Apenas terminó el partido, Pablo Frontini metió las manos en los bolsillos de su sobretodo gris, clavó la mirada en el piso y caminó raudamente rumbo al túnel. El entrenador llegó al vestuario y se sentó a encontrarle explicaciones a tan lamentable actuación de su equipo, pero no hubo caso. “Ahora no hay respuestas. Sí tengo preocupación; por el nivel y por el resultado”, dijo al salir del camarín visitante. Fue el último de la delegación en hacerlo, casi una hora después del pitazo final.
El presidente del club, Rubén Moisello, el vice Bruno Sogno, el dirigente León Kristal y el manager Alexis Ferrero habían visto el partido desde una cabina equipada para recibir a la comitiva visitante. Terminado el juego subieron rápidamente al ómnibus que iba a llevar al grupo hasta el aeropuerto y allí se quedaron, a excepción de Ferrero, quien bajó para meterse al vestuario. Salió segundos antes que Frontini.
La derrota fue un golpe casi de nocaut para San Martín y se notoó en el vestuario, donde prácticamente no hubo palabras. El silencio fue absoluto; sólo se escuchaba el agua caer de las duchas y el crujir de los baúles de la utilería. Mientras Frontini analizaba lo sucedido, los futbolistas se bañaron, se cambiaron y salieron en fila india y con la mirada perdida rumbo al ómnibus.
Algunas voces
Casi nadie se detuvo a hablar con los pocos periodistas que esperaban, intentando ampararse de un viento que a esa altura era fortísimo y congelaba las manos. No había ganas ni fuerzas en los futbolistas, que parecían que acababan de recibir un puñetazo en la nariz.
Dio la sensación de que quienes pararon necesitaban desahogarse. “Fuimos un desastre. Le faltamos el respeto al escudo, a los hinchas, al cuerpo técnico que trabaja un montón, y también nos faltamos el respeto a nosotros mismos. Jugamos muy mal y esta es una institución muy grande para dejar una imagen como la que dejamos hoy”, sentenció Leandro Ciccolini. “Yo vine a San Martín con otra idea. Vine por la gloria, no para esto. Tenemos que hacer algo para cambiar, porque esto no se va a modificar solo”, sentenció, visiblemente afectado por el resultado.
“Hoy tocamos fondo. Tenemos que plantearnos muchas cosas; debemos hacer autocrítica y cambiar urgente”, agregó Mateo Acosta. “No hicimos nada bien, no generamos situaciones y fallamos atrás siempre. Si queremos pelear arriba tenemos que cambiar todo; todo”, repitió Nahuel Banegas.
El resto de los futbolistas pasó rápido y subió al ómnibus. Matías Farao, uno de los ayudantes de Frontini, se tapaba la mano con su cara a cada rato y meneaba la cabeza. Francisco Tinaglini miraba la nada misma a través de la ventanilla. Nadie hablaba; en el ómnibus también reinaba el silencio.
Frontini se quedó hasta el final con Ferrero en el vestuario. Pero según le aseguraron a LA GACETA no hubo nada inusual en esa charla. El manager fue el único que levantó la voz antes de que salieran los futbolistas. “Vamos que hay que levantar esto”, arengó.
“Esta derrota no me genera dudas a mí. Sí me ocupa a encontrar las falencias, solucionarlas y ganar el próximo partido”, advirtió Frontini, admitiendo que el equipo chocó contra el piso y ahora tiene la obligación de levantarse y seguir.
Una semana a puro trabajo
El plantel regresará hoy a última hora a Tucumán. Mañana el grupo tendrá día libre y a partir del miércoles comenzará a pensar en el duelo contra Defensores Unidos de Zárate. Pese a que el fin de semana no habrá fútbol debido a las PASO, Frontini y sus ayudantes ya habían decidido que no iban a cortar con los entrenamientos. Para el choque con los de Zárate -el miércoles 16 a las 21.30- el entrenador podría volver a contar con Mauro Verón, que se recupera de una lesión. Nicolás Carrizo (desgarro) y Juan Orellana (expulsado) seguirán siendo bajas.