¿Julio será como un nuevo “Mayo Francés”?

¿Julio será como un nuevo “Mayo Francés”?
10 Julio 2023

Por Carlos Duguech - Analista internacional

¿Transmutará el “Mayo francés” de 1968 en el “Julio francés” de 2023? No es de extrañar que Vietnam, “la guerra”, haya sido una de las semillas -entre muchas otras- con poder germinativo para la rebelión juvenil en Francia. Los jóvenes estudiantes, su rebeldía, embanderaron sus reclamos contra el sistema de convivencia entre el poder y el pueblo. De una Francia, en una Europa rebrotada desde las cenizas y la sangre de la II Guerra Mundial. Para esa juventud el sistema era anacrónico pero, por sobre todo, conservador y con evidentes signos autoritarios. Ganaron las calles, particularmente las de París, aunque el alzamiento contagió a muchos pueblos del territorio francés. Compactos grupos de estudiantes y obreros de las industrias se mostraron resueltos y a cara descubierta. El brote devino en un ramaje del árbol de la protesta que sumó a colectivos -entre otros- como el Partido Comunista Francés y sindicatos diversos generando la más importante acción de huelga general y protesta popular en Francia.

Puede afirmarse que el Mayo francés -con los cambios sociopolíticos sucedidos a lo largo de los años desde entonces y no exactamente como su consecuencia- planta un mojón en la historia de la Quinta República. Y lo hace con algo de la impronta de 1789, cuando la Revolución Francesa abatió al absolutismo. Aunque para muchos historiadores y analistas fue una revolución fracasada, si se entiende por revolución un alzamiento con capacidad de fuego y oportunidad de alcanzar el poder o infiltrarse para generar cambios revolucionarios, no lo fue, en sentido estricto. Ése es el fenómeno.

París acumula, además de los emblemáticos signos que tanto gasta la promoción turística de la “Ciudad Luz” (Torre Eiffel, Arco de Triunfo –aunque alguna vez, días aciagos, tropas de la Alemania nazi desfilaban victoriosas bajo ese emblemático monumento- Notre Dame, el Louvre, Champs Elyssés, el Sena. Y nos permitimos agregar, “el idioma francés”.

Una vez fue la ONU, que le aportó una nueva gala a París, decidió que la Declaración Universal de Derechos Humanos se proclamara desde París un 10 de diciembre de 1948, apenas tres años después de finalizada la IIGM. Una clara alusión del Organismo Internacional, creado sólo tres años antes, a lo que representaba la Francia liberada en la pos-guerra.

El “Mayo francés” se nutrió, como decimos, de los aires que soplaban en las consignas antibélicas en EEUU y en otros lugares del mundo por Vietnam. Y sumaba la protesta por la energía nuclear y el riesgo del fin del mundo que se vaticinaba como una amenaza latente de las armas nucleares; también el movimiento por los derechos civiles de los negros.

Se encendieron las encandilantes luces de las utopías (¡Cuándo no! por los jóvenes deseosos de abatir un sistema que no los contenía y les coartaba la libertad de elegir, a su modo, el vivir). Fue, en suma, la más grande revuelta de estudiantes a la vez que la mayor huelga general de Francia. Ningún riesgo de desestabilización para De Gaulle, que endureció la preocupación por tanto alzamiento de jóvenes y trabajadores en casi toda Francia. La movilización lograda fue de un número altamente significativo: más de nueve millones de personas.

No deja de ser, en suma, un brote en la tierra abonada por la sangre de esa carnicería que fueron, a su turno, las dos guerras mundiales (somos consciente de la crudeza de esta referencia, pero le damos crédito como testimonio de la claudicación de la Humanidad, y nada menos que en la Europa, ese espejo luminoso en el que reflejarnos, tal y como lo referimos aquí mismo, en la columna del último lunes.

La mano dura

No se entiende el término en una sociedad organizada y con nutrida tradición de ordenamiento, progreso y donde la libertad es un bien no negociable frente al poder en una república. Sin embargo, en este “Mayo francés” redivivo se ve prestándole nombre al mes de julio con atributos de violencia nueva y perspectivas sombrías tanto para el presidente Macron y su gobierno como para el pueblo de Francia. Algunas fuentes anticipan aclarando que no son cifras oficiales aún, que hay cerca de 3.500 detenidos entre ellos, la tercera parte, son menores de edad. Suman cifras de policías heridos –unos 200. Y señalan que son casi mil edificios incendiados además de comisarías, almacenes y las llamadas alcaidías en los sectores periféricos de la capital francesa. Signos –destacan-de la furia, ese sentimiento activo que no reconoce límites por lo que las motiva; el asesinato –así se lo ve y proclama- de un joven de 17 años Nahel Merzouk, de una familia de origen argelino, a manos de un policía que le disparó al pecho cuando el joven intentaba eludir un control policial por infracción al tránsito. Claro que el policía agresor manifestaba durante su detención que actuó conforme los protocolos, no obstante el propio presidente Emmanuel Macron se expresó sobre lo ocurrido como una cuestión inexcusable. El clima volvió a parecerse al que se generó a comienzos de 2023 en ocasión de publicarse el decreto por el que se subía la edad jubilatoria de 62 a 64 años.

Los inmigrantes en Francia

País de inmigrantes, en Argentina nos cuesta entender a países que admiramos por su cultura, su desarrollo económico y su condición de potencia mundial -al punto de tener desde hace casi 80 años un sillón en el Consejo de Seguridad de la ONU y con poder de veto- tenga conductas que estigmatizan a los extranjeros residentes o a sus descendientes. En 2017 el gobierno autorizó a los controles policiales para disparar contra los vehículos que intentan la huida de esos controles. Hasta ahora, en esas circunstancias, 18 personas fueron abatidas.

El sociólogo Fabien Truong, profesor de la Universidad París-VIII sostuvo en una entrevista con el diario Le Monde que muchos de quienes se manifestaron en estos días fueron adolescentes muy jóvenes que sintieron que la víctima del martes 27 de junio en Nanterre podría haber sido cualquiera de ellos.

El sociólogo Truong sostuvo en una entrevista con el diario Le Monde que muchos de quienes se manifestaron en estos días fueron adolescentes muy jóvenes que sintieron que la víctima del martes 27 de junio en Nanterre podría haber sido cualquiera de ellos.

Asimismo en declaraciones a la BBC Truong afirmó: “Todos los adolescentes de estos barrios tienen recuerdos de altercados negativos y violentos con la policía. En estos barrios, la pobreza y la inseguridad son realidades concretas, por eso este enfado es político”.

“París era una fiesta”

La actual situación de la “Ciudad Luz” está lejos, demasiado lejos, para ser una “fiesta”. Ernest Hemingway en 1920 escribió esa novela y entonces se le ocurrió plasmar un sentimiento en el título. ¡Qué lejos de esos tiempos el París de hoy!

Un racimo de uvas

Suena agradable al paladar. Si es moscatel, mejor. Si es de los estirados racimos de las doradas uvas para torrontés cafayateño, ni hablar. Sólo gozar su dulzura suave y presentir el vino que vendrá.

Pero hay una convención

El entusiasmo mercantilista del fabricante y vendedor de las “bombas de racimo” no se retrae frente a la vigencia de una Convención sobre municiones en racimo” suscripta en Dublin (Irlanda) el 30 de mayo de 2008. Habla en su prólogo el documento de la Convención “las personas civiles han pagado un alto precio por la índole no fiable e imprecisa de estas armas” Lanzadas en ingentes cantidades sobre extensas zonas han causado la muerte y heridas de miles de personas civiles en países asolados por la guerra, principalmente en Asia, Europa y Oriente Medio”.

A 500 días de la guerra de Rusia contra Ucrania, los de afuera, los de la OTAN, envían armas y recursos financieros. Y además de eso, EEUU se dispone a enviar “bombas de racimo”. No sólo que EEUU no suscribió el tratado de prohibición sino que lo desafía, enviando estas armas crueles prohibidas ya en más de cien países. ¿Quiénes se harán responsables de los “daños colaterales” ese eufemismo tras el cual se esconden las manos de los criminales de guerra?

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