Entre el ensayo y la narración, esta película atípica propone una mirada sobre lo que se pierde, lo que tiende al olvido, lo que reaparece impensadamente.

La sinfonía urbana narra, desde una voz acertada, la existencia de fantasmas que deambulan por una ciudad secreta. Y exhibe aquello que los no iniciados creen que siempre está oculto. Con una lente aceitada y con un tono difícil de encontrar, el cortometraje detecta una clave no pensada desde la cinematografía contemporánea argentina. Entre el tono documental y la ficción weird, la película intercala la rutina cotidiana y la insospechada aparición de sujetos fantasmáticos. En este sentido, investiga, desde la lupa ensayística, una sospecha: la existencia de seres que deambulan, solitarios, entre los mortales.

Lo central, el corazón del relato, está en que la película alcanza el raro equilibrio situado entre dos extremos: el desparpajo y el hermetismo. La película trabaja el arte de la sugerencia (una condición difícil de lograr). Tucumán, Sinfonía… sugiere que detrás de las moles metálicas y hechas de cemento, detrás de las ruinas de casas aparentemente abandonadas, circulan presencias ligadas al amor, al desamor, y al imposible olvido.

Sin malabarismos efectistas, la película se mueve entre la desnudez clasicista del blanco y negro y el borde fantástico de lo extraño. Rara avis, la sinfonía suena como un hecho anómalo en la producción cinematográfica de Tucumán. Aunque las leyendas y las especulaciones hayan circulado desde los tiempos inmemoriales en esta parte del planeta, instala (en el imaginario audiovisual) algo que no se había configurado como cine.

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Fabián Soberón - Profesor de Teoría y Estética del Cine de la Escuela Universitaria de Cine.