Decía Mandela: “Sin educación los niños no pueden encarar los desafíos con los que se encontrarán y es muy importante la misma como principal arma para cambiar el mundo, ya que solo la educación de las masas puede liberar al pueblo”; “ningún país se puede desarrollar realmente hasta que sus ciudadanos no sean educados”. Hoy en Argentina el problema fundamental de base es el educativo y, si no lo mejoraron los gobiernos anteriores, el que acceda en diciembre deberá lograr que los niños aprendan a leer y escribir de un modo eficiente, pues así será darles medios y alas para que vuelen alto en su propio país y en lo que elijan puedan trabajar y realizarse. Dicen los neurocientíficos que eso habrá de permitir que sus cerebros generen nuevas redes neuronales y multipliquen sus aprendizajes. De tal manera hemos de avanzar en la escuela y la educación para recibir todo lo que ella quiere darles. No todo pasa por una tablet o notebook. Nuestro sistema educativo no está cumpliendo con su objetivo básico y muestra falta de visión a largo plazo. Producen datos que afligen: falta de comprensión de textos, exclusión laboral por paupérrima preparación, alto índice de deserción escolar, falta de adhesión al cumplimiento de leyes y normas, etc. Leer, escribir y comprender a edad temprana es importante, y es el más grande derecho que un Estado puede darle a cada ciudadano. Se hizo un censo en el 2022 y allí se vio que el analfabetismo en Argentina era del 1.9% (país libre de analfabetismo). Pero ¿y los analfabetos secundarios y funcionales que produce nuestro sistema educativo? La Unesco define al analfabeto funcional como: el que sabe leer y escribir, pero no domina la técnica de la lectoescritura ni la comprensión de lo que lee. Y su origen fue porque el aprendizaje fue superficial y nivelando hacia abajo. Estoy convencido de que solo la educación salvará a nuestra sociedad y país, y eso será porque el conocimiento habrá de alumbrar el camino y terminar con la oscuridad de la ignorancia. Escuchamos a diario la frase: “Este país no cambia más”, mensaje de desesperanza con el que miles de jóvenes, y no tan jóvenes, deciden migrar buscando otros rumbos. Y es palpable porque una sociedad sin formación no tiene futuro ya que la ignorancia es estancamiento y regresión. La educación da esperanzas: a las personas y a las familias. Debemos urgente volver a las fuentes: vincularnos con las enseñanzas de nuestros hijos, incentivarles la lectura, el aprendizaje de reglas de convivencia y resignificarles el esfuerzo y el mérito como puentes para una vida más digna, hasta enseñándoles, por qué no, a detestar y aborrecer la corrupción. Finalmente quiero mencionar los casos de Jeff Bezos y Elon Musk, quienes, siendo ambos personas muy tecnológicas e inmensamente ricas, para nuestra sorpresa coinciden en rescatar que hay que desarrollar la escritura y la lectura como hábitos y pulirlos para sentar las bases para crear empresas y emprendimientos exitosos. Jeff Bezos fue hijo de madre soltera, abandonado por su padre e hijo adoptivo de refugiado cubano. Sin embargo, supo imponerse a esa adversidad y hoy sus empresas tienen más de 1 millón de empleados. Dijo: “Aprender a escribir bien es fundamental para desarrollar el pensamiento y por lo tanto la inteligencia”. La lectura y la escritura le dieron el rumbo a la humanidad a lo largo de la historia, pues bien, seamos parte de esa historia.
Juan L. Marcotullio marcotulliojuan@gmail.com