Se llamaba Maribel Nélida Zalazar. Tenía 35 años y era oficial de Policía de la ciudad de Buenos Aires. Fue asesinada el 14 de febrero en la estación Retiro del subte a sangre fría, a plena luz del día y solo por cumplir adecuadamente con su trabajo y su deber de velar por su comunidad. Tenía dos hijos: de 5 y 13 años de edad. Ellos ya no van a ver, ni besar, ni abrazar, ni tener más a su madre por el resto de sus vidas. Fue inhumada en el cementerio de la Chacarita, en el Panteón de la Policía Federal Argentina, fuerza a la que perteneció originalmente, y despedida de este mundo con gran dolor por familiares, amigos, allegados, efectivos de la fuerza, el jefe de gabinete y ministro de Justicia y Seguridad porteños. Me hubiera gustado saber que alguna organización de Derechos Humanos se apersonó o expresó por el crimen de la joven policía, pero no, esperé en vano. Tampoco el Gobierno nacional, ni el colectivo feminista se hicieron presentes, ni el Ministerio de la Mujer: que desilusión. Y aunque se le hicieron rendición de honores extraordinarios, ya nada ni nadie habrá de devolverle la vida. Durante la cuarentena se liberaron miles de presos que aumentaron la curva de delitos en nuestro país. En el 2021 el actual presidente derogó y anuló el decreto del que lo precedió, por el que se impedía el ingreso de extranjeros con antecedentes delictivos. Este criminal, justamente, se trataba de un ciudadano paraguayo con antecedentes penales. Alguien dijo en estos días, y tal vez con razón, que “si la oficial hubiera tenido una pistola Taser su vida no hubiera corrido peligro”. Con ello se aludió a la traba que el Gobierno nacional impuso para el ingreso de las mencionadas pistolas y, so pretexto que, (y según su punto de vista) la Taser podía vulnerar derechos humanos. Yo me pregunto ahora: respecto de los derechos humanos de esta joven policía, ¿Qué? ¿No los tenía? ¿No tenía derecho a la vida? ¿A su integridad personal? ¿A su seguridad personal? Pues bien, a mi humilde entender: por parte del Gobierno todo mal, y, es más, creo que, si en el velorio se presentaba algún funcionario del Gobierno nacional, el mismo hubiese sido repudiado por quienes se habían convocado por amor para despedir a esta noble persona que fue Maribel Nélida Zalazar. Hace cuatro años, recordemos, el entonces jefe de Policía decía respecto del asesinato de otra agente (Lourdes Espíndola): “En Europa no ocurre que maten policías. Si eso sucede, en Francia o EEUU, la gente sale a la calle. Se dice que la sangre del policía seca rápido, y la sociedad tiene que repensar lo que estamos viviendo”. Triste, a la vez que indignante realidad. Maribel Nélida Zalazar, desgraciadamente una más: Q.E.P.D.
Juan L. Marcotullio