Haga patria, coma insectos

Compañeras y compañeros, el lunes que viene hay una cita impostergable con la soberanía alimentaria de la patria. “Primer encuentro nacional de la cadena de valor de insectos para consumo humano y animal”, es el nombre del ciclo organizado por el Senasa. No hay excusas para faltar: será por zoom, de 13.30 a 18, y se espera un aluvión de interesados (la gula es pecado, pero ya ayunamos por Semana Santa), así que hay que inscribirse previamente. “Una industria en expansión. El futuro de la alimentación”, dice la convocatoria, para que a nadie le queden dudas. El que no come bichos atrasa. Y se convierte, sin más, en un contrarrevolucionario hecho y (sobre todo) derecho.

Durante siglos, las oligarquías han contaminado las mentes de los argentinos pregonando que la carne es un alimento infaltable en la mesa de los compatriotas. Nada menos cierto (y más lleno de ácido úrico) que esa falacia. Con esa patraña, las elites ganaderas han generado una solapada bovino-dependencia nacional. Sin embargo, ahora vamos a inaugurar una etapa de emancipación vacuna. Esta es la revancha de esa creación que nos legó, como un mandato de la historia, don Atahualpa Yupanqui. Ahora tomemos el destino alimentario en nuestras manos y cantemos: “Los bichos son de nosotros / las vaquitas son ajenas”.

“¿Sale asado?”

La que viene es una hora genuinamente nacional y popular, y por eso las usinas destituyentes están inventando un “relato”. Fabulan que como los precios de la carne disparan más rápido que ternero en pialada, este Gobierno que vela y se desvela por la redistribución de la riqueza está mandando a la gente a comer bichos. Sin embargo, por más discurso del odio que quieran instalar, el compañero Alberto no está haciendo otra cosa más que cumplir con una de sus primeras promesas de campaña.

“Mirá, problemas tenemos todos, todos los días. Pero bueno, llegaba el fin de semana y alguien decía: ‘Che, ¿sale asado?’”, se escuchaba en el spot de campaña del Frente de Todos en 2019. “No estoy hablando de comida: hacer un asado era algo más. Era invitar a tu casa, que vengan tus amigos, reírte un rato. Lo bueno es que en un tiempito todo esto va a mejorar”, prometía la propaganda, que terminaba con una placa: “Hay esperanza: Alberto – Cristina”.

Precisamente: ahora va a volver el asado, pero no el de carne de vaca, como quiere la sociedad rural, sino el asado genuinamente criollo, que estaba hecho de insectos. Lo dice, con meridiana claridad, José Hernández, en “La vuelta de Martín Fierro”:

“El alimento no abunda / por más empeño que se haga; / lo pasa uno como plaga, / ejercitando la industria / y siempre, como la nutria, / viviendo a orillas del agua. / En semejante ejercicio / se hace diestro el cazador, / cai el piche engordador, / cai el pájaro que trina; / todo bicho que camina va a parar al asador”.

El origen del mal

De bichos estaba plagada la parrilla de los argentinos primigenios, revela nuestro poema nacional. ¿No se comía carne de vaca a las brasas? Sí, pero dice ese mismo cantar patrio que esa clase de comida sólo traía desgracias. El “Viejo Vizcacha” supo protagonizar discordias y hasta peleas, facón en mano, en torno de ese menú.

“Si ensartaba algún asao, / ¡pobre! ¡como si lo viese! / poco antes de que estuviese / primero lo maldecía, / luego después lo escupía / para que naides comiese. (…) / Una noche que les hizo / como estaba acostumbrao / se alzó el mulato enojao, / y le gritó: ‘Viejo indino, / yo te he enseñar, cochino, / a echar saliva al asao’.”

Queda claro entonces que el antagonismo argentino, en este país de “peronismo vs. antiperonismo”, “federales vs. unitarios”, “capital vs. interior”, “River vs. Boca”, “San Martín vs. Atlético” resulta de que olvidamos que comer bichos es el camino hacia la felicidad. Es pura deducción: si “en panza llena, corazón contento” y “estar enamorados es sentir mariposas en el estómago”, luego, llenarse la barriga de insectos es amor.

Cocina “nac&pop”

“Compas”, por cierto, no permitamos que algún trasnochado se venga a hacer el sorprendido. “El que avisa no traiciona” y este Gobierno, siempre preocupado por la mesa de los argentinos, avisa desde hace años que viene la revolución alimentaria.

En la página oficial del Gobierno, Argentina.gob.ar, se publicó el 18 de diciembre de 2020 un primer informe acerca de que un nuevo manjar estaba pronto a llegar a las cocinas de nuestros hogares. “Comida a base de insectos, el alimento del futuro que ya llegó a Argentina” era la celebratoria noticia que llegaba una semana antes de la Navidad de ese año. “En búsqueda de fuentes de proteínas alternativas, especialistas del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) realizaron una investigación sobre la obtención de polvo de una especie de grillo nativo y evaluaron su aplicación como ingrediente en productos alimenticios. Debido a su alto contenido proteico y a la variedad de aminoácidos esenciales encontrados, los resultados obtenidos hasta el momento son muy prometedores”.

Pero este no es un Gobierno que se quede en promesas. Este mismo año concretamos lo anunciado. “Evalúan el uso de insectos como alternativa de alimentación”, fue el título de la publicación del 24 de enero. “Un equipo de investigación del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y del INTI elaboró budines, panes y pastas a partir de grillo en polvo. Los especialistas destacan el alto aporte nutricional y contenido proteico de esta fuente alternativa y sustentable de alimentación. Además, una reciente encuesta de los organismos confirmó que más del 60 % de los consumidores aceptaría el uso de insectos en polvo como ingrediente culinario.”

El año, literalmente, había “nacido” con un pan bajo el brazo…

Siguen los éxitos

Por un lado, este Gobierno trabaja para dejar un mundo mejor. Ya lo decía Alberto hace unos días, nomás, hablando de sí mismo en tercera persona. “¿Quién arregló la deuda con el Fondo? Alberto Fernández. ¿Quién tuvo que discutir con el Fondo para sacarle concesiones que el Fondo nunca había hecho? Alberto Fernández. ¿Quién tuvo que hablar con los acreedores privados para pedirles una quita de 48 puntos? Alberto Fernández. ¿Quién enfrentó la pandemia? Alberto Fernández. ¿Quién fue a buscar las vacunas? Alberto Fernández. ¿Quién enfrentó la guerra? Alberto Fernández. ¿Quién se plantó frente al G7 a decirles paren esta guerra porque nos está llevando al peor de los mundos? Alberto Fernández”. Y siguen los éxitos.

Ahora puede sumar una medalla más. Podrá preguntar: “¿Quién combate el hambre en el mundo? Alberto Fernández”. Dice la publicación que explica las bondades de elaborar fideos “rigatoni” con polvo de grillo: “En un mundo cada vez más habitado, la producción de alimentos gana protagonismo y plantea nuevos desafíos. Así es que alimentar a 8.000 millones de habitantes requiere de alternativas que se sumen a las ya conocidas”. Claro que en este país hay, en números absolutos, más ganado (unos 53 millones de vacunos) que argentinos (unos 46 millones, según la corrección del último censo). Pero hay que dejar de mirarnos el ombligo, compañeros.

Por otro lado, estamos poniéndole fin al monopolio de las carnes. Los conservadores, adoradores del pacto “Roca-Runciman”, van a explotar de la bronca. Pero, ¿qué van a hacer cuando se les acabe el negocio de los frigoríficos porque los argentinos van a preferir el guisito de langosta tucura? ¿Y cuando en Famaillá se consagre campeona una cocinera de empanadas de coyuyo?

La alimentación con insectos también le molesta al patriarcado, compañeres. ¿Por qué no comer pan casero con polvo de chicharras si, por caso, siempre se comió bollo con chicharrón?

Ni hablar de los benéficos efectos que una dieta basada en bichos traería para el pueblo argentino. Si se financiaran nuevas líneas de investigaciones y se comprobara que el aedes aegypti tiene alto poder nutritivo, en 48 horas desaparece el mosquito transmisor del dengue en Tucumán. En una semana, directamente, lo declararían especie en peligro de extinción…

Rotas cadenas

La escasez será un mal recuerdo. Por eso, el cipayismo cárnico ha lanzado una campaña de desinformación. Quieren demonizar uno de los grandes logros de este Gobierno, que es haber reinstaurado la cultura de la polenta como eje de la dieta nacional. Reniegan de nuestros orígenes: aquí, nos dice el “Popol Vuh”, el libro sagrado de los mayas, los hombres fueron hechos de maíz. Pero también renuncian al futuro: si se deja vencer la polenta, se llena de gorgojos… y ya se tiene el tuco incluido. Entonces, paciencia compañeros: el tiempo está del lado de los pequeños.

Cuando todos comamos bichos a lo loco, ya nadie será esclavizado por el hambre. El “ruido de rotas cadenas” ya no será sólo nuestro Himno, sino nuestra cotidiana realidad. Los gorilas saben que tienen las horas contadas. Se acerca, por fin, la hora en la que todos entonaremos: “Cristina, Cristina Cristina corazón / acá tenés los grillos para la liberación”.

Comentarios