08 Enero 2023

Sin margen de exageración ni liviandad, o de exagerada liviandad, bien puede afirmarse que en el universo literario de Estados Unidos el nombre de Ring Lardner activa una suerte de reverencia simbólica. Autor de culto, el hombre, espejo de generaciones y generaciones fascinadas y a la vez obsesionadas tras la zanahoria de un estilo en apariencia sencillo de obtener y a la vez inasible como una sombra.

Dado por cierto que lo más profundo es lo superficial (Julio Cortázar dixit), Lardner quiso, pudo y supo refinar al máximo sus modos llanos y coloquiales, sutilmente cuestionadores de lo instituido, sarcásticos y, por extensión, de pasmosa soltura en el complejo arte de la ironía.

De ahí, de tal virtuosa mixtura, estriba el hecho de que, en su momento, tanto Scott Fitzgerald cuanto Ernest Hemingway confesaron que en sus etapas formativas se habían buscado en el espejo de Gardner (Nile, Michigan, 1885/ New Hampton, 1933), que alternó su rol de cronista deportivo y destacado entrevistador con el de escritor propiamente dicho y en esa condición regaló tres libros de cuentos reeditados sin cesar o, como es el caso del que en 2022 lanzó Montesinos, con cierto sesgo de antología.

Desde luego, no puede haber una antología de Gardner que pase por alto a “Campeón”, una verdadera joya que pinta de cuerpo entero los claroscuros del boxeador Midge Kely, un personaje de escasa correspondencia con el entrañable Tom King de Jack London en el legendario “Por un bistec”, pero que por impronta, vigor y redondez, pongamos, también merece una distinción entre las mejores historias que la literatura ha dispensado al pugilismo.

Campeón reúne siete relatos más, jugosos sin excepción, entre las que destacan “Corte de pelo”, “Luna de miel dorada” y “No puedo respirar”.

Bienvenidos los adoradores del oficio de contar bien y lindo, sin acudir a las respetables herramientas de las hipérboles y la adjetivación abundante. Bienvenidos, también, los recién llegados. El humilde autor de estas líneas les garantiza que Ring Gardner no los defraudará.

© LA GACETA

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