Tucumán tiene una embajadora en Qatar

Sofía Lucena, después de superar numerosas pruebas, es una de las voluntarias que trabaja en la Copa del Mundo

UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE. Sofía Lucena es la única tucumana que logró ingresar al programa de jóvenes voluntarios del país organizador. UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE. Sofía Lucena es la única tucumana que logró ingresar al programa de jóvenes voluntarios del país organizador.

Lectora incansable de libros, Sofía Lucena se animó a alternar sus estudios de Ciencias Políticas con críticas de novelas. Hoy se lamenta no poder dedicarle el tiempo a su segunda pasión, no le dan las horas. Es voluntaria de la FIFA en este Mundial de Qatar 2022 y como tal sus obligaciones la aíslan de volar con la imaginación.

A sus cortos 22 años, Sofía logró lo que nadie de Tucumán: superar entrevistas y filtros hasta recibir el bendito mail que la confirmaba parte del staff de 20.000 ayudantes, 15.000 locales y el resto proveniente de diferentes partes del mundo. “En Twitter había visto una publicación; yo quería saber cómo aplicar para voluntaria de los Juegos Olímpicos, pero acá estoy, je”, se ríe quien hoy hace base en el estadio Lusail, donde tuvo la suerte de ver los dos partidos de la Selección. En el primero lloró para sus adentros y en el segundo también lloró, pero de alegría.

“No sabés lo que era tener que retener a los fotógrafos durante el himno y ver a Leo Messi de frente; fue increíble”.

Ser voluntario de la FIFA es ad honorem y tiene precio: debés hacerte cargo de todo, desde el pasaje hasta dónde vas a dormir y qué vas a comer. Lo bueno, explica “Sofi”, es que para este Mundial hubo varios cambios radicales. “El pasaje sí tuvimos que pagarnos, pero el hospedaje, la comida, que es muy buena, y los traslados corren por cuenta del Comité Supremo”, es decir por el gobierno de Qatar. “Recién cuando me confirmaron en agosto puede comprar los pasajes”; mamá María Emilia y papá José fueron claves para que Sofi pudiese cumplir este anhelo.

Sofía suele servir de apoyo para quienes trabajan para la FIFA y están en la zona mixta. “Hablo inglés, además de español, obvio, entonces cuando fueron los partidos de la Selección en Lusail fui una especie de nexo entre chicos de prensa y los argentinos”.

Fueron varias las escaladas hasta pisar tierra firme en Doha; la última Abu Dhabi. “Su aeropuerto es pequeño, pero como todo por acá es recontralujoso”.

Ya en Hamad, un cartel indicando su nombre y apellido fue su guía para luego emprender el camino en soledad hasta el Barwa, la pequeña ciudad de apartamentos donde se concentra la mayoría de los argentinos.

“Llegamos y en un sobre blanco con nuestro nombre estaban las llaves”. Los departamentos son estilo monoambiente con baño privado. “Son cuatro unidades por piso y una cocina compartida para todos con sus respectivos instrumentos. Todas las mañanas, a partir de las 6 nos dejan una bandejita con el desayuno en la heladera. Suele ser muy bueno, salvo que te toque el vegetariano (porque alguien se lo cambió). Ese no está tan bueno, ja”.

De los nervios, confiesa que casi no durmió en su primera noche en el Barwa. A la mañana la esperaba el trámite de buscar la ropa que la FIFA les obsequia a sus voluntarios: “dos joggins, dos remeras, una campera, una mochilita y un par de zapatillas... ¡que me vinieron al pelo!” Menudita, Sofi a gatas toca el metro 50. “Esa fue toda una historia con la ropa, por mi tamaño. Me dieron talle S y me quedaba enorme, hasta que alguien pudo conseguirme XXS y zafé, aunque un poquito suelto todavía me queda, ja”.

Cada vez que va a trabajar, un regalo la espera. “Son chucherías, están buenas. Dicen que el regalo del final es muy bueno. Nos dijeron que será valioso”.

Hincha de River, Sofía nunca vio un partido de fútbol en vivo, ni les digo, a Messi. “Es todo tan increíble que no puedo creerlo. A veces me dan ganas de romper la seriedad y pedirles fotos a los jugadores o gritar los goles. Me muerdo los labios porque este trabajo aunque no sea remunerado es una gran nota en mi currículum. Si hago las cosas bien, quién dice, la FIFA suele contratar voluntarios. A un chico que era supervisor ya lo sumaron a su staff”.

Sofía se reconoce como “nerda”; le gusta leer, estudiar; sale poco y toma cada parte de esta experiencia como un paso adelante en su futuro.

Por suerte pegó onda con Guada, su “roomie” y también agradece haberse salido de la mirada de los locales. “Al principio era como que nos miraban raro, nos filmaban, pero con la llegada del Mundial se acostumbraron. Al menos desde mi experiencia, puedo decir que Qatar no es tan extraña como lo leímos e imaginamos”.

Y como para ir cerrando, Sofi le pide un último favor a esta tremenda experiencia: “que la Selección llegue a la final y yo verla desde el campo de juego”. Todos queremos lo mismo que vos. Rezaremos todos juntos.

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