“La última huelga de los basureros”, de Bernardo Kordon; “El último piso”, de Adolfo Bioy Casares y “Conducta en los velorios”, de Julio Cortázar integran el espectáculo “Cuentos argentinos”, que el grupo marplatense Teatro Salvaje presentará a las 21 en Puerto Cultural Libertad (Las Piedras 1.850).
Con las actuaciones de Fernando Osuna y Lucas Capurro (quien también asume la dramaturgia y la dirección), la propuesta es un recorrido por relatos distintos entre sí. “Como en una antología de la cuentística nacional, se nos va apareciendo un cuento detrás del otro, todos diferentes en forma y estilo, en tono y armonía. La obra propone un enfoque literario y didáctico, con narraciones desde el teatro físico, elaborados escénicamente para ser apreciados tanto en su forma teatral como en su contenido literario. Historias argentinas que contienen componentes dramáticos, cómicos, trágicos, fantásticos, realistas y futuristas”, afirma Capurro en diálogo con LA GACETA.
- ¿Cómo es la puesta que plantean?
- Es esencialmente minimalista en cuanto a los aspectos escenográficos, lumínicos, de vestuarios y objetos dramáticos. Pero está cargada de signos y símbolos en sus aspectos actorales tanto físicos como vocales.
- ¿Hay algo que unifica los cuentos elegidos en el imaginario popular?
- Sí, claro. Estos cuentos están identificados con los distintos tipos de relaciones que se tejen en las ciudades donde vive una gran cantidad de personas que se desconocen por completo. Y aún las que se conocen entre sí, solo ven una mascara social compuesta para la supervivencia en la gran ciudad.
- ¿En qué consiste el enfoque literario y didáctico que plantean?
- Intentamos narrar cada cuento de manera clara, pero a la vez simbólica, siendo nuestro principal propósito que la narración de la historia y el tono que el autor le imprimió al cuento al escribirlo sean respetados. El propósito es dar a conocer el cuento de manera que parezca leído, pero a la vez vivido por el cuerpo, la voz y el corazón de cada actor.
- ¿Por qué se llaman Teatro Salvaje?
- No recuerdo bien por qué… fue hace muchos años y tenía la necesidad de ponerle un nombre al grupo que aún no tenía, pero quería fundar y dirigir. Y fue así que barajando posibilidades me decidí intuitivamente por agregarle al Teatro el adjetivo Salvaje.
- ¿Cómo fue el proceso de selección de esos relatos?
- Muy natural, ya que nuestro método se basaba en la creación individual de material físico al que luego, según las características de cada actor o actriz, le iba mejor tal o cual cuento o relato. Obviamente yo tenía previamente seleccionados algunos que, por sus características narrativas, eran más adecuados para la puesta en escena de nuestro teatro físico.
- ¿Qué tiene de interesante recuperar cuentos nacionales?
- Estos cuentos son representativos de una parte interesante de nuestra argentinidad y corresponden a una literatura atemporal. No solamente tienen un valor literario, sino también cultural y social porque representan un ser y sentir nacional.
- En tiempo de lo virtual, ¿los relatos orales se mantienen vigentes?
- Sí, y más de lo que se cree al analizar la cuestión en primera instancia. Lo virtual se compone de la imagen y del texto en la mayor parte de los casos. Esos textos se transforman en relatos breves, que también en algunos casos son relatos orales. Nuestra obra parte de un relato escrito y se transforma para llegar al espectador en un relato oral y presencial: se verá interpretado por este, quizás de manera similar al consumido en cualquier pantalla transmisora de la virtualidad.
- ¿Por qué se sigue yendo al teatro?
- En mi caso, porque solo puedo hablar desde la experiencia personal, me seduce la posibilidad que tiene el teatro de relacionarse con los otros y las otras personas y su forma de carne, hueso y sangre que lo hace único en esa vinculación. También la posibilidad que nos brinda como grupo de teatro, de intentar el hecho imposible de la creación, la cual nunca sabemos en qué porcentaje es realmente nuestra y cuál ajena, qué es autentico y cuál es falso. Y lo más importante, si es necesario o no. El miedo propio que afronto es a la soledad y a entregarse a la cotidianeidad. Perder lo personal y volverse previsible. Dejar de buscar, aun no sabiendo bien que se busca.