El lunes pasado River anunció un día “histórico”. Así lo describió el comunicado del propio River que informaba que el Estado nacional le cedía más de siete hectáreas de un terreno ubicado a sólo un kilómetro del Monumental. Ideal para construir allí en cinco años y con 10 millones de dólares un Centro de Alto Rendimiento para sus divisiones inferiores. Cesión gratuita y para siempre, añadía el comunicado.
Que el Estado ceda terrenos es una tradición en la historia de nuestros clubes. River y Boca los recibieron en Ezeiza, por ejemplo. Pero no son los únicos. Hay muchísimos clubes más. Clubes grandes y chicos. Poderosos o casi anónimos. El anuncio del lunes, sin embargo, causó inquietud en La Madrid, otro club tradicional, en Devoto, pegado a la prisión. La Madrid lleva 73 años luchando para que el Estado le ceda definitivamente el terreno en el que no sólo tiene su cancha (juega en Primera C), sino también salones para yoga, futsal y muchas actividades más, con mayoría de público femenino. No tiene la misma suerte que River, que logró mucho más rápido un terreno que no había ocupado jamás y en el que jamás construyó algo.
Lo que el comunicado de River omitió recordar es que ese terreno que le fue cedido es el campo deportivo de la ex ESMA, es decir, del mayor centro de detención, tortura y muerte de la dictadura que sufrimos entre 1976 y 1983. Se calcula que unas 5.000 personas pasaron por allí. Muchas de ellas fueron asesinadas, subidas dormidas a un avión y arrojadas al Río de La Plata. Otras, según testimonios en el juicio histórico a las Juntas Militares, fueron incineradas en una parrilla ubicada justamente en ese campo deportivo ahora cedido a River. “Asadito”, decían los torturadores.
Dos inspecciones del notable Equipo de Antropología Forense jamás encontraron restos humanos en distintas excavaciones. Y el acuerdo de cesión a River establece que, cuando se realicen nuevas excavaciones, estarán otra vez allí los miembros del equipo para ver si encuentran restos. Es difícil que suceda. El terreno está pegado al río. Y allí durante todos estos años hicieron su actividad física y deportiva miembros de la Armada.
En el comunicado del lunes, River contó que llegó a un acuerdo con la Armada para construirle un nuevo campo deportivo en una zona cercana, por un valor de 4 millones de dólares. Una pena que River (ni el Estado) hayan consultado la cesión también con sobrevivientes y familiares de las víctimas de la dictadura. Algunos de ellos rechazan la sola idea de que ese terreno sea modificado. No sólo por razones judiciales (la posibilidad de que finalmente se encuentren restos humanos). Sino también de memoria y respeto al dolor.
El debate sobre qué hacer con escenarios que fueron centro del horror está abierto. Porque ese predio también podría ser un renovado campo deportivo. Pero con un memorial, algo que interfiera el paso y obligue a los deportistas a investigar qué sucedió en ese campo alguna vez. Qué sucedió en este país.