Por Claudio H. Sánchez
Para LA GACETA - LA PLATA
En 1898 se publicó La guerra de los mundos, novela de H. G. Wells acerca de una invasión extraterrestre proveniente del planeta Marte. Los marcianos arrasan la Tierra destruyendo todo a su paso con rayos caloríficos y gases venenosos hasta que, súbitamente, comienzan a morir, víctimas de enfermedades contagiosas propagadas por virus, bacterias y otros microorganismos y contra las que no habían desarrollado defensas.
Casi un siglo después de La guerra de los mundos, el mismo recurso fue utilizado en Día de la independencia, película de 1996 dirigida Roland Emmerich y con Jeff Goldblum y Will Smith en los papeles principales. Aquí los extraterrestres vuelven a ser derrotados por un virus. En este caso, un virus informático que hackea sus sistemas de defensa.
Hoy todos sabemos que computadoras, tablets y teléfonos inteligentes están expuestos a ataques externos: programas maliciosos que entran al equipo a través de la conexión a internet y provocan daños como pérdida de datos y robo de información. No sabemos bien cómo funcionan esos programas pero tampoco nos importa demasiado porque podemos proteger nuestros equipos instalando un programa “antivirus”. Que tampoco sabemos cómo funciona, pero igualmente confiamos en él.
Pero en los años 90, cuando comenzaba el boom de las computadoras personales, todo esto era mucho más misterioso. La idea de que una computadora pudiera “contagiarse” y que para evitarlo hubiera que “vacunarla” sonaba como ciencia ficción.
La historia de los virus informáticos comienza alrededor de 1960 cuando un grupo de programadores de los Laboratorios Bell creó un juego llamado Darwin en el que dos o más programas competían para reproducirse y ocupar toda la memoria disponible. Aunque Darwin no era exactamente un virus, se basaba en el concepto de programa que se reproduce a sí mismo y contribuyó al desarrollo de la tecnología de los virus. En 1971, un programador llamado Bob Thomas creó Creeper, considerado el primer virus informático de la historia.
Todo esto ocurría en una época en la que solo las grandes empresas tenían computadoras y eran operadas por especialistas. Cualquier problema que pudiera surgir de la invasión de un virus era resuelto por profesionales. El público en general permanecía ajeno a esos problemas.
Esto cambió a partir de la década de 1980 con la llegada de las computadoras personales. Por primera vez, el público no especialista tuvo a su cargo computadoras. Ocasionalmente los usuarios se encontraban con que sus máquinas ya no funcionaban porque “les había entrado un virus”. Aunque todavía no había internet y pocas computadoras estaban interconectadas, el contagio podía provenir del intercambio de diskettes. Compartir diskettes entre distintas máquinas podía ser tan riesgoso como compartir el cepillo de dientes en tiempos de pandemia.
Las computadoras personales se mantuvieron relativamente a salvo de los virus durante los primeros años porque, después de todo, la programación de virus seguía siendo un tema complejo y reservado a expertos. Pero en 1984 el especialista en computación recreativa A. K. Dewdney creó Core War, un juego del mismo estilo que Darwin: programas que competían para ocupar el espacio de memoria como ejércitos que se disputaban territorio enemigo. Dewdney era columnista en la revista Scientific American y en la edición de mayo de ese año publicó un artículo sobre Core War en el que ofrecía enviar información detallada sobre el funcionamiento del programa a cualquiera que lo solicitara. Eso puso la tecnología de los virus al alcance de principiantes y aficionados, lo que seguramente contribuyó a la expansión de los virus a partir de esa década. Uno de los primeros virus de alcance masivo fue Brain, que apareció en 1986.
Con el paso de los años los virus se multiplicaron, se hicieron cada vez más complejos y la cuestión pasó a ser una competencia entre los creadores de virus y los creadores de programas para combatirlos. Hoy los programas antivirus se deben actualizar casi diariamente para mantener protegidos nuestros dispositivos.
Los virus informáticos no resultaron ser solamente una molestia para los usuarios. Como en Día de la independencia, también tuvieron usos militares: en 1991, durante la primera guerra del Golfo, los norteamericanos usaron virus informáticos para sabotear las redes de comunicación del ejército iraquí.
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Claudio Sánchez - Docente y divulgador científico