La sociedad reclama comportamientos éticos. Una pronunciada y frecuente marginación de los valores morales es una de las causas del vacío ético argentino, facilitando con su accionar condenables prácticas corruptas. Si una sociedad cultiva sistemáticamente sus valores éticos cosechará resultados halagueños. Eludir ese vacío de discusión ética, favorece el despliegue de valores antiéticos que no tienen social, como la corrupción, el egoísmo exacerbado y la insensibilidad frente al sufrimiento de los demás. El corrupto daña por lo que roba y por el nefasto mensaje que transmite al enriquecerse. Sentenciando sobre las culpas colectivas e indiferentes de la sociedad, José Ingenieros decía: “Cuando las miserias morales asuelan a un país, la culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella. La corrupción ha prosperado amparada por la falta de ética de todos y no sólo por una parte de ella. “Un mordaz periodista escribió frente a un resonante caso de corrupción que los altos y encumbrados ejecutivos comprometidos, conocían bien los Diez Mandamientos pero los tomaron como las diez sugerencias”. Como en nuestro país, los valores fueron degradados, excluidos, marginados. Un avezado abogado ya entrado en años y a punto de retirarse y renunciar a seguir batallando en las lides de su profesión, le confesaba a un joven amigo. a modo de moraleja: “existen en nuestra sociedad tres hombres, el sacerdote, el médico y el hombre de leyes, que no pueden apreciar el mundo. Van vestidos de negro quizás, porque llevan luto de todas las virtudes y todas las ilusiones. A las puertas de una nueva alternancia constitucional, las elecciones, auguramos y apostamos a una franca recuperación de los valores extraviados.
Alfonso Giacobbe
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