La muerte de un intruso en una casa de Villa Muñecas, abatido por un disparo de un policía federal vuelve a conmocionar a los tucumanos. La inseguridad, problema irresuelto en la periferia capitalina –entre otros sectores- está desencadenando tragedias para las cuales no hay respuesta. Esta nueva emergencia, cuyos pormenores aún deben dilucidarse, ocurre a ocho días de la de avenida América al 1.400 (a unas 16 cuadras de distancia), donde falleció un joven estudiante que hacía gimnasia, baleado por un policía que abatió a dos presuntos motoarrebatadores.
La semana pasada los vecinos de la zona oeste plantearon su amargura por la inescrutable tragedia de una persona sea víctima de balas en un esquina de su barrio, donde se encontraba haciendo gimnasia. “El absurdo de la muerte violenta nos trae a la conciencia de la sociedad la problemática de la pobreza y el aumento del tráfico y consumo de drogas que va desintegrando a las familias y a la sociedad en conjunto”, dijo el comunicado del colegio al que había asistido la víctima. “Lucas Delgado somos todos”, remarcaba uno de los carteles de la marcha de antorchas realizada por las calles de la zona oeste el miércoles pasado, en reclamo de Justicia por esta muerte incomprensible y de seguridad por la pérdida de la tranquilidad en las calles de los barrios, que se han convertido en esecenarios frecuentes de episodios de violencia y arrebatos. El ataque de motochorros se volvió una posibilidad constante y de allí se desencadenó la tragedia con un policía cuya respuesta -disparar 14 balas después de haber sido asaltado- está siendo investigada. La sociedad está debatiendo lo ocurrido y las voces que se han hecho oír dan cuenta de la tragedia. El vicegobernador se solidarizó con la familia de la víctima pero justificó al policía, pero la hermana del joven asesinado ha hecho conocer su dolor por lo que considera una reacción en exceso del oficial que hizo los disparos. La capacitación de los oficiales y su idoneidad para el manejo de armas de fuego está en discusión y debería ser puesta bajo análisis en los más altos niveles, puesto que debe haber garantías de esa capacitación de las personas que tienen que proteger a la sociedad.
Concomitante es otro problema, que es la inseguridad que domina las calles, que hace que los vecinos se vean obligados a buscar estrategias y elementos de seguridad en sus vcindarios. Rejas, alarmas, cámaras filmadoras, grupos de whatsapp, acompañamientos para ir a tomar el colectivo y esperas atentas a ciertas horas son algunas de estas medidas. Esto, en el marco de una situación de emergencia social tremenda, que genera, al menos en estos barrios, que aparezcan personas que salen a robar cables y elementos metálicos para revenderlos, tal como han dado a conocer ahora los vecinos de Villa Muñecas o como se supo hace meses en la zona de la avenida Mitre al 1.800. La situación se agrava cuando ocurre, como en esta ocasión Villa Muñecas, que por falta de iluminación las calles se convierten en bocas de lobo.
Hay una situación social de alta tensión, que las tragedias, con su intensa carga de dolor, han puesto en evidencia. Las autoridades deben reaccionar y replantear las estrategias de seguridad. Acaso recrear los cuadrantes de patrulla para que los agentes recorran y sepan qué pasa en los barrios y no que vayan después de que las cosas han ocurrido, o que reaccionen de modo desmesurado ante lo inesperado. También se debe replantear la tarea de otras áreas administrativas, puesto que la desidia en materia de urbanismo y de desarrollo social es, como lo muestran los vecinos, señal de abandono y caldo de cultivo para los dramas.