La Ciudadela es uno de esos estadios con la particularidad de tener laterales angostos. La línea de cal está bien cerca de los alambrados de las tribunas. A veces es bueno, otras no tanto. Los testers de la singularidad van desde los jugadores, hasta los técnicos, pasando por la terna arbitral, incluidos los auxiliares.
Al respecto, Mariana Duré (asistente de la terna arbitral para el partido de esta noche entre San Martín y Flandria) tiene una visión positiva del escenario “santo”. En mayo, la árbitra de AFA fue asistente de Yamil Possi en el triunfo de San Martín por 2-0 sobre Patronato, en el debut de Pablo Frontini. “Había escuchado algunas opiniones negativas, pero la verdad es que me sorprendieron, porque me trataron muy bien. Le agradecí a la gente y a la policía porque me atendieron de maravilla”, aseguró la chaqueña sobre su primera visita a La Ciudadela.
“Tal vez tuvo que ver que no hayamos tenido inconvenientes por cómo se fue dando el partido. Eso fue lo que la gente respetó mucho”, teorizó la árbitra sobre el buen trato que recibió, algo que debería ser la regla pero termina siendo excepcional en la locura que domina el fútbol argentino, sobre todo en una categoría “candente” como es la Primera Nacional. “El árbitro siempre trata de hacer su trabajo lo mejor posible. No depende de quién juega ni del equipo”, indicó Duré que el año pasado fue asistente por primera y única vez en un partido de Primera cuando jugaron Platense y Colón.
El de hoy será un poquito más especial. El estadio “santo” tiene fama de estar siempre a tope y en esos partidos, hay que ajustar hacia arriba. “Cuando se trata de un partido a cancha llena, me preparo con mucha concentración”, reconoció.
Y aunque el anfitrión no viene atravesando sus mejores días, el encanto no se pierde. La cercanía del público seguramente se hará sentir a lo largo del partido, aunque el ánimo de la hinchada esté algo más caldeado que en aquella visita anterior. Si bien San Martín sumó en los dos últimos juegos (ganó y empató), ha perdido buena parte del ímpetu que tenía en los inicios del ciclo de Frontini, por lo que el duelo de hoy contra Flandria tendrá la importancia de una final en la pretensión de seguir peleando su presencia en el Reducido. La presión, entonces, se hará sentir esta noche.
Sea como sea, la chaqueña sostiene que ella disfruta de su tarea al borde de la línea de cal. Por ahora, el único mal recuerdo que se le viene a la mente en una cancha fue de niña. “Mi mamá no me dejaba ir, pero mi papá me llevaba. Por ahí me escapaba sola. Una vez me pegaron un pelotazo. Llegué llorando y mi mamá me retó diciendo: y bueno, quién te manda a la cancha.
No obstante, Mariana nunca dudó de su vocación arbitral, y está convencida de que las mujeres merecen mayores oportunidades en este mundo antes reservado sólo para hombres: “creo que tenemos la capacidad para estar a la misma altura”.