Crisis cambiaria: ¿Qué pasaría si hubiera devaluación brusca?

Sin un programa consistente, el Gobierno no tiene posibilidad de evitar una estampida inflacionaria mayor, dicen los analistas

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La suba del tipo de cambio durante la administración de Alberto Fernández se enmarca en un contexto de fuerte control sobre los movimientos de capitales y del comercio exterior (cepo), quitándoles la posibilidad a muchos agentes económicos de acceder al dólar oficial y resguardarse de la inflación, según la Fundación Libertad y Progreso. Eugenio Marí, Economista Jefe de esa entidad, dice que la demanda de dinero está en su piso en 20 años, con lo que el margen de maniobra del gobierno se va achicando. “Deberá dar señales rápidas para evitar que el proceso de corrida contra el peso se espiralice. Ya tenemos experiencia de corridas cambiarias que se detuvieron, como fue la de julio pasado”, recuerda. Pero lo preocupante, admite, es que en lugar de aprender de esas experiencias y apostar por la mesura fiscal y la austeridad monetaria, la política económica sigue jugando al límite. “Lo que estamos viviendo también debe ser una señal para el próximo gobierno, que deberá validar y guardar la credibilidad con la que asuma para no perderla rápidamente”, indica.

A los desequilibrios económicos que arrastra el país desde hace tiempo, este año se sumó la adversidad climática. La sequía de la tierra impactó en la escasez de dólares en el Banco Central, señala, por su parte, el economista Eduardo Robinson. El otro factor, no menor, es la incertidumbre del año electoral. “La restricción externa no es porque faltan dólares para cubrir las importaciones, sino que la economía financia el desequilibrio fiscal con emisión de dinero. Esto presiona en los bienes y servicios y también en el dólar. El desequilibrio en el mercado monetario, se traduce en pérdidas de reservas porque la demanda de dólares supera a la oferta”, detalla a LA GACETA. En esta situación, debería subir el precio del dólar, es decir, habría que devaluar el peso, acota.

Sin embargo, el consultor admite que, en estos momentos, la devaluación sería aceitar aún más los engranajes inflacionarios, ya que no hay un programa económico consistente. “Los efectos de la devaluación se evaporarían en poco tiempo por la estampida inflacionaria. No se puede devaluar sin un programa que contenga los precios. Y esta es la encrucijada que enfrenta el gobierno”, explica.

En este contexto, el dólar no tiene techo, con lo cual se encamina en pocos días a los $ 500, lo que impactará, sin dudas en las expectativas inflacionarias de los próximos meses, e implica un enfriamiento del consumo. “Consumo frío, implica anemia de votos e impide también llevar adelante planes platitas en las provincias que adelantan las elecciones”, apunta.

A su entender, esta corrida deteriora aún más la casi nula confianza que tiene la política económica vigente. “Se puede frenar la corrida sólo con un auxilio de dólares frescos. Pero no se sabe el origen, pueden ser recursos que adelante el FMI, de desembolsos previstos para futuro o replantear el valor del dólar soja, en lugar de $300, un valor más alto para estimular la liquidación. Pero, es claro que vender bonos en dólares a bajo precio, como esta haciendo el gobierno, no alcanza para encorsetar la corrida”, finaliza.

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