Los efectos en Tucumán de la tormenta Cristina

La tormenta Cristina dejará una estela a su paso por el oficialismo. La causa Vialidad pone los pelos de punta a todos los gobernadores con aspiraciones de ser protagonistas en las elecciones de 2023. El veredicto de la Justicia tendrá su impacto en las provincias gobernadas por el Frente de Todos. Sin embargo, los gobernadores intentan que su efecto sea el más bajo posible para que el impacto sea medido y 2023 llegue con un borrón y cuenta nueva. Sin embargo, nadie quedará exento de semejante golpe. El fallo aún no está firme pero por sobre la vicepresidenta de la Nación pesa una inhabilitación perpetua de ejercer cargos públicos en la causa por la concesión de obras públicas en Santa Cruz, luego de tres años y medio de debate judicial. Sin embargo, podrá y necesita ser candidata el año que viene para conservar fueros y no ir a prisión por seis años, el tiempo de la condena dictada ayer por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2. Ella ha dicho que no se presentará como candidata el año que viene. El tiempo dirá si tiene razón o si, por el contrario, la necesidad la llevará a volver sobre sus palabras.

La pregunta entonces es, en el oficialismo, ¿quién capitalizará ese 30% de votos del núcleo duro del kirchnerismo para buscar la Presidencia de la Nación el año que viene? No hay bendiciones, pero varios analistas creen que hay que mirar hacia las gobernaciones para hallar, tal vez, a una figura que pueda cosechar adhesiones para un oficialismo que, además, carga sobre sus espaldas la falta de un plan de estabilización económica y de un programa que tienda a disminuir paulatinamente la inflación. Aun así, la oposición tampoco hace mucho por presentarse como una oferta creíble.

Las gobernaciones han dejado de ser aquellos trampolines presidenciales, señala el politólogo Julio Burdman. Esas plataformas de lanzamiento hacia la Casa Rosada tenían tres características fundamentales: eran partidarias, de liderazgo y comunicacionales.

Sobre el primer factor, la “grieta” tuvo un efecto positivo en materia de fortalecimiento de las identidades partidistas. El PRO o el kirchnerismo pueden movilizar millones de votos hacia el candidato que quieran, planteó el doctor en Ciencia Política.

Asimismo, hoy hay liderazgos de larga duración, como Cristina Fernández de Kirchner o Mauricio Macri, que pueden designar candidatos a dedo, logrando transferencias de votos que en otra época eran una misión imposible. La bendición es un atributo que ningún líder político quiere ceder.

El último factor es el de la buena comunicación: quienes se muevan bien en esos terrenos, pueden crecer rápido en las encuestas. En esas lides, el economista libertario está capitalizando ese fenómeno.

Juan Manzur intenta aprovechar el mar de fondo oficialista para sacar provecho a su eventual postulación nacional. Continúa tejiendo la telaraña que lo puede catapultar dentro del Frente de Todos como parte de la oferta electoral de 2023. Ha cosechado buenas relaciones con Cristina y hoy es el contrapeso del ministro de Economía y líder del Frente Renovador, Sergio Massa, en un gabinete que tiene un presidente fantasma. El sanitarista quiere mantenerse en el centro de las discusiones políticas más importantes de la Argentina. Hace dos años, tomó nota de los movimientos que Cristina Fernández había hecho para mantener la casilla del medio en el tablero político nacional. De aquella experiencia supo capitalizar dos situaciones claramente visibles en su accionar actual: por un lado, sostener su liderazgo en los centros de poder más cercanos a él como la CGT o el Consejo del Norte Grande, de tal manera de contar con una tarima firme por lo que pudiera ocurrirle en el futuro político. Por el otro, definir las candidaturas, sin discusión alguna dentro del Partido Justicialista. Además, mantiene su núcleo duro de dirigentes que le responden electoralmente.

Los movimientos locales

Mientras tanto, el gobernador en uso de licencia sigue analizando con Jaldo cómo será la estrategia electoral para el año que viene. Manzur sabe que, mientras más contundente sea el resultado en las urnas, mejores posibilidades tendrá de ascender en la disputa oficialista nacional, independientemente de los apoyos políticos, gremiales, empresariales y de organizaciones internacionales.

Jaldo, a su vez, cree que no hay posibilidad alguna de dividir a los compañeros de ruta de los últimos siete años. Apela a tres interpretaciones.

La primera es institucional. Jaldo viajó a Buenos Aires para analizar con Manzur el plan de obras públicas pendiente, con el fin de acelerar su ejecución antes del 14 de mayo próximo. Hay un plan de unas 90 obras en ejecución y a ejecutarse que requieren asistencia federal en el corto y mediano plazo. La meta es cerrar el segundo mandato con una dinámica que implique recuperar parte del terreno perdido en materia de infraestructura.

La segunda está relacionada con la dimensión política. Entre Manzur y Jaldo hay una sociedad de socorros mutuos. Ambos se necesitan para definir el futuro político. Manzur quiere que la victoria sea lo suficientemente contundente para llevar a la Casa Rosada un triunfo holgado que implique renovar el liderazgo en el sexto distrito electoral más importante de la Argentina. Jaldo, a su vez, sólo quiere llegar, de la mejor manera posible, a ser el gobernador electo.

La tercera interpretación es numérica. La última encuesta encargada por la Casa de Gobierno lleva la fórmula ideal del Frente de Todos. Según ese sondeo, que está en poder de Jaldo, el oficialismo obtendría cerca del 44% de los votos, mientras que Juntos por el Cambio lograría cerca de un 32% de los sufragios y en tercer lugar se ubicaría Fuerza Republicana con 11%. Lo llamativo del sondeo privado es que, en ese escenario ideal de fórmulas confirmadas y de alianzas sin quiebres, el Frente de todos aventajaría por un punto y medio a Juntos por el Cambio en la capital (37% versus 35,5%) y el partido que lidera Ricardo Bussi tendría su mejor perfomance (17%) por impulso de su acuerdo con el libertario Javier Milei. En el interior, todo se tiñe de color peronista, con un 47% de la intención de votos contra 29,3% de JxC y 7,2% de FR. Según los jaldistas, ese sería un piso histórico de votos, sin la fuerza del aparato partidario. Además, hoy reconocen a la fórmula de Roberto Sánchez-Sebastián Murga que está en carrera, con un Germán Alfaro, líder del Partido de la Justicia Social, acompañando en el espacio opositor y si compañero a la vista. El operativo desgaste contra el intendente capitalino está rindiéndole frutos a la Casa de Gobierno.

El reloj electoral corre rápidamente. El peronismo está aceitando su maquinaria en el interior, mientras que Fuerza Republicana prepara su batallón de fiscales, a los que le sumará una franja etaria que, si bien no comparte sus ideales, comulga con los de Milei. Juntos por el Cambio sigue perdido en esta competencia. Mientras sus referentes no se pongan de acuerdo, más posibilidades de atomización tendrá esa coalición que, por un lado, favorece a la Casa de Gobierno y, además, a los republicanos que, hoy por hoy, consideran que no es negocio aliarse con los radicales porque, de hacerlo, serán parte de una eterna interna.

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