Hojeando el diario: Un tucumano en el histórico viaje del crucero 9 de Julio

CRUCERO El 9 de Julio enarboló el pabellón dominicano al entrar al puerto mientras el país estaba bajo dominio de Estados Unidos. CRUCERO El 9 de Julio enarboló el pabellón dominicano al entrar al puerto mientras el país estaba bajo dominio de Estados Unidos.

La historia nos regresa a los inicios de la década de 1920. En aquellas fechas se unieron las artes, el deporte, lo militar y la política. Lo bueno es comenzar por el principio y el relato no acerca al 24 de mayo de 1919 cuando muere en Montevideo el poeta Amado Nervo, ministro plenipotenciario de México ante los gobiernos uruguayo y argentino. Pesar y dolor en América y el mundo. Apenas tenía 48 años. Las causas de su muerte se podrían relacionar con el estado de insurrección existente en México y por el cual muchos diplomáticos dejaron de recibir sus sueldos. En Uruguay recibió funerales de ministro de estado y dispuso que sus restos fueran depositados en el Panteón Nacional mientras se hacían los arreglos para llevarlo a su país. Dos días más tarde el féretro fue retirado del panteón a hombros de profesores universitarios y llevado al cementerio. En el cementerio el propio presidente uruguayo, Baltasar Brun rindió honores al poeta. Juan Zorrilla de San Martín destacó la figura de Nervo que terminó en la cripta junto a José Artigas. Hubo que esperar hasta octubre de 1919 para que culminaran los arreglos para el regreso a México de los restos. El gobierno uruguayo dispuso que el féretro fuera llevado por el crucero Uruguay mientras que el gobierno de Hipólito Yrigoyen dispuso que el crucero 9 de Julio sea parte del cotejo fúnebre. En partes del viaje se sumaron navío de Brasil y de Venezuela. El presidente cubano, Mario García Menocal solicitó que las naves entraran en La Habana para rendirle honores al poeta. El cotejo partió de Cuba el 9 de noviembre con el Uruguay a la cabeza, luego el 9 de Julio y detrás los buques cubanos Cuba y Zaragoza. Un día más tarde las naves llegaron a Veracruz pero el mal tiempo impidió el desembarco del féretro. Hecho que ocurrió al día siguiente, tras una ceremonia en Veracruz fue llevado en tren hasta la ciudad de México. Con esto terminaba la primera parte del viaje de los marinos argentinos y su honrosa misión. Ahora es oportuno señalar porque iniciamos el relato de este viaje, aún falta el regreso, y es que en el navío argentino viajaban dos marinos tucumanos, se encontraban haciendo el servicio militar. Eran futbolista y uno de ellos, Marcos Toledo relató su experiencia además de contar que jugó al fútbol en tierras mexicanas.

Inicios futbolísticos

Toledo comenzó jugando en Peñarol y después ingresó al entonces Central Argentino. “Ambos clubes, como ustedes saben, ya no existen y apenas se los recuerda”, relataba en julio de 1923 poco antes de viajar a Buenos Aires para incorporarse al Sportivo Palermo. Toledo contó que también jugó en Sportivo Comercio y que definió dos copas con este conjunto ellas fueron la “Copa Juan de Garay” la que ganó derrotando 2 a 1 a Tucumán Central y la otra fue la “Copa España” que fue obtenida derrotando a San Martín por 1 a 0. Tras estos triunfos fue incorporado al servicio militar que cumplió en la marina como tripulante del crucero “9 de Julio”. En este sentido destacó el hecho de haber tenido el honor como toda la tripulación de la nave de acompañar los restos de Nervo hasta México. De aquella tripulación también fue parte otro tucumano el jugador de Independiente Héctor Varela. En la entrevista Toledo habló más de su vida futbolística y su pase a un equipo de Buenos Aires que del viaje de regreso con el 9 de Julio. Pero ese viaje tuvo un condimento especial para la historia latinoamericana.

PARA LA HISTORIA. Marcos Toledo en una foto de época vistiendo la casaca de Sportivo Comercio, uno de los clubes en que jugó. PARA LA HISTORIA. Marcos Toledo en una foto de época vistiendo la casaca de Sportivo Comercio, uno de los clubes en que jugó.

Regreso a Argentina

Una vez concluida la misión fúnebre, el crucero argentino inició su regreso en enero de 1920. La historia trae a la memoria la actitud del comandante del navío, el capitán de fragata Francisco Antonio de la Fuente. La embarcación se dirigió hacia Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, para hacer una parada técnica. La república caribeña se encontraba bajo dominio de Estados Unidos desde 1916 cuando la ocuparon, según la visión norteamericana, para evitar que los alemanes la utilicen como base para atacarlos en la Primera Guerra Mundial. Por ello flameaba la bandera yanqui. Por lo tanto el comandante de la Fuente consultó a que pabellón debía saludar, como era costumbre al llegar a un puerto. Una consulta protocolar que en esta oportunidad tenían bastante significación política. La respuesta vino directamente del presidente Yrigoyen y era terminante: “saludad al pabellón dominicano”. El 13 de enero el crucero fondeó frente a Santo Domingo. Se saludó a la Plaza con una salva, con la bandera dominicana enarbolada al tope en su cangreja (vela cuadrangular asimétrica) del palo mayor. Fue, sin duda, un saludo consciente y explícito a la bandera y al pueblo dominicanos, realizado por una nave argentina que llevaba como nombre la fecha de su independencia nacional. Un doble homenaje entre países latinoamericanos. Dos días más tarde dejó el puerto si haber contactado con las fuerzas ocupantes. El navío argentino terminó su periplo el 21 de febrero al llegar a Buenos Aires.

En 1965, por gestión de la Liga Naval Dominicana, Argentina resuelve obsequiar a la República Dominicana el cañón del 9 de Julio, con el que se habían disparado las salvas. La fragata Libertad fue la encargada de llevarlo, arribando al puerto de Santo Domingo el 24 de abril de 1965 al tiempo que el país estaba convulsionado por una guerra civil. Aquel hecho de 1920 fue el germen del levantamiento dominicano contra la ocupación norteamericana que culminó en 1922.

Partidos en Veracruz

Pero no nos olvidemos del tucumano Toledo y sigamos recordando su relato a nuestro diario. Como tripulante de aquel buque fue parte del equipo que se conformó para disputar un partido en la ciudad mexicana de Veracruz. Pero mejor que lo cuente “Tenorio”, como le decían: “entre los agasajos que recibimos fue jugar un partido con el España Sporting Club el más fuerte de la capital mexicana” y ante la pregunta sobre el resultado, respondió: “ganamos, por supuesto, y 4 a 1. Fue aquel el partido más emocionante de mi vida. Tal vez el recuerdo de la patria nos hizo jugar mucho más de lo que en verdad sabíamos. Jugué de inside derecho y anoté el tercer gol”. También recordó que jugó Varela. Cabe destacar que el club España fue varias veces campeón mexicano en aquellos años. Tras dejar el servicio se incorporó a Talleres Central Norte, también desaparecido. El futbolista relató que cuando jugaba para Peñarol fue a jugar a San Andrés. “Como perdimos el tren hubimos de vadear el río Salí y como también nos tocara en suerte ganar, nuestro rival nos sacó vendiendo almanaques y nos obligó -esta vez sin perder el tren- a cruzar el Salí a nado y con los botines al hombro”, recordó. Otra de sus anécdotas ocurrió poco antes de jugar la final con Independiente en 1922. Durante un entrenamiento y cuando estaba corriendo se largó una fuerte tormenta de lluvia, piedras y viento. Apuraron el paso hasta los vestuarios, al llegar y cambiarse, descubrieron que tenían varios moretones debido a los golpes sufridos por las piedras. El jugador, que viajaba hacia la Capital Federal al día siguiente de la entrevista por el tren del Estado, se expresó en contra del profesionalismo al señalar: “debido a la separación del football no se puede establecer disciplina y los jugadores abusan ya de lo que son, faltándoles tan solo que hagan y deshagan de sus respectivos clubes. Es a mi modo de ver, el mal más grave del football argentino”.

Toledo fue parte de la tripulación que acompañó los restos del poeta Amado Nervo hasta México

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