Un analista que lo mira por TV me dice, vía Whatsapp: “Brasil sigue al pie de la letra su libreto, te desgasta en el primer tiempo y te demuele en el segundo”. Quizás el 1-0 final resulte un tanto amarrete, no lo es. Forma parte del libreto de un Scratch que ya se clasificó a los octavos de final y le resta la formalidad de al menos empatar con Camerún en la última fecha de la fase de grupos para quedarse con el número uno del grupo G.
¿Cómo explicar que le ganó bien a una Suiza que lo pudo golpear en el inicio del complemento? A partir de sus individualidades, porque Brasil es unidad y conjunto. Potenciadas las partes, no importa cómo, los números caerán siempre positivos en su morral de ganancias. Casemiro fue héroe, tanto por el gol como siendo el eje de un equipo solvente cuando intentaron correrle la estantería.
A este Brasil lo conocemos de memoria, es el que gana la mayoría de sus compromisos, es el que se da el lujo de dejar afuera de su lista de buena fe para el Mundial de Qatar a figuras que otras naciones rogarían poder sumar; es el número uno según la FIFA, es el gran candidato a ganar la Copa del Mundo.
Y si hablamos de balance en este puñado de fechas de Qatar 2022, los cariocas y Francia se desenvolvieron con una autoridad que los aleja un paso del resto.
Se sabe, esto es fútbol, todo puede pasar (preguntarle a nuestra Selección si no), sin embargo por cómo sabe solucionar las situaciones apremiantes, Brasil hasta ahora no ha demostrado padecer grietas en sus cimientos. Lo digo aun sabiendo que ustedes vieron en el arranque del segundo tiempo a un futuro ganador acorralado, sintiendo el rigor de Suiza por las bandas o cuando Embolo buscaba la patriada solitaria.
En Marquinhos, Brasil tiene la llave de paso de la zaga; en el medio, Casemiro es su fusible; y en ofensiva, pese a no haber gravitado como loco, Richarlison, por velocidad y precisión, nunca te permite dormir tranquilo.
¿Cómo se puede vencer a Brasil? Primera parte, con paciencia; sería utilizar su misma fórmula. Segunda parte, con un juego corto y un pase sorpresa entre líneas cuando te intentan acorralar con el 2 x 1. Ellos se multiplican. Tercero, aprovechar la situación que dispongas frente al arco de Alisson. Puede ser una por partido y no debés dejar pasarla, cosa que Suiza sí lo hizo.
Entonces volveremos al complemento, a los casi 10 de ese arranque y a los sustos de Brasil. Le faltó el toque de gracia a los europeos, que viendo la repetición del resumen todavía calentito hablamos de apuro. Recordar; contra Brasil la paciencia es todo. En tu área, cuando te atacan, y en la suya cuando su respuesta es asfixiarte. A Suiza le faltó eso, respirar un poco más antes de lanzarse de cabeza.
En este mismo estadio, el 947, Argentina irá por la clasificación ante Polonia, el miércoles. ¿Podemos jugar como Brasil? No, nuestro estilo es otro, más combativo, de tenencia y de Messi salvador que, obvio, Suiza no tiene. Por qué menciono esto, porque Suiza careció de un “revulsivo” para encomendar al país de los bancos, relojes y chocolates el triunfo.
Argentina necesita su tiempo para engranar, quedó demostrado después del gol de Leo a México. Cuando nos soltamos, jugamos a la pelota. En cambio Brasil entra directamente en una sintonía que te obliga a no dar saltos de etapas. Una equivocación suele ser fatal.
A Suiza le quedará la sensación de que al menos un punto se le escurrió de las manos. No es tan así.
Recuerdo nuevamente el mensaje del analista vía Whatsapp: el Scratch, te mide, te conoce y después te liquida. Todo a su debido tiempo, total con 90 minutos le sobra y basta para llevarse la sortija de la calesita de Qatar 2022. Con y sin el pobre de Neymar, lesionado.
¿Ven? Hasta ese lujo se da Brasil, esperar por la recuperación de su estrella sin ponerse nervioso. Eso habla del conjunto.