El debate de candidatos: un escenario que se evitó, con una excepción

LA GACETA/FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI LA GACETA/FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI

El Gobierno nacional trata de no naufragar en la crisis económica mientras busca candidato (s) para las PASO. Juntos por el Cambio está al borde del estallido como expresión política a raíz de peleas internas: decidir quién entra y quién no a la coalición y ver quién se convierte en el postulante definitivo de esa fuerza opositora. Ya se habla de ruptura. Los libertarios, con una única figura excluyente, están usufructuando los conflictos intestinos de aquellas “castas” y, al parecer, no paran de sumar simpatizantes; por lo menos eso dicen los consultores. Ese escenario nacional, ¿puede incidir en la votación tucumana del domingo?, ¿puede perjudicar o beneficiar a algún sector en particular?, ¿se nacionalizó de alguna forma la elección provincial? Más aún, en el debate de anoche entre los candidatos, ¿hubo indicios en respuesta a alguna de estas preguntas? Jaldo ni aludió al poder central y prefirió “polarizar” con Bussi -que se puso bajo el paraguas de Milei en cuanto pudo- y ningunear a Sánchez. En concepcionense se centró en atacar al oficialismo y Correa revoleó para todos lados.

De hecho, la posible influencia de los efectos negativos de la gestión nacional en el ánimo electoral de los tucumanos es la que se analizó tanto en el oficialismo como en la oposición a la hora de pensar en la elección, pero con distintas motivaciones. Por eso se llegó a la judicialización de la fecha de los comicios locales, unos defendiendo la votación anticipada y otros reclamando que se sufrague en agosto. En el fondo era una disputa por dos puntos electorales. La Corte Suprema de Justicia de la Nación aún debe resolver un par de planteos al respecto. Hasta anoche, los diferentes recursos en el máximo tribunal no registraban movimientos, los últimos datan del 24 de mayo y uno del viernes pasado (Augier, Martín Javier y otro c/Manzur, Juan Luis s/impugnación de candidatura), cancelando ese proceso.

En síntesis, el oficialismo quiso distanciarse de las primarias y de las generales para ahuyentar el posible malhumor social contra el Frente de Todos, pero en Juntos por el Cambio hicieron lo posible para que se vaya a las urnas en el mes de las PASO, y así captar un eventual malestar ciudadano por el drama económico y social. Se va a votar en junio -hasta anoche era seguro, por lo menos- y, como se mencionó, con las coaliciones nacionales llevando a cuestas sus propios conflictos, como para que sólo sonrían en ese plano los de la Libertad Avanza.

¿Por qué un enfrentamiento por dos puntos? Porque fue por ese escenario nacional, pero hace dos años, que Juntos por el Cambio estuvo a 20.000 votos del PJ tucumano. Con toda razón uno quería ampliar la brecha y el otro achicar la diferencia, apuntando al clima político nacional con intereses contrapuestos. El oficialismo puede temer que el “efecto bolsillo” atente contra sus pretensiones de continuidad en el poder, aunque se preocupó por neutralizar en lo posible esa incidencia reabriendo paritarias y tratando de provincializar los comicios. En otros distritos, los oficialismos vienen imponiéndose, lo que alienta sus ilusiones; y también los resultados de las dos últimas votaciones provinciales.

En 2015, el PJ (Frente para la Victoria) consiguió 492.000 votos contra 380.400 del Acuerdo para el Bicentenario y 30.000 de Fuerza Republicana. En 2019, el oficialismo obtuvo 512.000 adhesiones contra 200.000 de Vamos Tucumán, 136.000 de FR y 115.000 de Hacemos Tucumán (alperovichismo). En 2021, en las generales nacionales, Juntos por el Cambio consiguió la misma cifra que hace ocho años, y el oficialismo sacó 400.000 sufragios, casi 100.000 menos que en las dos votaciones anteriores. FR, en cambio, logró 102.000 votos. Hubo transferencias de sufragios.

Ya veremos qué pasará el domingo: si el oficialismo se mantendrá por arriba de los 400.000 votos y si llega a los 500.000 que añora; y si Juntos por el Cambio rompe esa barrera de 380.000 y trepa lo suficiente como para imponerse. La pregunta a hacerse es qué pasará con el bussismo, que fluctúa de los 30.000 a los 100.000 avales; si es que captará localmente el “efecto Milei”, por el que apostaron en la campaña electoral, y anche en el debate. Seguramente, cuando un Bussi sea candidato a diputado por la Libertad Avanza en agosto podrán captar mucho mejor la influencia libertaria. El domingo se develarán muchos misterios.

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