Testigos de una noche inolvidable en la consagración del más grande, Lionel Messi

Testigos de una noche inolvidable en la consagración del más grande, Lionel Messi

Me voy a quedar con la imagen del dios del fútbol que por unos instantes volvió quizás a esa niñez motora de sueños cuando todavía toda esta gloria le era lejana y sólo podía imaginarla desde el living de su casa.

Me voy a quedar con la imagen del dios del fútbol frotándose las manos a la espera de que el genio de la lámpara de Aladino le cumpliera un último deseo en su último baile con la Selección en Mundiales: la Copa del Mundo.

Repito la imagen de Lionel Messi como en aquellos tiempos de cintas en formato VHS. No la veo en 4K, porque regresé con el 10 a las trompadas de Brasil 2014, cuando se nos escapó la final con Alemania; y a las dos finales de Copa América perdidas con Chile por penales. Regreso al Leo humano de carne y hueso castigado por un destino injusto.

Y vuelvo a acá a Lusail donde está el mismo Leo de carne y hueso que en aquellos tiempos oscuros, pero ahora nos sonríe. Lo vimos feliz en su estado natural, ese que le debía el fútbol, hacerse dueño para la posteridad de un Mundial.

Vimos al mejor Lionel Messi de todos sus tiempos en Qatar 2022. Lo disfrutamos como playmaker que es, como goleador de nuestro seleccionado, como mensajero de esperanza cuando creímos que el porrazo con Arabia Saudita nos dejó en una mala posición de cara a la clasificación a los octavos de final.

Hicimos historia con Lionel, porque nos convertimos en campeones habiendo perdido en el debut, algo que sólo consiguió España en Sudáfrica 2010, el primer Mundial de Leo con actividad plena; el Mundial bajo las órdenes de Diego y su pasión. El Mundial del 0-4 con la odiosa Alemania de los 1.000 toques y su estilo sudamericano.

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Estamos en Doha, en el Icónico Estadio de Lusail viendo a Leo frotarse las manos, viendo rato antes a ese mismo Leo dando el beso de Romeo a Julieta, besando la Copa del Mundo y diciéndole, ya vuelvo, me espera ahora el premio al mejor jugador del Mundial de Qatar.

En las tribunas solo se canta en español, en argentino; todo para la Selección, en especial para Messi, el Messi que posa con Enzo Fernández, la joven estrella de la Copa; que posa con Dibu, el Guante de Oro de Qatar 2022; el que posa con su compañero en PSG y goleador este Mundial, Kylian Mbappé. La Tortuga es el futuro, no caben dudas, pero a nosotros nos interesa este presente y sellarlo para siempre así como está, con toda la carga emocional que nos robó y que luego nos la pagó con el título.

Allí está Messi, entre las sombras esperando dar paso hacia la luz, hacia el camino triunfal de los campeones. Ya no sabemos cómo aguantar y no desbocarnos por este momento. El Emir espera al 10 con una túnica alusiva, quiere vestirlo para la ocasión.

Y allí va él, a paso lento mientras todos aplaudimos a la voz del estadio que lo invita al escenario.

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Lo veo a Messi frotarse las manos, pidiendo que apuremos los tantos, que ya es momento de alzarla, de besarla sin limitaciones, de llevarla a casa y compartirla con los chicos de la Selección. Con la familia, con Antonella y los nenes. Con mamá y papá.

Lo veo a Leo frotarse las manos diciendo, “qué esperás, vení a mí”. Lo veo a Leo frotarse las manos dejándolas blancas como guantes de etiqueta.

Y allí está ella, pasando por las manos del Emir Tamim bin Hamad al Thani, por las del presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Y allí está ella, mano a mano con el mejor de estos tiempos, con el gran merecedor de esta copa, con el inigualable Leo Messi.

Y allí van ellos dos caminando juntos a la par, uniéndose al resto del plantel argentino, levantando los brazos al cielo y gritando, “dale campeón”.

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Ya no necesito volver el tiempo atrás. Como les comenté, ahora quiero detenerme para siempre en la imagen de Leo frotándose las manos, encendiendo el fuego de sus manos a la espera de recibir el título 41 de su carrera como futbolista profesional. A la espera de recibir con sus manos divinas en fuego el título más deseado de su existencia, después de la Copa América 2021.

Y ahora lo veo, veo a Leo Messi junto a la Copa del Mundo consagrándose campeón del Mundial de Qatar justo en su último baile y regalándole al mundo un deseo anticipado de Navidad: verlo a él así en estado puro, de carne y hueso siendo el chico más feliz del planeta con el trofeo que soñó y que tantas veces lo gambeteó.

Gracias por tanto, Lionel Messi. Te vamos a extrañar en los mundiales, en la Selección.

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