueven con velocidad y sigilo, como estamos acostumbrados a verlos. Son parsimoniosos, caminan más que trotan o corren, y reciben caricias sin inmutarse. Lo dicho: como si de perros se tratara. ¿Por qué los cuidan y les tienen tanta consideración? Por su efectivo trabajo cazando alimañas, en especial lauchas, que son una plaga. Pueden dar fe de eso los cientos de argentinos que coparon el barrio de Barwa, llamado -justamente- “de las ratas”.

Otro tema que llama la atención es que Doha no cuenta con un sistema de desagües pluviales. La razón es muy simple: llueve un mínimo de dos o un máximo de cuatro veces al año. “Y se inunda todo, pero nadie se hace problema -apunta Yusem-. Con lo que se valora y se disfruta el agua, es más bien una curiosidad que se espera todo el tiempo”. Para el ojo occidental, en especial para el desacostumbrado a los climas y a las geografías desérticas, circular por calles y avenidas carentes de alcantarillas es sorprendente. Lo que sí hay, por supuesto, son cloacas, cuyo contenido no viaja hacia el mar, sino tierra adentro.

Las costumbres y la vida urbana van descubriéndose a lo largo de los días. Por ejemplo, como pedirle al mozo que acompañe con un vaso las botellas de agua que deja en la mesa. Es que lo usual aquí es tomar el agua del pico. Otro tema: al principio llaman la atención los monopatines eléctricos y las bicicletas encontradas el paso en las veredas. Daría la impresión de que el dueño bajó para hacer algún trámite antes de seguir viaje. Nada de eso: son transportes públicos y gratuitos. Cualquiera puede usarlos y dejarlo en el punto de destino al que quiere llegar. Siempre habrá alguien que lo halle en ese lugar y así nunca se interrumpe la cadena. De más está decir que los tratan con cuidado y que a nadie se le pasaría por la cabeza robarlos.

LA GACETA en Qatar: Una ciudad sin perros ni desagües pluviales… pero con “bidets de mano”

Esto se relaciona con la cuestión de la seguridad en Doha. Puede haber incidentes aislados, como le sucedió a una periodista de TN cuando comenzaba el Mundial, pero lo cierto es que se puede circular sin problemas, de día y de noche, sin el temor a ser asaltados. Todos transitan con los celulares en la mano sin preocupaciones en ese sentido. Y a no desconfiar de los autos estacionados, mientras el conductor mira para todas partes en una actitud que, para nuestras costumbres, pintan sospechosas. Son los choferes de la legión de Ubers, que compiten con los taxis por el favor de los usuarios.

Donde sí pueden encontrar complicaciones los visitantes es en los baños públicos. Junto al inodoro cuelga la manguerita, rematada con la regadera correspondiente, que no es para ducharse. Se trata de un bidet de mano, cuyo uso se complejiza para los no iniciados en este arte de maniobrar entre la tabla y el espacio vacante. 

LA GACETA en Qatar: Una ciudad sin perros ni desagües pluviales… pero con “bidets de mano”

El resultado, en los primeros intentos, es un enchastre que termina con una laguna en el piso. Es cuestión de probar y probar, hasta agarrarle el pulso. Pero, tranquilidad ante todo, del otro lado no falta el papel higiénico.

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